“Vocal Roots” es una obra con una parte experimental y otra más vivencial, de escucharse y dejar que fluya. Así es como Maria Coma escucha a su propio cuerpo. Eso la ha llevado a trabajar con registros vocales que se inspiran en la respiración o en un latido. Todo ello de la mano del beat boxer Sinjo. “Para mí, en el fondo, este es un disco que expresa mucho. Expresa todo lo que ha sido mi proceso como músico y como persona en los últimos años. He profundizado en mi cuerpo, en el cuerpo humano y en la voz como instrumento principal mío. Casi que voluntaria y conscientemente, cuando me mudé a Berlín, dejé de tocar el piano y estuve haciendo mucho trabajo de cuerpo para investigar también la voz. No sé los demás, pero yo cuando lo he hecho he dado con esa conexión directa, a traves de esa musicalidad. Cuando más estoy en contacto con el cuerpo, y voy aprendiendo sobre el mismo, me siento mejor músico”.
"Aprendí un montón de artistas visuales, de performers, de bailarines, de orquestas, de improvisación, hasta llegar a este punto”
No es que ahora rehúya los caminos convencionales de hacer música, los cuales valora, sino que se encuentra en otra etapa de su carrera. “A ver, yo pasé por el clásico y por el jazz, por ese aprendizaje más académico que te da una pauta más mental y teórica, así que no voy a renegar de ese conocimiento, ya que me permite comunicarme con otros músicos, puesto que es un lenguaje. Pero si solamente tienes esto, no hay musicalidad real, no hay emoción, no hay esta conexión con la inspiración. Yo sentí esta necesidad después de muchos años de ir evolucionando, por supuesto, y de romper un poco. De repente esto me llevó a la conclusión de que el cuerpo es el instrumento, ya sea cantante u otra cosa. Porque lo llevas contigo y trabajas con él. Así pues, la relación entre el cuerpo y la mente ha sido muy importante”.
Para darle forma a un proyecto como “Vocal Roots”, necesitas encontrar el lugar y la compañía adecuados. Y ese lugar ha sido Berlín, la ciudad en la que residió desde 2006 hasta hace bien poco. El escenario en el que ha encontrado la paz para crear. “Estar allí me llevó a hacer muchas colaboraciones, con gente muy diferente de muchos ámbitos y, sin querer, me dio una pausa a mí misma. Llevaba unos años con esa dinámica de componer-grabar disco-salir a tocar, como si fuese una máquina que no para, que entra en un bucle ante el que te preguntas si tiene sentido. A ver, me costó porque no estaba acostumbrada a colaborar tanto con proyectos de otros, pero aprendí un montón de artistas visuales, de performers, de bailarines, de orquestas, de improvisación, hasta llegar a este punto”.
Sí, hemos hablado del cuerpo, pero aquí el protagonista es la voz con sus múltiples variables y percepciones. “Llevaba años queriendo hacer un disco de voces, pero de una manera muy abstracta, hasta llegar a estos estudios de Berlín. Y aquí me encontré con que tenía tiempo para crear. Para mí estaba muy claro que tenía que hacer algo con la voz. Al principio pensaba que sería un espectáculo de voces, pero después me di cuenta de que lo que estaba haciendo era componer con el cuerpo y la voz, jugando con el espacio, en un proceso en el que investigaba mucho. Ahí fue cuando me di cuenta de que tenía que hacer un disco”.
Inevitablemente, en un trabajo de estas características, la espiritualidad tiene una importancia vital, un hilo que liga con la creación. “Para mí, en la puerta de entrada a la creación siempre hay una vertiente espiritual, como de ritual y de buscar tu propia paz, de relajar incomodidades que tiene uno. De hecho, entrar en el estudio a trabajar, es esto para mí. Ya sea para traducir paisajes corporales o percibir mi propio cuerpo con sus ritmos, sus cualidades sonoras, sus melodías”. Lo que resulta fundamental, en este proceso, es que exista un esfuerzo, un inconformismo y una búsqueda incesante. Esa es la fórmula para sellar un álbum como “Vocal Roots”. “Hice mucho yoga hace un montón de años, cuando era adolescente, pero ahora ya no. Ahora hago prácticas que vienen más de la somáticas, que están más expandidas en el mundo de la danza. Son meditaciones en movimiento que, para mí, son mejores que el yoga o al menos a mí me funcionan mejor. Aunque conozco bien el yoga y también tiene muchas cosas positivas. De este modo conoces el cuerpo de una manera muy profunda, el sistema nervioso, a nivel de sistema óseo, a través del contacto físico y evidentemente del movimiento. Por ejemplo, colaboré con Naima que trabaja con músicos y con el ritmo, y con la música que tenemos nos comunicamos. Yo a leo y ella me lee a mí. Es como un lenguaje diferente. Y en el caso del disco, al principio siempre me encuentro con que no sé en qué punto estoy, y me gustar estar un tiempo en ese espacio hasta que, al final, se vuelve incómodo. Es que si ya sé desde el principio qué estoy haciendo, eso quiere decir que no estoy en lo correcto. Si eso ocurre me aburro a mí misma y pienso que eso ya lo hice”.
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