Marcando la diferencia
EntrevistasManel

Marcando la diferencia

Jordi Nopca — 10-12-2008
Fotografía — Archivo

Manel acaba de estrenarse con su primer álbum, “Els millors professors europeus” (Discmedi), pero la belleza cotidiana y la versatilidad instrumental de su cancionero convierte al cuarteto catalán en una de las novedades más interesantes del año. Esta vez, el idioma no importa. Manel forma parte del cartel del Estrella Damm Primavera Club (del 10 al 13 de diciembre en Madrid y Barcelona).

Después de la charla de casi una hora con la formación completa de Manel nos fuimos con la inquietante sensación de que todo –en su música, en sus letras, en la elección del nombre del grupo o del título del disco– ha salido por arte de magia, sin premeditación alguna. “No tenemos la pretensión de hacer ninguna otra cosa que la que estamos haciendo”, nos comentan repetidas veces, y cuando les pedimos que sean un poco más explícitos hacen referencia a la única voluntad “de hacer libremente”, es decir, a componer y escribir lo que quieran en ese momento –y ya está–.

"Nuestras letras son bastante literales y de estar por casa"

Su música ha sido etiquetada como pop-folk, pero ellos se sienten más cercanos al pop (probablemente porque actualmente es un cajón de sastre enorme y con una amplia gama de matices). Su voluntad de contar historias en sus canciones ha sido comparada con el Grup de Folk que a mediados de los sesenta protagonizó una pequeña revolución hippie en la escena catalana. “Hemos escuchado poco a una parte importante del Grup de Folk como Jaume Arnella, Falsterbo Marí o Oriol Tramvia, así que de ellos no tenemos influencias. En cambio, a Pau Riba y Jaume Sisa los tenemos bastante estudiados y nos gustan tanto los arreglos de sus discos como su forma de entender las canciones”. En “Els millors professors europeus” Manel reciclan los espíritus libres de los dos exponentes menos ortodoxos de la canción de autor de los setenta y entregan una docena de canciones que navegan instrumental y líricamente por parajes poco transitados (y a la vez familiares) de la música actual. “Cuando formamos el grupo –eso fue en junio de 2007– decidimos escoger un nombre corto y sencillo, que no tuviera ninguna metáfora. La música que hacemos encaja con las intenciones que teníamos cuando bautizamos el grupo. Grabamos una maqueta con cinco canciones que hemos incluido en el disco, y son la parte de nuestro repertorio que menos ha cambiado con el tiempo: hemos cambiado los midis por instrumentos reales –y poco más–. La parte buena de trabajar las canciones por ordenador es que puedes ir añadiendo nuevos instrumentos y perfeccionando el resultado. Para cada canción que escribimos pensamos en una instrumentación muy precisa que a menudo es mucho más amplia de lo que se espera en una canción pop”. Si a nivel internacional ejemplos como The Divine Comedy o Sufjan Stevens nos han demostrado repetidas veces su capacidad para incluir todo tipo de instrumentos en sus composiciones, no es tan habitual encontrarnos tanta variedad en grupos barceloneses (no inspirados en Pascal Comelade): a las voces, guitarras, banjos y ukeleles de Guillem Gisbert y Roger Padilla se suman el bajo y clarinete de Martí Maymó y la batería de Arnau Vallvé, que en el disco se complementan con trompetas, trombones, violines y muchos otros detalles inspirados. “En directo somos solamente cuatro y algunas partes de las canciones tenemos que adaptarlas y en cierta forma reinventarlas: es un trabajo difícil pero estimulante”. Igual que la mayoría de compositores de la historia del pop, las principales fuentes de inspiración de Manel son anécdotas personales (“muchas veces simpáticas y divertidas”) que después de aplicarles los artificios narrativos correspondientes se convierten en pequeñas narraciones sobre flechazos amorosos (“Ceràmiques Guzmán”), en tratados ambivalentes sobre el optimismo (“Captatio Benevolentiae”), en críticas a la cirugía estética (“Els guapos són els raros”) o en deliciosas comparaciones entre la Roma imperial y la actual, inundada por los turistas y transformada en una impresionante ciudad-museo (“Roma”). “La mayor parte de canciones tratan sobre el amor porque mucha gente se puede sentir identificada con él, pero también porque es muy difícil tratar otros temas con cierto estilo. Nuestras letras son bastante literales y de estar por casa. El universo que transmitimos a través de nuestras canciones no está nada lejos de la realidad…”. La cotidianidad casi costumbrista y la mirada puntual hacia el pasado (fiestas mayores, bailes, el SEAT 600) complementan los ejes temáticos del primer y muy recomendable disco de Manel, cuyo título proviene de “Pla quinquennal”, canción que explica una estrategia para ligar que se alarga misteriosamente, igual que las hipotecas o las patologías mentales.

