“Cualquier idioma se convierte en otro lenguaje en el contexto de una canción”
EntrevistasLukiek

“Cualquier idioma se convierte en otro lenguaje en el contexto de una canción”

Amaia Santana — 04-01-2022

Tome un éxito pop al uso, el hit que más rabia le de. Ahora dele la vuelta bruscamente, auméntele la velocidad, rebájesela acto seguido, meta algo de reverb, una pizca de autotune en los coros… En resumen, destroce su tema de pop normativo favorito, y aderece al gusto con rabia y surrealismo. Así suena lo nuevo de Lukiek, “#2” (Ático Stereo, 2021), disponible en CD y en digital. Nos lo cuenta Josu Ximun, voz y guitarra de este power trío que reniega de las estructuras pop establecidas y aboga por “algo más loco”.

¿Qué tal estáis? Os ataca el maldito bicho justo cuando acabáis de publicar vuestro nuevo disco “#2”...
Ya te digo… Estamos bien, Antton (Goikoetxea, bajista) y yo nos contagiamos. Tengo que quedarme en casa varios días más, pero estoy bien. Más aburrido que enfermo.

Dentro de cada corte pasan muchas cosas: giros de estilo, de tempo, hay muchos matices. Está muy currado.
¡Es divertido de tocar también! (ríe), tan diferente y con tanto cambio, sí… Igual en el primer disco las canciones varían de una a otra; en cambio, en este hay más variaciones dentro del propio tema. Las canciones se transforman.

A la hora de llevarlo al directo, ¿resulta así de divertido? ¿O tenéis que buscar un plan B?
Sí que son más difíciles para el directo; aún no las tocamos tan sueltas, hay que pensar.. Algunas son como un videojuego, no conseguimos pasar de pantalla, siempre la cagamos aquí o allí… ¡Necesitamos más vidas! (risas) Hace poco, en un ensayo, uno de los nuevos temas nos salió por primera vez entero, sin fallos. ¡Y lo celebramos!

“SnK” es el tema que abre el disco y también el primer single de adelanto, que lanzasteis con un vídeo muy ‘casual’, ejem…
Lo grabamos muy poco antes de sacarlo, son de estos vídeos que te cuestan un euro. Christian (Rodríguez, batería) sacó su cámara y venga: “grábate unos planos ahí, que no hay tiempo…”. Muchas bandas indies lo hacen así: se graban ellos mismos unas imágenes, ponen la canción y listo. A lo barato (risas). Con grupos como Belako te lías mucho con los vídeos, y luego algo que grabas en una sola tarde, pues mola también.

El vídeo del segundo adelanto, “Fluoreszenteak”, no tiene nada que ver con “SnK”: es un ensueño lisérgico-tenebroso.
Sí, es la primera vez que mi hermana pequeña dirige; hizo un storyboard super bonito, todo bien ordenado, con su guión… y luego, lo de siempre: empiezas a grabar y el guión a tomar por saco; a sacar las imágenes que se puedan y para adelante. Me gusta el resultado del vídeo, así un poco loco, porque nuestras canciones tienen un punto surrealista en las letras.

“Izate Iragankorrak” tiene un inicio de punk más sucio, y de repente, entra el autotune. ¿Es un guiño espontáneo? ¿Ha habido debate en el grupo en torno a este recurso?
Cuando comenzamos el grupo yo le comentaba a Antton que a mí me molaría cantar con autotune. En 2015. ¡Que aquí no había ni trap! (risas) Y en el rock, en la música de guitarras, mucho menos… Christian era: “rotundamente no”; él es mayor que nosotros, es el pureta del grupo, entonces tiene que poner los puntos sobre las íes a veces. Con todo, en el primer disco hay autotune, ¿eh? En los estribillos de “Don Gomes”, y en los coros de “Katuen Testamentue”. En “Don Gomes” es donde más se aprecia. Y Antton siempre hace los coros con autotune en los directos. Existe la creencia de que si utilizas autotune significa que no sabes cantar, y por eso ahora se está quitando… (risas) En “Izate Iragankorrak” hago lo mismo que en “Don Gomes”, falsete con autotune.

En varios temas se repite este esquema: el subidón o la parte más cañera/pesada no está en el estribillo, sino en las estrofas.
Hemos encontrado una fórmula sin querer, o una forma recurrente de componer canciones: oscuras y cañeras en las estrofas; con un estribillo más suave, que se abre y es más happy o luminoso. En el disco anterior sucedía lo mismo con “Don Gomes”. En “#2”, ocurre en “SnK” y en “Izate Iragankorrak”.

