Es curioso que un grupo como PUSA, que parece desubicado en la escena musical actual, genere tantas noticias. A favor suyo tienen que es difícil encontrar una propuesta similar a la suya, lo cual es sinónimo de personalidad y de creatividad. Y dada la dosificación a la que se han sometido, han conseguido no agotar la fórmula ni provocar cansancio entre sus fieles. Además de a sus familias, nuestros protagonistas han estado ocupados con otra serie de proyectos musicales. “Hemos estado ocupados con asuntos familiares, es cierto, pero también hemos colaborado con otras bandas con las que seguimos en contacto y que continúan en activo como Creepy Stick, The Feeling Hijackers, The Girafees, Chris & Tad o con mis discos en solitario como Chris Ballew”. En este cuarto largo de la banda encontramos de nuevo todas las señas de identidad que, a mediados de los noventa, hicieron de PUSA una banda realmente popular. El trío apareció en el momento justo en una ciudad como la de Seattle, sumida por aquellos días en plena depresión existencialista por el grunge. Ellos fueron un soplo de aire fresco, una bocanada de optimismo en unos tiempos en los que otros apostaban por el desgarro emocional.
"Ya no me preocupan mucho otras bandas, sino que prefiero a personajes individuales como Devendra Banhart, Mr. Dibbs o incluso Fatboy Slim" |
“Tuvimos suerte de estar en el sitio correcto en el momento correcto y eso nos permitió hacernos muy famosos. No éramos mejores que otros grupos, pero sí fuimos más afortunados. Ahora también seguimos moviéndonos en la misma escena, pero ya no me preocupan mucho otras bandas, sino que prefiero a personajes individuales como Devendra Banhart, Mr, Dibbs o incluso Fatboy Slim”. Aunque similar en sus planteamientos a otros lanzamientos de la banda, “Somebody To Love” también tiene sus rasgos diferenciales. Temas surferos, ecos de los Weezer más vitaminados, mayor uso de teclados o incluso un tema instrumental que responde al nombre de “Surf´s Down”. “Es una pieza instrumental que hicimos para un spot y, cuando la conseguimos, decidimos incluirla, ya que nunca habíamos hecho ninguna. La verdad es que fue fácil y la completamos sin problema. Nos hemos sentido muy cómodos haciéndola”. El disco lo grabaron en su propio sello, con el que ya editaron su anterior obra, y las condiciones de trabajo se las impusieron ellos mismos. “Nos fuimos al estudio en el que grabamos nuestro primer disco, y creímos que lo podíamos hacer en unos cuantos días. Nos volvimos, porque solamente dos o tres de las doce canciones que grabamos nos parecieron lo suficientemente buenas. Entonces fue cuando decidimos que debíamos tomarnos mucho más tiempo para poder escribir y componer las canciones. Así que una vez pasado ese periodo de tiempo, nos fuimos a otro estudio que tenía ordenador y empezamos de cero. Primero grabamos las baterías allí, y las voces y las guitarras las hicimos en el estudio que tengo en casa. El proceso fue muy largo y muy duro. Amo este disco y sería difícil hacerlo mejor, pero eso no hubiese sido posible sin un trabajo tan serio por delante. Lo positivo de tener sello propio es que los planes y las decisiones son cosa nuestra, y no tenemos que estar pendientes de lo que opinen otros”. Tras dos discos forjados en una multinacional, dieron carpetazo a esa unión tras muchas desavenencias. “Podría escribir un libro acerca de nuestra relación con la discográfica, pero en pocas palabras la definiría como claustrofóbica, limitada y como un sueño que se convierte en pesadilla”. Desgraciadamente, quedan en el tintero cuestiones como su relación con Napster, el porqué de acudir a cuatro estudios distintos y a tres productores para completar el disco o cuál es su situación en la actualidad de Seattle. A propósito, el disco incluye una versión de “No Problem” de Sex Pistols.
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