Hace unas semanas entrevistaba a Xarim Aresté para esta revista. Curiosamente, parte de nuestra conversación giró alrededor del ruido, entendiendo este como todos los inputs que nos llegan del exterior y que impiden nuestra concentración en algo concreto como, por ejemplo, puede ser un disco o una canción. Por otro lado, Maika Makovski y un servidor somos amigos desde hace tiempo, aunque la vida, esa que te lleva por caminos raros según Diego Vasallo, en nuestro caso nos haya llevado a demasiados períodos de desconexión. Eso hacía que sintiera cierto nerviosismo al enfrentarme a una nueva entrevista con ella. Nuestra relación puede facilitarlo todo, pero también puede llevar al lector a lugares en los que no se sienta cómodo. Así que hay que ir con cuidado. Aunque con Maika reconectarse es fácil. Ya de entrada la noto más calmada, más madura, menos volátil. Hablamos de nuestras cosas, pero hay que ir a la entrevista y, si se están preguntando qué pintaba lo de Xarim aquí, ahí va la respuesta. Aresté aparece como invitado en este “Bunker Rococo”, lo nuevo de Makovski, y aquella conversación sobre el silencio es lo primero que le planteo a la artista para arrancar el vuelo. Xarim me decía que a lo único que no se puede escapar, entre tanto ruido, es a una canción y por ahí vamos. “Es una reflexión muy Xarim. Es maravilloso que alguien con esa sensibilidad y esa magia que él tiene lo pueda ver así. Es verdad que hay demasiado ruido a nuestro alrededor ¿Has visto lo de Carmen Boza? Lo ha dejado porque estaba realmente angustiada porque la música ha dejador de ser su razón de ser”.
“La música, si quieres que esté libre, no puede ser perfecta”
De ahí, a hablar de las nuevas – o ya no tan nuevas- formas de escuchar música hay un paso. “Hemos dejado nuestras vidas en manos de algoritmos. Ellos deciden lo que escuchamos o no, y les hacemos caso sin darnos cuenta. Nos bombardean con información constantemente. Nada tendría que substituir a la potestad de decidir lo que me emociona o no. Y hemos decidido omitir una de las mejores cosas que tenemos, nuestra capacidad de elección. Ya no es que antes un periodista con sentimientos y sensaciones te recomendara un disco o una película. Ahora le hemos dejado eso a una máquina que lo hace con ¡algoritmos matemáticos!”. Por eso “Bunker Rococo” es un disco casi de resistencia a eso. Maika no es una artista muy prolífica en cuanto a álbumes. Su anterior, “MKMK”, data de 2021, porque sus pasos son medidos. Quiere estar segura de lo que da y de cómo lo da. “Justamente el disco se llama búnker por eso, por ese espíritu de resistencia y de querer que mi voz se oiga entre tanto ruido que no puedo controlar. He estado lejos de las redes casi un año, manejando mi angustia de estar y no estar a la vez. Y me ha costado encontrar mi camino cuando para mí expresarme siempre había sido algo muy natural. Me di cuenta de que había incluido en mi discurso un montón de palabras que no eran las mías, sino las de la avalancha que nos arrastra”.
Nos cuesta ponernos de acuerdo, eso sí, en mi visión de sus discos, aunque acabamos haciéndolo. Le apunto que estos me parecen cada vez menos inmediatos y aunque puntualizando, acabamos llegando a un punto de encuentro. “Yo creo que ‘MKMK’ sí que era inmediato, pero entiendo lo que dices. Me he ido alejando de etiquetas y superando tabúes. En este disco he intentado que mis extremos se dieran la mano. Es verdad que las canciones que escribo y son más inmediatas me apetece menos hacerlas, aunque alguna hay en el disco. Empecé a grabarlo buscando un sonido de inicio y también persiguiendo un poco de complejidad”. Eso ha llevado a que “Bunker Rococo” tenga incluso momentos que recuerdan a la improvisación. “Hay arreglos muy meditados, pero como dices, también hay improvisación. Yo creo que es un álbum de contrastes, con instrumentos clásicos e instrumentos contemporáneos, instrumentos orgánicos conviviendo con instrumentos sintéticos, y canciones muy crudas combinadas con temas más recargados. Es lo que siento como propio y, todos esos elementos, aunque parezcan antónimos, son los que me definen”.
Puede parecer que eso hace que en la música de Maika Makovski quepa todo, pero justamente ahí alza la voz. “No, no. Hay cosas que no soporto, como por ejemplo el efectismo. Me repele. Hay muchos vocabularios que no son mis vocabularios. Yo creo en un mundo amplio, y está claro que mis discos no son ejercicios de estilo. Siempre son un viaje y cada canción tiene su propia forma y su propio discurso. Te pones a decir géneros y luego no hay manera de meterlos en un cajón, y eso me gusta, aunque no sé si la prensa lo ve como algo bueno, pero es la única manera que entiendo de hacerlo. La música al final, si quieres que esté libre, no puede ser perfecta. Quizá haya gente para la que no tenga sentido, pero creo que sí lo tiene para quien ama a la música”. A propósito, “Bunker Rococó” está disponible a través de Cultura Rock, “quizá la única discográfica con al que, en este momento, podía trabajar a gusto”.
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