Madurez Punk
EntrevistasThe Bouncing Souls

Madurez Punk

Mikel Sola — 23-02-2004
Fotografía — Archivo

Sexto larga duración de THE BOUNCING SOULS, unos veteranazos del punk rock que nunca tiran la toalla y que continúan subiendo en el escalafón. “Anchors Aweigh” (Epitaph/Mastertrax, 03) se llama su disco “maduro”.

Un auténtico elemento este Greg Attonito. El vocalista suelta todos los tópicos habidos y por haber: intentan ofrecer algo nuevo con cada entrega, evitar el estancamiento, hacen lo que quieren, a todos sus integrantes les gustan distintos géneros... Esto es lo que tiene que decir de su producción: “Lo nuestro no es ser un grupo en el que la gente pueda confiar en cuanto a un cierto estilo, sólo queremos hacer música que amemos”.

“Lo nuestro no es ser un grupo en el que la gente pueda confiar en cuanto a un cierto estilo, sólo queremos hacer música que amemos”

En consecuencia, y pese a la declaración de intenciones que trae el libreto o incluso ciertos arreglos de cuerda, no pensaron conscientemente si “Anchors Aweigh” iba a ser maduro o no. Antes, los de Nueva Jersey habían editado trabajos tan recomendables como “How I Spent My Summer Vacation” (Epitaph/Mastertrax, 01) o su disco autotitulado de 1997. Ahí estaba esa “East Coast! Fuck You!” que bien pudiera ser el grito de guerra del cuarteto. “Terminó siéndolo, hasta cierto punto. Tenemos un par de pequeños himnos, y ése es uno de ellos. Lo escribimos como reacción cuando se hacía tanto caso a estas bandas californianas, y The Bouncing Souls éramos uno de los pocos grupos de la Costa Este que había por aquellos entonces. Era una respuesta y también una especie de cuestión de orgullo, además de una broma: un tema sobre la pizza y lo mucho que nos gusta”. Preguntado por cuáles son los demás himnos del combo, Greg revela que “True Believers”, “Kate Is Great” y... el que se dejaba en el tintero, “¡Ole!”, canción para el que grabaron un vídeo y que destila un populismo evidente. Se hace el loco, y finalmente confiesa: “Cuando la escribimos desde luego que íbamos a por temas de coros, era un poco la mentalidad por aquellos entonces (1999, el trabajo en cuestión era “Hopeless Romantic”, editado también por Epitaph y distribuido en nuestro país por Mastertrax). Alguna gente lo pilló en seguida: ‘míralos, están intentando que todo el mundo cante a coro’, lo cual es verdad. Pero lo hicimos porque pensábamos que molaba, si bien creo que desde entonces hemos cambiado y ya no hacemos las cosas tan intencionadamente”. Sea como fuere, les ha salido a pedir de boca, dado que a los conciertos en su país acuden entre cuatrocientas y tres mil personas. “Nos va bastante bien, no nos podemos quejar”, afirma el cantante. Y la mayor muestra de sinceridad llega cuando se le inquiere por su actitud ante las giras: mucho hablar de fiesta y, sobre estos escenarios –que llevan visitando desde que en el 96 acompañaran a Youth Brigade–, parece estar de lo más sobrio (a la postre admite ser abstemio). “Quizá estaba buscando algo que decir, a veces ocurre. Intentas establecer una conexión con el público y en ocasiones sale falso. Yo trato de ser honesto conmigo mismo y con el prójimo, lo cual no siempre ha sucedido en el pasado. Pudiera ser que estaba nervioso o esforzándome demasiado para que la actuación saliera bien”.

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