Enfrentarse a Diplo durante poco menos de diez minutos supone un extraordinario esfuerzo de síntesis para cualquier periodista. Aprovechamos su paso por España para hablar sobre “Peace Is The Mission” (Mad Decent/Warner, 15), su nuevo disco, y mucho más.
DJ de celebridad internacional, productor de órdago al rescate de superestrellas necesitadas de un halo de modernidad, difusor de sonidos no occidentales de muy diversa procedencia al frente de su sello Mad Decent, compañero de Skrillex en Jack Ü y sobre todo alma mater de ese proyecto de impacto global que es Major Lazer. Todo en uno. Precisamente ese, su rol como centro de gravedad de Major Lazer, es el que justificaba la charla que mantuvimos con él en el backstage del Rototom Sunsplash de Benicàssim, tres cuartos de hora antes de que el trío irrumpiera sobre su escenario principal. Y aunque Walshy Fire y Jillionaire también le acompañaron en el brevísimo encuentro que pudimos sostener con él, cuesta mucho no aprovechar el inabarcable perfil del DJ y productor norteamericano para plantearle, en modo escopeta de repetición, una decena de cuestiones que exceden su papel al frente de Major Lazer. Incluso aunque la cita se desarrolle en una suerte de aquí te pillo aquí te mato y en una carpa invadida por el estruendo procedente del Main Stage del multitudinario festival de reggae (Walshy Fire saldó la cuestión genérica con un “en nuestros conciertos siempre hay algo de reggae”, pero lo cierto es que su presencia fue mínima). Una suerte de contaminación acústica de esas que hacen de cualquier conversación medianamente normal una auténtica lucha contra los elementos. Benditas sean, por siempre, las grabadoras.
Los álbumes de Major Lazer son muy eclécticos y exhiben un elenco de colaboradores de lo más diverso. “Peace Is The Mission” no es una excepción. No debe ser fácil tener a gente tan dispar como Shaggy, Ezra Koenig, Ellie Goulding, DJ Snake, Bruno Mars o Mø en los créditos de una discografía que apenas llega a tres álbumes. ¿Tenéis claro cuáles van a ser los músicos que van a colaborar en cada uno de vuestros álbumes cuando entráis en el estudio a la hora de abordarlos o vuestros largos simplemente responden a la suma de canciones individuales, que funcionan por separado?
Estamos orgullosos de los que hacemos porque intentamos elaborar un sonido nuevo, que se pueda calificar de internacional o global, pero aún así creemos que lo que sale al final suena como un álbum, sí. Al menos esperamos que todas las canciones enlacen, como una unidad.
Luego tenéis una idea muy clara de quién va a colaborar en cada tema antes de que el álbum comience a tomar cuerpo...
Es espontáneo, depende de quién se deje caer. Es un planteamiento muy con los pies en la tierra. Él (mira a su izquierda, a Walshy Fire) conoce gente en Jamaica, yo en Los Angeles, él (mira a su derecha, a Jillionaire) en Trinidad o en Nueva York. Trabajamos en la música a diario, sin desconectar, podríamos hacer una nueva canción aquí mismo, por ejemplo, en cualquier backstage.
Vuestros discos muestran un variopinto manojo de estilos. Sin ir más lejos, en el último hay dancehall en “Blaze Up The Fire”, beats de reggae en “Powerful” o moombathon y trap en “Roll The Bass”, pero ningún ingrediente predomina sobre los otros. ¿Dirías que la dificultad para etiquetaros es una de las claves de vuestro éxito?
Sí, rotundamente. Ese es nuestro objetivo: no tener estilo. No queremos que nadie nos ponga ninguna etiqueta.
¿Por qué habéis decidido editar dos álbumes en un periodo de tiempo tan corto, en menos de un año? “Peace Is The Mission” ha sido recientemente editado y en unos meses saldrá su continuación, “Music Is The Weapon”. ¿Es así?
Simplemente trabajamos duro, y algunas canciones encajaban juntas cuando las terminamos y otras que fuimos grabando vimos que encajaban mejor en otro álbum. Pero lo cierto es que no esperábamos que el single ‘Lean On’ fuera a tener tanto éxito, lo que nos ha llevado a decidir que vamos a reeditar "Peace Is The Mission" en noviembre o diciembre, con cuatro canciones nuevas. Así que vamos a retrasar la salida de "Music Is The Weapon" hasta marzo de 2016, seguramente.
