Para hablar de “La patera” nos tenemos que remontar a la formación de la banda, a finales de 1997. ¿Cómo fuiste reclutando a los miembros?
Yo había tenido ya un par de grupos con coleguillas del pueblo entre el 93 y el 97. Cada uno era de su padre y de su madre, uno punki, otro metalero… Se decide al azar qué instrumento va a tocar cada uno, independientemente de su talento, y se monta la banda. Llegó un momento en el que quise montar un grupo con gente que tuviese las mismas inquietudes musicales que yo. Que le gustase el rock crudo, urbano, básico, de las bandas que a mí me gustaban como Rosendo, Barricada, Los Suaves o Extremoduro. A partir de ahí, como la película de los Blue Brothers: ¡Hay que juntar a la banda! Encontré a Alén, que ya estaba tocando con un grupo. Le dije que quería montar algo, y estuvo con las dos bandas a la vez durante un tiempo. Luego se lo dije al Piñas, que no había tocado en su vida, pero bailaba muy bien. No sé dónde cojones me habían dicho que la peña que baila bien son potenciales grandes bajistas, porque tienen buen ritmo, así que le regalé un bajo (risas). Luego el Piñas me dijo: “Este que está currando con nosotros en la obra de los pelos toca la guitarra”. “¿Ah, sí? ¿Qué grupos le gustan?”. “Este, el otro…”. “Perfecto”. Lo que no sabía era que César llevaba tocando la guitarra un mes (risas). Ahí tenía la banda montada, pero no sabía tocar nadie, y se lo dije a Kolibrí, que andaba tocando en una orquesta y una banda de soul, y de aquellos polvos estos lodos. Desde el primer ensayo a finales del 97 hasta hoy seguimos los mismos cinco pueblerinos, demostrando que aquello que era imposible se hizo.
“Desde el primer ensayo hasta hoy seguimos los mismos cinco pueblerinos”
Cerca de un año después, en febrero de 1999, grabáis este primer trabajo. ¿Habíais pulido mucho aquellas canciones en directo?
No habíamos tocado muchas veces, eh… Montamos la banda en diciembre del 97, y empezamos a tocar en mayo del 98. Solo teníamos seis canciones, las tocábamos cuando teníamos concierto en los bares, y cuando ya las habíamos tocado las volvíamos a tocar. En el 99, ya con ocho canciones, vamos al estudio, que sigue siendo un estudio fantástico de primer nivel, Sonido XXI, aquí en Navarra. Como buenos farrucos que éramos fuimos para allá a preguntar cuánto valía grabar ocho canciones. Nos dijeron que para que estuviera un poquito digno que por lo menos una semana, pero que nos olvidásemos de grabar un disco en una semana, que eso como mucho iba a ser una maqueta. Y que nos iba a costar 300.000 pesetas. Como no las teníamos, vi un cartel de un concurso de cantautores navarros que daban 250.000 pesetas, y dije: “Pues me apunto, lo gano, y ya está”. Las otras 50.000 pesetas nos las dejó mi novia, que va diciendo por ahí que no se las hemos devuelto. Para mí que sí, pero si no se las hemos devuelto los intereses serían altísimos a fecha de hoy, así que vamos a seguir haciéndonos los orejas a ver qué pasa (risas). Con esas 300.000 pesetas nos fuimos, y en una semana lo grabamos, lo mezclamos, lo masterizamos y salimos más contentos que un tirabuzón, y eso que Javier San Martín, del estudio, nos decía que con eso no fuéramos a ningún sitio, que nanai, que eso era una maqueta justita para enseñar. Y nosotros que no, que eso ya estaba grabado, salíamos con un disco hecho para vendérselo a las discográficas. De hecho ahora, veinticinco años después, escuchándolo para la reedición, me ha parecido que ha envejecido superbien. Suena bien, está tocado muy básico pero no es un desastre… Me parece que lo que hemos hecho los veinticinco años siguientes es reinterpretar ese disco una y otra vez con mejores medios y algo más de destreza. En veinticinco años de ensayos aprendes a tocar ese disco un poco mejor, nuestro primer disco es exactamente como el último que hemos hecho pero recién levantado de la cama (risas).
