Suena brillante
EntrevistasManos De Topo

Suena brillante

Enrique Peñas — 01-12-2011

A la primera fue la sorpresa; a la segunda, la confirmación; y a la tercera, la vuelta de tuerca a un sonido que se les empezaba a quedar pequeño. Manos de Topo no ha dejado de ser el grupo que conocíamos, pero en “Escapar con el anticiclón (y volver con la boca roja)” el patetismo tragicómico de siempre se viste, con perdón, de madurez.

Empieza el tercer disco de Manos de Topo y ya tenemos el primer reproche: “Inventaste una invasión a la tierra; no es verdad, mentirosa”. La vida sigue igual, pensarán algunos, y así es, porque aquí está el fracasado que irrumpió hace cuatro años, el antihéroe de la tragicomedia romántica, pero también desde el principio se aprecia un cambio, una evolución, un salto adelante, algo distinto, un sonido que ha ganado enteros y que, definitivamente, no es el de los dos primeros trabajos de la banda afincada en Barcelona. “Estábamos un poco cansados de la guitarra acústica y también del Casio PT-1, nos limitaba demasiado. Yo tenía bastante miedo a la eléctrica y ahora es como si hubiera descubierto un mundo nuevo. El caso es que empezamos a hacer canciones así, jugando con distorsiones, (Alejandro) Marzoa con el teclado buscando cosas diferentes. Lo teníamos bastante claro”, explica Miguel Ángel Blanca, a quien nadie podrá dejar de identificar como voz de los ‘topos’.

En este proceso, que comenzó ya con los temas de “Momento único”, el EP compartido con Tarántula, ha jugado un papel decisivo Ramón Rodríguez (The New Raemon), flamante productor de este “Escapar con el anticiclón (y volver con la boca roja)”. “Lo propuso él, no es que nosotros le fuésemos a buscar, y por supuesto nos pareció estupendo, estábamos convencidos de que podía salir bien, que era la persona indicada para guiarnos por ese sonido. Los discos de Manos de Topo le parecían demasiado lo-fi, así que quería dar con un algo más brillante, meter unos arreglitos y trabajar también las guitarras y los coros. Ya nos había gustado mucho su último álbum, ‘Libre asociación’, con baterías más contundentes, y es un poco el camino del nuestro. Muy rítmico, aunque no tan oscuro”.
El cambio se traduce en que las canciones, manteniendo sus señas de identidad, ya no parecen de juguete, con ese punto infantil que abundaba especialmente en “Ortopedias bonitas”, sino que han crecido, presentando un empaque que les augura mayor recorrido en los directos, en los que por cierto no estará Pau Julià (bajo, ahora en Tarántula) y sí Eduardo Campos (Nisei).

Seguimos hablando de todo esto, con la vista puesta en adaptar los viejos temas a la renovada realidad del grupo. “Hace tiempo que con Rafa (De Los Arcos, batería) habíamos empezado a componer de otra forma. Antes las canciones las hacía yo en casa, en plan rasqui-rasqui, y después poníamos la batería. En cambio ahora hemos compuesto con la base rítmica desde el principio y estamos contentos con esta forma de trabajar. Nos apetecía experimentar, no sacar un tercer ‘Ortopedias bonitas’ ni un segundo ‘El primero era mejor’. También es algo que nos condicionaba más de la cuenta en los conciertos, porque el PT-1 quizá es demasiado radical, nos obligaba a manejar siempre el mismo sonido. Imagino que habrá gente que lo eche de menos porque lo veía como una huella o un icono, pero en realidad para algunas canciones jugaba más bien en contra”. El trabajo, para quienes ya se lo estén preguntando, también ha alcanzado a la voz de Miguel Ángel Blanca: llorona, como corresponde al personaje, pero también suavizada por momentos, incluso con un inédito punto de sobriedad (“Tus siete diferencias”, “Maquillarse un antifaz”, “Tragedia en el servicio de señoras”) como contrapunto a la locura (“Animal de compañía”, “Pinzas en los ojos”). “Lo que ha hecho Ramón es ayudarnos a jugar mejor nuestras bazas, poner los elementos de Manos de Topo a favor de las canciones. Cuando llevas quince días en el estudio pierdes un poco la perspectiva y no sabes si lo estás haciendo bien o mal, mientras que contando con un productor es más fácil tener alguien que te guíe. Sí que es verdad que a veces Ramón me decía ‘oye, es que pareces la rana Gustavo, esta canción no pide eso’; entonces lo escuchábamos, porque yo también soy muy cabezón y me gusta hacer mucho gorgorito, y veíamos que efectivamente una voz algo más comedida podía venir mejor”.

