Según el autor, ese original título define su
contenido. “Sí, porque está hecho en la
intimidad y es el primer disco en el que me expreso hacia fuera, contando las
cosas desde el interior”. La ruptura de la banda, después de tantos años,
fue frustrante para todos y ya se sabe que cuando los creadores pasan
situaciones extremas, las convierten en fuentes de inspiración. “Este disco nace de la necesidad de contar
todo lo que me ha pasado desde entonces. Empezamos a trabajarlo en casa con dos
guitarras, en plan familiar, y lo hemos acabado con la banda ya formada. Pero
estoy muy contento porque ha sido la primera vez que he cogido el mando al cien
por cien y hemos conseguido un sonido que es el mío”. Se puede afirmar que
es un disco esencial, porque recupera el origen de Mártires y porque la
melódica desnudez del sonido de las dos guitarras (Chemy López y Antonio
“Remendao”), el bajo (Sergi Borjas) y el cajón billy (Johnny Borjas), dan
transparencia a la textura del verso y resaltan la tonalidad de las palabras.
Hay rumba con blues, bulería y soleá, algo de reggae y de fandango, tanguillos
y hasta sevillanas. Pero evidentemente el sello personal de Chico, un actor que
interpreta y vive sus canciones, está más presente que nunca en sus textos. Y
aunque se diga cariñosamente de él que tiene una voz malherida y maltrecha, “lo importante es lo que digo y como lo
digo”. Unas pocas colaboraciones, “elegidas
totalmente por exigencia de las canciones”, como Rocío Vázquez “La
Martiresa” en coros, Rafael Rodríguez “Er Cabeza” (intimo y cómplice de Chico
desde tiempos inmemoriales) a la guitarra, Amparo Sánchez y Juanito Makande en
las voces y Andrea Peirón en chelo, ayudan a ponerle más alma a esas trece
canciones. Chico lo tiene muy claro. “En
cuanto pones el disco y escuchas la primera estrofa, para quién me conozca, no
va a haber la menor duda. Es el mismo envase del creador de Mártires”.
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