De hecho conseguisteis que lo publicase una multinacional, y lo publicó tal cual, sin volver a grabar ni nada.
No, ni lo hubiéramos hecho. Nosotros estábamos supercontentos. Internet era incipiente, conseguimos direcciones de discográficas y lo mandamos por ahí. Tú imagínate en el pueblo lo que sabíamos nosotros de discográficas ni nada, mandamos unas copias del disco y enseguida nos llamaron desde BMG. Mandaron un par de sicarios aquí para el norte, para que les firmáramos el contrato. GOR también se interesó por nosotros, la independiente con la que haríamos el siguiente. De hecho el contrato nos lo revisaron ellos. O sea, encima de que no fichamos con ellos les hicimos revisar el contrato con los otros (risas). Les estamos muy agradecidos.
Así fue, no se cambió nada, ni la portada. Sí se cambió el nombre, porque el grupo se llamaba La Patera. Al ir a registrar el nombre, alguien lo había registrado ya. Ya habíamos hecho quinientas copias para vender por los bares y los conciertos, nosotros éramos La Patera y el disco se titulaba “Marea”. Lo que hicimos fue darle la vuelta. No hubo gabinete de crisis, en diez minutos lo teníamos solventado: “¿Ah, sí? Pues ya está”. Nos pusimos Marea de nombre, el disco se llamaba “La patera” y un tema menos. Como hemos sido nosotros toda la vida, a problemas, soluciones. Nunca ha habido deliberaciones eternas, ni con esto ni con nada.
¿Crees que hubiese cambiado algo si os hubieseis llamado La Patera?
Los grupos más importantes de rock de este país tienen los nombres más feos que te puedes echar a la cara. Tú ahora lo piensas y el grupo hace al nombre, no al revés. Extremoduro es probablemente la banda más grande que ha dado este país, y probablemente tengan el nombre más feo que se pueda tener para un grupo de rock (risas). O Platero y Tú… Son nombres verdaderamente horribles para un grupo. Así que no creo que hubiera cambiado lo más mínimo. Lo del nombre nos importaba bien poco.
Para la gira de presentación, la discográfica os metió con otro de sus grupos, ya asentados: Reincidentes. ¿Cómo la recuerdas?
Se lo hemos agradecido cincuenta mil veces. Nosotros no habíamos salido de Navarra, ni para tocar ni para nada. Reincidentes ficha también con RCA, hacen su primer disco de oro, que era el directo, “Algazara”, y era su gira más multitudinaria, llenando pabellones. BMG-RCA nos invita a ir con ellos, nos da medio millón de pesetas de la época para que nos los gastemos en los conciertos con ellos: “Con este medio kilo os tenéis que apañar con los gastos”. Reincidentes nos dijeron: “Todos estos conciertos nos quedan de gira, así que a los que podáis venir con medio millón de pesetas”. Hicimos un huevo, no recuerdo cuántos, pero fuimos a apurarlo: comíamos mortadela, dormíamos en la furgoneta o nos volvíamos a casa desde Jaén. También es que éramos jóvenes, pero nos dio para todo. Ahí descubrimos cómo funcionaba una gira, cómo funcionaba una banda grande en directo: pabellones grandes, escenario grande, su manera de actuar, de moverse… Las entrañas del rock&roll. Fuimos muy prematuros para todo, y mucha culpa de todo la tuvo esa primera gira. Había muchos sitios en los que no salíamos ni en el cartel, llegabas a Guadalajara que había cinco mil personas y la gente ni sabía que íbamos a salir nosotros. Tocábamos como cuarenta minutos. Reincidentes estaban a un lado del escenario y nos decían: “Podéis tocar lo que queráis”, y nosotros: “Si no tenemos más canciones” (risas). Muy buenos recuerdos.
“Nuestro primer disco es exactamente como el último que hemos hecho, pero recién levantado de la cama”
¿Pensabas que llegaríais a donde habéis llegado veinticinco años después?