Este camino emprendido en “Escapar con el anticiclón” nos hace descubrir nuevas posibilidades en Manos de Topo, un grupo que para muchos era hasta ahora como el concepto de nación que proclamó en su día el finado (presidencialmente hablando) Rodríguez Zapatero: discutido y discutible. Lo que sea, vale, pero desde el principio único en su especie, necesario en una escena mimética en más ocasiones de lo deseable; ahora se arman de razones para continuar a lo suyo. “No estamos al corriente de lo último de lo último, no somos de estos que van corriendo a coger la ‘Mondosonoro’ para ver qué hay de nuevo. Es una de las cosas buenas: hacer lo que nos gusta sin tener que dar explicaciones a nadie, que es algo que sí pasó con el primer o el segundo disco. De todas formas, siempre me ha resultado curioso que el tema de la voz sea de las cosas que más llamaban la atención. No es me quiera comparar con The Cure, pero el caso es que nadie se plantea cómo canta Robert Smith, sino que hay mil historias más de las que hablar”.
A la evidente evolución en el sonido se une la del patético protagonista de las canciones, tan fracasado como de costumbre, pero ahora con la cabeza alta, en un arranque de dignidad. “Digamos que el personaje ha ido creciendo: en el primero casi tenía miedo a las mujeres, en el segundo entablaba una relación y ahora está en esa fase de tener una serie de dudas, de llevar diez años con alguien y plantearse si debe seguir adelante o no, con las distintas consecuencias que tendrá la decisión que tome. Pero siempre con un poquito de reproche hacia la chica y todo eso, más seguro de sí mismo. Hay mucha más verdad de lo que la gente pueda creer en las letras de Manos de Topo. Son nuestras vivencias, el personaje somos nosotros, exagerado quizá, contado con un toque de humor, pero muy autobiográfico”. Entre el distanciamiento de Samuel Beckett y el absurdo de Miguel Mihura (“El amor es como la sal de frutas. Si se deja pasar la efervescencia del primer momento, luego sabe a demonios”, decía uno de sus personajes, en una frase que bien podría firmar el protagonista de las canciones que nos ocupan), con una comicidad dramática y rebelde, y en este caso más con los pies en la tierra en que anteriores entregas. La derrota, es un hecho, está a la vuelta de la esquina, aunque despunten arrebatos de optimismo (“Haz tu magia”, “Animal de compañía”) y hasta acaben en tono de fiesta (“En sintonía”). “Es una de cal y otra arena; pasamos de que todo es una mierda a que, por mal que vengan dadas, hay que seguir adelante. También ‘Mentirosa’ está llena de recriminaciones y al final se convierte en una súplica para volver al lado de la chica”.

Y es que hay cosas que, por muchas vueltas que le queramos dar, no tiene pinta de que vayan a cambiar: “Que te acuestes con otros que no hacen ni la mitad por ti, es muy feo”, se lamentaba Miguel Ángel Blanca en el estreno de Manos Topo; tiempo después, continúan los problemas con las mujeres: “Sólo piensas en mí cuando no tienes con quien dormir” (“Mejor sin pijama”). “Es una frase que está ahí y que casi todo el mundo ha vivido. Eso de que te llamen y ser el segundo o el tercer plato de alguien; y pese a ello, comerte el orgullo, preferir eso a no ser nada. Es el poder que tienen. Hacen lo que quieren con nosotros, debe ser que eso les gusta. Y ya no sólo el tercer plato, el quinto también nos vale”. Ay, si es que son unos románticos.

5 comentarios
  1. ¡Pero si la foto es la de la portada de Senderos de Traición!

  2. ¿En seeeerio? ¡Qué casualidad!

  3. joder que panda de cachondos!!Bonito Homenaje!

  4. Vaya Cracks Señores, vaya cracks!!! Pa sacarse el sombrero!!!

  5. Podrían poner links a las músicas de los grupos entrevistados...

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