Rabia contra la máquina
EntrevistasManta Ray

Rabia contra la máquina

Enrique Peñas — 21-02-2003
Fotografía — Archivo

Tres años después de entregar su último largo, y tras la provechosa colaboración con Schwarz, los asturianos Manta Ray hacen tabla rasa y paren “Estratexa” (Acuarela, 03), un cambio de registro considerable en el que los presupuestos éticos y estéticos del cuarteto se endurecen notablemente, trasluciendo en cada surco la incomodidad de vivir en un Occidente que cada día se desmorona un poco más.

“Si no pensáramos que este disco es el mejor de Manta Ray, probablemente nos disolveríamos”. Esto, que dicho por otros –por la mayoría- podría sonar a tópico, en boca de Xabel Vegas (batería) es toda una declaración de intenciones, una defensa de un álbum, “Estratexa”, que va sobrado. Por muchos motivos, pero principalmente porque cada escucha se convierte en una bofetada, una sacudida frente al inconformismo. “Sin duda es el disco más violento de toda nuestra trayectoria, pero también el más maravilloso” (Frank Rudow –ambientes, teclados, percusiones-). “En Manta Ray siempre ha habido una idea de reinventarse y, sobre todo, de desprenderse de cosas. En su día, ´Pequeñas puertas que se abren y pequeñas puertas que se cierran´ iba un poco en ese sentido. De un álbum a otro podríamos ser perfectamente un grupo distinto, pero mantenemos el nombre precisamente por dar esa continuidad y coherencia que implica ir desprendiéndose de algunas cosas” (Xabel).

"Sin duda es el disco más violento de toda nuestra trayectoria”

De hecho, “Estratexa” tiene más en común con Lisabö (“una de las mejores bandas en Europa”, apunta Xabel) o Programme (la violencia de “Qué niño soy” también está en “Une vie” de los franceses) que con cualquier otra cosa que hubieran hecho antes, especialmente si hablamos de “Esperanza” (Astro, 00). “El único punto en común con ese disco es Kaki Arkarazo -productor de ambos-; lo teníamos claro desde el principio: queríamos grabar con él”. En este caso, sin hacer recordings, sino en directo: “como en el local de ensayo”. Todo lo demás son cambios, empezando por el sello: de Astro a Acuarela, lo que les permitirá tener una importante distribución internacional (Estados Unidos, Bélgica, Holanda, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, etcétera) e incluso embarcarse en una gira por varios países a partir de mediados de marzo. “Estratexa” es expresionismo; es “El amor en los días de la furia” –novela de Lawrence Ferlinghetti enmarcada en plena revolución del 68; ahora Frank espera otra revolución, distinta, más profunda; Xabel no lo ve tan claro-; es lucha: “Tiene que ver con las circunstancias que nos rodean, y también con algo de lo que hablamos a veces con grupos de Xixón: con Mus, Diariu, Nacho Vegas -hermano de Xabel y Manta Ray hasta “Pequeñas puertas...”- o Ramón Lluis Bande, y que es la perspectiva moral de lo que hacemos. Antes quizás lo teníamos poco en cuenta y ahora sí nos hemos parado a plasmar esa incomodidad para vivir en este mundo y más en un principio de milenio bastante trágico: con una guerra hace unos meses y otra que se avecina para las próximas semanas”. “Calculando la estrategia de los mortales”, cantaba Mónica Vacas –Mus- en “Al oeste de la divisoria”, uno de los temas de “El Naval”. En su contexto, no tiene nada que ver con la “Estratexa” de Manta Ray, pero fuera de él refleja un sentimiento parecido. “Es algo que hemos aprendido de ellos; de distinta manera, porque Mus se centra más en lo que es Asturias, mientras que nuestro planteamiento tiene más que ver con una situación general, casi geoestratégica. De hecho, el título del disco, que es muy guerrillero, planta cara a esos señores de la guerra. Y cuando hablo de planteamiento moral no me refiero a discurso político, porque nuestra música no acepta un discurso político clásico. Es una perspectiva moral que también se traduce en el discurso estético: no es casual que las canciones sean más desnudas y violentas” (Xabel).