Cambiando de tercio, y yéndonos a tu faceta como DJ, ¿alguna vez pensaste, hace más de diez años -cuando comenzaste a pinchar- que los disc jockeys acabarían suplantando a las estrellas de rock al uso en la gran mayoría de festivales?
Creo que la forma en la que hacemos música electrónica es muy postmoderna. No es tan fácil como el modus operandi de una estrella de rock, que simplemente se cuelga una guitarra sobre el escenario y rockea. La forma en que nosotros, como Dj’s, hemos tenido que ir progresando, cogiendo cosas de aquí y de allá, haciendo nuestros propios vídeos, nuestra música, velando por nuestra estética, en una especie de todo en uno, es algo mucho más complejo de lo que solía ser el rock and roll. Creo que no he conocido nunca a una estrella del rock que trabaje más duro que nosotros.
¿Crees también que en ese vuelco de la situación, en favor de la figura del DJ, juegan un papel importante las nuevas generaciones, que quizá se identifiquen más con espectáculos como el vuestro (ya sea Major Lazer o Diplo) que con los shows rock al uso?
Creo y espero que sea así. Y creo que tiene que ver con el hecho de que los hermanos mayores de mucha de la gente que viene a vernos solía escuchar rock, y eso hace que esos adolescentes quieran diferenciarse de ellos. En general, nuestro trabajo es crear un sonido lo más grande posible, y eso siempre va a superar el lenguaje del rock. Es como la polifonía del reggae. No es fácil, pero es nuestro trabajo.
Como productor, has trabajado con un elenco también amplísimo y heterogéneo. Gente como Madonna, Robyn, M.I.A., Justin Bieber o Beyoncé. ¿Son ellos quienes te buscan generalmente a ti o suele ser a la inversa? ¿Cómo surgen esos trabajos? ¿Hay algún requisito concreto?
Es siempre espontáneo. Algunas veces intentas hacer algo con alguien y no funciona, y otras veces hay cosas que crees que nunca van a funcionar y te sorprendes, como nos ha pasado ahora con Mø, por lo que respecta a Major Lazer. Nosotros lo intentamos todo, pero nunca sabes cómo va a funcionar hasta que te pones a ello.
Has estado dando a conocer en los últimos años, desde tu sello Mad Decent, sonidos que nacen lejos de los focos mediáticos occidentales, como el favela funk brasileño de Bonde Do Role. ¿Crees que tu trabajo es similar al que desempeña Damon Albarn con la música africana en los discos de Mali Music? ¿E incluso similar a lo que algunas bandas a las que conoces muy bien -porque has colaborado con algunos de sus miembros- como Dirty Projectors o Vampire Weekend pueden hacer, cuando adaptan esos sonidos a su lenguaje pop, para que el público occidental se interese por sonidos que le son tan lejanos? ¿Crees que vuestro trabajo es realmente útil para para que el público occidental se interese por los sonidos de esos países menos desarrollados o su interés es más epidérmico?
Creo que lo de Damon Albarn es diferente porque hace música de una forma muy académica. Hace música popular con artistas africanos, y es estupendo y sorprendente lo que hace. Me ha invitado más de una vez a sumarme al Congo Express, pero es complicado para mí porque suele ser en noviembre, y lo tengo difícil para cuadrar mis fechas. Tiene mucho mérito lo que él hace, no solamente en Mali Music sino también en otros proyectos: juntar a raperos, cantantes de pop, gente que estuvo en The Clash como Paul Simonon... es una forma de funcionar que me recuerda bastante a lo que hacían Beastie Boys en su momento, o los propios The Clash, y eso es algo a lo que Major Lazer queremos acercarnos. Hay mucha gente acercándose a la música africana desde esa perspectiva, mucho más moderna que la de hace unos años, según la cual la música occidental era una cosa y la africana era otra bien distinta. Ahora tenemos a gente africana que viene de Estados Unidos y se expresa en portugués, en nigeriano o en inglés, con lo que ya prácticamente no podemos dividirlo según las categorizaciones que siempre han funcionado. Está todo mucho más mezclado, y creo que Major Lazer comenzó justo después de ese punto. En una escena global como la que vivimos, nosotros no podemos sentirnos outsiders en ningún sitio. Puede que en Jamaica, cuando empezamos, sí fuera un poco así, pero al fin y al cabo allí también sentimos que formamos parte de su cultura. Es excitante la sensación de estar siempre comerciando, en términos sonoros, con la gente de cualquier sitio.
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