Good Riddance. Hace tres meses Sick Of It All bromeaban en estas páginas sobre cómo, ahora que ellos estaban en Fat, Good Riddance no tenían que preocuparse por seguir haciendo una música tan dura. Por eso, y por la evolución que había seguido el cuarteto de Santa Cruz hasta el momento, la aspereza y la agresividad de muchos de los cortes de «Operation Phoenix» me pillaron por sorpresa. Y parece ser que no fui la única. «A nuestro jefe no le ha gustado demasiado» comenta Russ sobre la reacción de Fat Mike ante el álbum, «bueno, no es que no le haya gustado, pero se esperaba otra cosa». Pero sorpresas aparte, el Lp más hardcore de Russ y compañía podrá decepcionar a sus seguidores más melódicos, pero es un discazo que ahonda en la otra cara de un grupo que ya ha demostrado sobradamente que sabe darle al hardcore melódico un toque de urgencia y fiereza que muy pocas otras bandas del género han logrado. «Yo no me metí en el hardcore porque fuera feliz y estuviera tranquilo todo el tiempo, me metí en el hardcore porque la sociedad en la que vivía me alienaba, estaba cabreado, y esa música conectó conmigo de una forma como ninguna otra cosa había conectado anteriormente. Ahora el punk rock ha evolucionado, los grupos son mucho mejores técnicamente, hay gente que sabe cantar, los discos suenan mucho mejor, pero eso no significa que dejes de estar cabreado». No hace falta que lo digas, el disco habla por sí solo. Pero pese a la evidente mala leche que emana el trabajo, Russ, que en todas sus anteriores visitas se nos había mostrado como una persona seria y asocial que sobre el escenario se limitaba a cumplir con su deber, me desconcertó en directo bromeando con el público. Se lo comento. «Llevo toda esta gira intentando... mira, la gente que no me conoce piensa que soy antipático, pero simplemente soy alguien callado. Pero sobre el escenario ahora es distinto, me he dado cuenta de que la gente te da una sola oportunidad para cambiar una cuerda, cuando rompes la siguiente ya están hartos y no quieren esperar. Y cualquier cosa que yo diga es mejor que el silencio. Así que sí, estoy empezando a bromear en directo para darle tiempo a Luke a cambiar cuerdas y solucionar problemas técnicos sin que la gente se aburra». Un poco difícil en países no angloparlantes, pero la intención es lo que cuenta ¿no?Por primera vez la producción no ha sido responsabilidad de Ryan Greene, lo habitual en la escudería, y se ha dejado en manos de Bill Stevenson y Stephen Egerton (All, Descendents), que han conseguido que Good Riddance, además de sonar tan contundentes como siempre, tengan ese punto de crudeza que sus temas siempre han pedido a gritos. «Sabíamos cuando estábamos haciendo este disco que iba a ser mucho más oscuro y agresivo, que queríamos integrar en nuestras canciones las influencias del punk más antiguo que escuchamos. Y Bill y Stephen llevan haciendo punk tanto tiempo que conocen perfectamente eso que queríamos hacer». Los resultados lo certifican.
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