"Adorno dijo que después de Austwichz no se podía hacer poesía, y así nos sentíamos nosotros”

De ahí un tema como “Asalto”: un minuto y cincuenta segundos de furia antes inimaginable, un tema al que hace años hubieran buscado las vueltas. El post-rock se transforma aquí en post-hardcore: no hay apenas atmósferas (sólo en “Rosa Parks” –la primera mujer negra que desafió las leyes racistas norteamericanas- y “Ausfahrt”), sino baterías y bajos que lo llenan todo y guitarras en primer plano. Nadie podrá hablar ahora de melancolía y concepción cinematográfica, dos tópicos que han acompañado a Manta Ray desde sus inicios, en 1994: “Hay una intención explícita de eso. Algo que hicimos en ´Esperanza´ y de lo que nos desprendemos ahora es utilizar recursos musicales o arreglos de cuerda que tendían a embellecer las canciones, a enmarcarlas en la idea tradicional de la belleza. En este disco queríamos hacer todo lo contrario: eliminar todo elemento superfluo y centrar la atención en la rabia. Adorno -filósofo de la Escuela de Francfort- dijo que después de Austwichz no se podía hacer poesía, y así nos sentíamos nosotros ahora”. Y olvidémonos de la evolución natural: “Eso me suena a Darwin; yo creo que todas las evoluciones son premeditadas de alguna manera, y, en esta ocasión, incluso antes de ensayar las canciones, una de las cosas que hablamos es que queríamos hacer un disco radicalmente distinto al anterior” (Xabel). “Es una actitud casi hardcore, pensando en Fugazi, tenía que ver algo con eso” (Frank). El resultado nos lleva a un disco directo: cuarenta minutos rítmicamente más complejos que nunca y sobre todo más agresivos. Xabel habla de la idea del tiempo: “Es algo que no se reduce a minutos y segundos, y que a lo largo de la historia va cambiando: se hace plástico, se va estirando y encogiendo, es algo que se va superponiendo. Un tema en el que se traduce mucho esta idea es ´Estratexa´, hasta extremos casi obsesivos: es una canción mucho más compleja de lo que parece; incluso tuvimos que hacer ecuaciones en el estudio para cuadrar los tiempos. En las obras del minimalismo, escuchas a Philip Glass y, aunque repita un fraseo hasta la saciedad, no es lo mismo el primero que el último. Hay una variación del tiempo, no física pero sí emocional o estética” (Xabel). Desde su debut, hace nueve años, y hasta este punto, han entregado otros dos discos, además de tres colaboraciones. En la última y más auténtica –con Schwarz- (“Heptágono”; Astro, 01), después de Diabologum y Corcobado, amén del álbum de remezclas a cargo de varios artistas de Cosmos que revisaron con mayor o menor fortuna “Pequeñas puertas...”, quizá haya que buscar el punto de inflexión que lleva “Estratexa”. “Algo hay, pero más bien inconsciente. La experiencia de grabar un disco con Schwarz fue muy positiva, pudo funcionar como un grupo de siete personas. El resultado de este disco le debe mucho a ´Heptágono´, pero tampoco es definitivo” (Xabel). El otro referente –ya lo hemos dicho: por ser radicalmente distinto-, es “Esperanza”, el primero grabado sin Nacho Vegas, que en 2001 publicó “Actos inexplicables”. “Entonces estábamos un poco obsesionados con la idea que, tras la marcha de Nacho, cada uno tenía que coger más peso: si antes teníamos un veinte por ciento del grupo, sin Nacho el porcentaje subía hasta el veinticinco [a repartir entre Frank, Xabel, José Luis “Rubio” –voz y guitarra- y Nacho Álvarez –bajo-]. De modo que ´Esperanza´ es un disco mucho más lleno, porque estábamos muy preocupados por compensar la salida de Nacho. Y en ´Estratexa´ hemos vuelto al minimalismo, estamos más seguros de nosotros” (Frank). “Es que creo que da la impresión de que Nacho tenía una perspectiva más lírica de la música, más intimista, y no es así para nada: con Manta Ray utilizaba un lenguaje muy abstracto y, probablemente, si hubiera seguido en el grupo habría conectado al cien por cien con ´Estratexa´, que es un disco incómodo, doloroso, y que, con todo lo desnudo que es, es infinitamente más complejo que ´Esperanza´. Otra cosa es que él quisiera desarrollar un proyecto en solitario por otras vías". 

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