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Marcando la diferencia
EntrevistasAlbert Pla

Marcando la diferencia

Miguel Amorós — 21-10-2008
Fotografía — Archivo

Desde ¿Anem Al Llit? (2002), que este gran iconoclasta no editaba canciones propias. Entremedio, y entre otras cosas, un estremecedor “Cançons d’Amor i Droga”, disco con canciones del poeta Pep Sales. Un recopilatorio de sus canciones, pero en directo, “Vida y milagros”. Y un controvertido (como no puede ser de otra manera) espectáculo, “El malo de la película”. Ahora llega “La diferencia” (El Volcán), su nuevo y sorprendente disco.

Once “nuevas” canciones que asombran por sus inéditos matices musicales y, cómo no, por sus inestimables letras. Un disco con nueva casa discográfica y esta vez, a diferencia de anteriores ocasiones, saldrá a la venta antes de que se estrene oficialmente el espectáculo con el mismo nombre y que ya tiene fechas hasta mayo de 2009, con visita incluida a México. Un espectáculo definido según su web como: “multimierda y para hacer evidente la estrecha línea que separa el bien del mal, el blanco del negro, el positivo y el negativo, ¿dónde está la diferencia?”.

"Para mí lo difícil es olvidarte de las letras"

La respuesta es evidente: Él es la diferencia. Parece que sea el único (quizá junto a Robe Iniesta, su amigo de Extremoduro) capaz de escribir letras que aún tienen que pasar la “censura democrática”, aunque le importe bien poco. Todo esto nos lo cuenta, a veces de manera escueta a veces extendida, desde una terraza de un clásico bar de la otrora famosa “Plaza del Tripi” de Barcelona. Se le nota alegre y distendido, pero su fina ironía siempre está presente. Antes de profundizar sobre su nuevo disco le preguntamos por esos conciertos con banda eléctrica que le han llevado este verano por una docena de festivales y que ha bautizado como “Toykexohumo”. “Cogimos las canciones más fáciles y preparamos un concierto para que la gente se divirtiera y nosotros también. Siempre trabajo en invierno en teatros y en verano, si salen festivales, los hacemos. Y me duele decirlo, pero es una vergüenza que haya festivales donde el sonido sea lo de menos y que al público se le tenga tan poco respeto”. Pienso lo mismo, pero vayamos por el disco. En “La diferencia” encontramos un catálogo de estilos variados que incluyen rumbas, rancheras, aromas lounge, aunque pasadas por el filtro y cantadas al estilo Pla, claro. Y resaltan dos canciones que pronto se incluirán entre sus clásicas, la larga e insolente “La colilla” y la divertida “Juerga catalana”. Eso sí, con unos arreglos primorosos que incluyen además de guitarras, batería y bajo, instrumentos menos habituales como acordeón, cuerdas, piano, pianillo o trompetas. Y es que además de sus fieles Diego Cortés y Judit Farrés, están Tino de Geraldo, Jordi Busquets, Pascal Comelade o Quimi Portet, que también es el productor. “Casi todas las canciones se han compuesto en el escenario, así que llegamos al estudio con todo el trabajo hecho. Entre Judit y yo pensamos todo el disco, y con Diego también. Después hablamos con Quimi y enseguida lo entendió y Pascal y Tino salieron de una forma natural. En tres días estaba todo el trabajo hecho y sólo se trataba de elegir que tomas nos gustaban más. La única sorpresa agradable han sido los coros, que no estaban grabados, y descubrimos que a Quimi también le gustaban y al final tomaron cierta importancia”. Lo que siempre ha sido importante y sobresaliente en sus canciones son sus historias implícitas y que en este disco brillan en la surreal “Corazón”, la alucinada “Hongos”, la opresiva “Fantasma” o la cruda “Malos pensamientos”. Todas cantadas, contadas e interpretadas con esa falsa ingenuidad tan real y viva que confunde al personaje con el intérprete. Y lo que también resulta curioso de conocer es su “no” método de composición. “No tengo una forma de componer. Es una especie de puzzle que monto cuando quiero acabar canciones. Junto lo viejo que tengo escrito con ideas nuevas o al revés. A mí no me viene la inspiración, la tengo siempre. ¡Ah! y yo no escribo nunca. Hasta que no me acuerdo de memoria, no acabo las canciones. Para mí lo difícil es olvidarte de las letras. Algo que me parece de mala educación es que un cantante salga de invitado de otro, y lo haga con la canción escrita en un atril. ¡Hostia! Si te invita un tío a cantar, no vas a salir con un papel, ¡que mal rollo! ¿No?”. Cierto. Y es que hablar con Pla, si está receptivo, da para mucho. Por ejemplo sale el tema del pirateo y comenta. “El otro día me llegó la liquidación de royalties de mis dos primeros discos en catalán. Me dieron ciento treinta euros. No sé quienes son los piratas”. O sobre el cambio climático y a pesar de su segunda paternidad. “Por mí como si asfaltan todo el planeta”. O sobre algunos de sus proyectos pendientes: un disco de rancheras y el filme de “El malo de la película”. “Cualquier día los hago, pero el problema importante es el formato”. O en plan más distendido cuando sacamos a colación el nombre de Michael Phelps (Pla fue campeón de España de cien metros mariposa). “Todo el mundo vio que en aquella carrera llegó segundo y luego dicen que era confuso”.

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