Eso tampoco lo piensa nadie. Quien tiene muchas ínfulas, que piensa más en el final que en el camino, se pierde en el camino y no llega al final. Mi sueño era grabar un disco, todo lo que ha venido después han sido ocho o nueve bolas extras. Nos ha dado para que estemos más de veinte años sin aguantar a un jefe, cobrando por divertirnos. Da un poco de vergüenza y de pudor, porque la peña se bate el cuero todos los días para sobrevivir, pero en nuestro caso ha sido así, qué le vamos a hacer.
Como comentabas al principio, habéis permanecido los mismos cinco integrantes todo este tiempo. Es una cosa que muy pocos grupos consiguen.
Creo que ninguno. El otro día me comentó alguien que Zea Mays nos llevan unos meses de ventaja. La misma formación también, pero cuatro o cinco meses más viejos que nosotros. No lo sé, lo tengo que hablar con Aiora para enterarme bien y ver si son los mismos desde el primer ensayo o no (risas). Pero sí, somos los mismos, y nos vamos a morir así. Lo digo sin falsa modestia, no le llego ni al tobillo a ninguno de los que han escrito las letras de oro de la historia del rock urbano de este país. Ni a Barricada, ni a Rosendo, ni a Extremoduro, ni a Fito, ni a Platero, ni a Los Suaves. Pero la gente nos recordará por haber sido la banda más honesta que ha habido en la historia, y que hizo media docena de canciones que estaban bastante bien.
“Los grupos más importantes de rock de este país tienen los nombres más feos que te puedes echar a la cara”
Se reedita ahora el disco por todo lo alto por el veinticinco aniversario, ¿en qué va a consistir?
La movida era que nos fuimos de RCA hace ya doscientos años, y aquel disco se dejó de fabricar, salieron en CD las copias que se hicieran, pero llevaba descatalogado muchísimos años. Mucha gente nos decía que quería tenerlo físico para tener la discografía completa. Pero RCA desapareció, BMG fue absorbida, dependía de otras multinacionales… Ese rollo de discográficas que no entiendes muy bien. Llegó un momento hace seis o siete años que quisimos hacer esto de reeditar el disco, pero no había un ente, una persona con la que pudiéramos hablar para ello. Nadie sabía quién era el responsable del catálogo de BMG-RCA. Fíjate cómo estaba el patio, en la era de la comunicación nadie sabía absolutamente nada de ese disco. Durante varios años Alén ha estado levantando tapas de ataúdes hasta que ya por fin, en la pandemia o por ahí, pusieron a una persona responsable de catálogo, nos pusimos en contacto con ellos y hemos llegado a un acuerdo para la reedición de “La patera”. La intención no es otra que toda nuestra discografía esté disponible físicamente tanto en CD como en vinilo, para quien quiera tenerla. Nos hacía mucha ilusión, es el único disco que no teníamos en vinilo. Ha llegado hace nada, y ha quedado superbonito. Lo hemos mandado al guiri a que le pegue una remasterización, donde solemos mandar los discos de Marea, ahí en Nueva York. Nosotros le llamamos Josetxo porque si ves una foto suya parece de aquí, del Valle del Roncal (risas). A él le mandamos los discos y la verdad que los deja guay, suenan muy bien. No lo hemos podido mezclar porque no existen las pistas, ni siquiera las originales. Que esa es otra, porque antiguamente los estudios cuando se grababan maquetas y cosas así, en vez de guardar la cinta, grababan encima al siguiente grupo (risas). Ese disco no se va a poder remezclar nunca, aunque queramos, lo cual está de puta madre, así no hay tentaciones.
¿Os veis haciendo una gira conmemorativa de este disco, como hicieron Metallica con “Black Album” por ejemplo, tocando todas las canciones?
No, gracias por la flor, pero no somos Metallica (risas). Mirar para atrás un poquito está bien, pero de hecho no íbamos a hacer entrevistas ni nada, porque nos daba un poco de pudor. Vender ahora la burra… Pero bueno, hemos accedido a hacer un poco de promoción porque nos hace ilusión que el niño vaya a la universidad. Pero tocarlo no, aparte hay dos o tres canciones que nos las tendríamos que volver a aprender (risas).
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