Son pocos los que viven –y sufren– la hipertimesia, una rara condición que permite recordar hasta la última minucia de la biografía propia. La mayoría nos conformarnos con almacenar imágenes, ideas y algún olor de nuestra historia de vida. Y con esas mínimas partículas construímos un relato. Por tanto, los detalles son parte indispensable de la identidad: la práctica totalidad de stories serán olvidados mañana y los selfies se perderán en la enésima actualización de iOS. Pero los objetos de infancia, las riñas de nuestros padres o el sabor de los bocadillos de Nutella, perdurarán en la memoria. Los profanos nos contentamos con avivar dichos detalles en nuestras tertulias con amigos; artistas como María José Llergo (Pozoblanco, 1994) pueden dejarlos marcados de por vida en los surcos de un vinilo. "Sanación", un EP de siete temas con poso de disco largo, es una colección de las señas que han acompañado este tiempo a la cordobesa.
"Tenía demasiado dolor dentro y me hacía peor persona no sacarlo de una forma bella”
La azada que se clava en la tierra, el estallido de los nudillos contra una antigua puerta de chapa en Pozoblanco, la voz de su abuelo –de quien aprendió a cantar– al recibirla en casa. Sonidos que parecen azarosos en el inicio del corto, De qué me sirve llorar, pero que explican todo lo que la cantautora ha demostrado que es en estos dos años de carrera: apego a las raíces y compromisos varios. Una forma de resiliencia en medio de multitud de debates de la contemporaneidad. “La primera letra dice: ‘Mientras araba mi tierra, alzaron cuatro columnas, cuando tú aras la tuya, no se alza más que una’. Las cuatro columnas son las que se alzaron en mí mientras mi abuelo labraba. Lo que pienso, lo que canto, lo que siento y lo que hago”, justifica María José Llergo por teléfono desde Madrid, donde estableció su residencia el año pasado. Entre el paisaje sonoro costumbrista del principio del EP también se percibe un sonoro “om”, uno de los mantras sagrados de las religiones dhármicas (aum en el idioma sánscrito). En su caso agudo y dulce, apoyado en un compás incipiente. "Sanación" es un debut de flamenco con calidades electrónicas, pero sobre todo es un gran mantra curador en tiempos de fast food.
Las canciones parten de turbulencias personales pero caminan hacia preocupaciones más universales. Los enunciados, cortos pero contundentes, los mantras ya citados, reflexionan sobre la gestión del dolor y la limpieza del yo y, por ende, del mundo que los provoca. “Tenía la necesidad de sanarme y por eso compuse los temas. Me di cuenta de que tenía demasiado dolor dentro y me hacía peor persona no sacarlo de una forma bella”, explica.
Estamos ante un álbum de conceptos (orígen, identidad, equilibrio, mística y arte), donde María José Llergo no rehuye posicionamientos políticos: "Nana del mediterráneo", sobre el drama migratorio, o la reivindicación de clase de la tonada tradicional flamenca "Soy como el oro". “'Soy como el oro' me recuerda mucho a la actitud que tiene la gente del campo... De saber que la jerarquía de los humanos es una construcción banal, que un amanecer y un atardecer son superiores a eso”, dice Llergo, alimentando las palabras con pausa y precisión.
En lo musical, el disco transmite sensación de suspensión, de habitación amplia y enmoquetada, gracias a unas bases de electrónica fina a cargo del sevillano Lost Twin y la masterización del reputado Max Miglin. El proceso ha sido respetuoso con la voz, que manda sobre el conjunto. “Es un disco contextual, por lo que la música tiene que sonar en su contexto, el de sanar. Para eso la utilicé yo. Hay un curro de sonido y de texturas detrás de eso. Hay un trabajo magistral de producción de Lost Twin para conseguir esa atmósfera, esa burbuja para pensar en lo que molesta o duele. En el tiempo para uno”.
Las canciones de "Sanación" son en su mayoría temas que María José Llergo ya había ido lanzando. Y casi todos las piezas habían sido probadas antes en directo, de donde no se bajó prácticamente el pasado año. Sin material físico en las estanterías, ya había actuado en el festival Primavera Sound, en la Mercè Música y también en las fiestas demoscópicas de esta publicación. La cordobesa publica en vinilo, el formato que –a su juicio– asegura “más durabilidad”, y también en plataformas digitales, la ventana “más democrática” al mundo. En momentos en que la vida pasa a golpe de like, la joven elige componer a escala humana, dotando de significado a todo lo que edita e intentando vivir un camino “propio y libre” dentro de la industria musical. Dicen que lleva toda una vida conocerse a uno mismo. El tiempo aproximado que hace falta también para pasar esa vida a obra artística. Maria José Llergo quiere tener ese tiempo para sí, para luego compartirlo en forma de canciones. “Los temas llevan un proceso muy largo. Como decía un pianista muy famoso, una obra nunca se acaba, se abandona”.
Meditación
Cuentan que la sensación de conexión que procura la respiración en la meditación es parecida a la de cantar sobre un escenario. Y que la reparación personal de una y otra cosa también va a la par. María José Llergo sabe a ciencia cierta que así es. Desde hace un par de años, los mismos desde su estreno artístico, la meditación forma parte de su rutina nocturna y ha sido un elemento salvador, sin el cual Sanación no existiría. “Cuando cantas tranquilo y no piensas en nada, cuando dejas que la música fluya a través de ti, es como meditar; como cantar con el tercer ojo”, comenta. La cordobesa descubrió la meditación en una clase de formación corporal en ESMUC, la escuela en Barcelona en la que estudió música gracias a una beca, y se empapó a posteriori de todos los mantras posibles en Youtube, hasta entender que flamenco y meditación casaban a las mil maravillas. “Para mí el flamenco es un mantra. Todo lo que se repite y tiene una intención detrás lo puede ser. 'Me miras pero no me ves', con ese compás por seguiriyas... Entro en trance”.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.