¡La fórmula funciona!
Sí, creo que me sale así porque pienso en el estribillo como algo melódico, donde tiendes a caer en ciertos acordes estereotipados, sabes que funcionan y que le pueden gustar a todo el mundo. De modo que aprovecho las estrofas para meter las tensiones o las disonancias, es decir, recursos un poco más arriesgados. Me gusta esa estructura.

“Ipuin Ha” es un peculiar cuento dividido en tres partes/subcanciones (“Gaztelua”, “Sorgina”, “Geziak”).
Tenía grabada la primera parte en casa, en casete…

Suena bastante a maqueta, la verdad…
Sí, es maquetera total. Decidí grabarla así, tenía sentido para mí. Al principio “Ipuin Ha” era eso, unos acordes muy básicos, una melodía muy poperilla. Se la presenté a estos, y como te comentaba antes, no me gustan los temas normativos, buscaba una estructura atípica. No quería una canción pop sin más, así que decidimos incorporar ese inicio así, en crudo, y luego el resto de la canción instrumental, que no tuviera nada que ver. Me imagino “Dragones y Mazmorras”, un poco friki, fantástico… -en todas las canciones hay un poco de eso, en realidad-. Las voces son de Cris (Belako), ella es la bruja (risas). Apareció en el estudio y grabó unos coros para una canción, de forma improvisada, y en este tema ocurrió lo mismo. Le dijimos que era una bruja y que hiciera lo que quisiera. Grabamos unas tomas, las pusimos al revés, con reverb… y así se convirtió en la bruja de la canción.

‘Revisitáis’ la nana “Obabatxue”, en una versión de psicodelia bastante oscura. No hay nada más terrorífico que una nana…
¡Ya! Esta era una nana que nos cantaba mi madre. Investigué la letra y fui descubriendo estrofas que desconocía. De hecho, en una de ellas dice “lukiek” -“zorro(s)”, en bizkaiera-. La melodía que entonaba mi madre tenía un punto árabe -se pone a tararear-; es muy guapo una nana con ese tipo de melodía. “Obabatxue” iba a ser una canción un poco de relleno, la incluimos por el concepto en sí de la nana y lo que evoca: la noche, el sueño… Es un tema recurrente en este disco, el de las ensoñaciones. Antton sacó una línea de bajo brutal; Christian tenía un ritmo que ya lo habíamos utilizado para alguna versión… Al final, se ha convertido en una de mis canciones favoritas del disco.

Ciertamente, el disco rezuma un toque fantasioso… ¿Cuál es su contexto? ¿Qué referencias os han inspirado?
No buscaba hacer un disco conceptual, pero surgió así. Queríamos que de algún modo fuera la continuación del primero. De hecho, la portada parte de la de “#1”: el mundo se abre y es de noche… Hay muchas cosas que se han alineado, y es cierto que a veces parece que muchas decisiones o referencias son premeditadas y no: son fruto de casualidades. Eso mola, porque ahora me puedo flipar y le puedo sacar sentido a ciertas letras (risas), cuando no tienen ni pies ni cabeza, la una con la otra…
No me gusta la literalidad, prefiero que de pie a diferentes lecturas y significados. En el contexto de una canción, sea el idioma que sea -euskera, inglés, castellano-, se convierte en otro lenguaje.

¿Qué diferencias tiene este disco con respecto al primero? (al margen de una pandemia de por medio, claro…)
La forma de hacerlo es muy distinta, porque esta vez nos fijamos un límite: en cuanto tuvimos diez canciones nos metimos en el estudio. Por otro lado, así como en el primero eran todo canciones mías, compuestas en casa -las llevaba al local de ensayo casi terminadas-; esta vez las hemos construido entre los tres. Por ejemplo, Antton se pone a tocar una línea de bajo, le seguimos y ya tenemos un tema. Y pienso: “Claro, eso no se me ocurriría a mí”. En general, hemos participado un poco más todos, salvo en “Klonoa”, que la había compuesto hace tiempo. Me mola eso, porque con Belako normalmente compongo todo yo; luego Cris saca sus melodías, y eso le da el punto guapo. Me gusta que no haga una sola persona todo, porque caes en la monotonía.

Repetís con Xabier Eguia en los estudios El Tigre de Bilbao; y de nuevo editáis con el sello Ático Stereo.
Xabi es colega, estamos muy a gusto. Tiene mucha paciencia, y al final, lo más importante es tener la confianza de decir: “Hostia, Xabi, me gustaría cambiar esto”. Con el primer disco nos quedamos muy satisfechos, sabíamos que podíamos mejorar cosas, así que dijimos: “venga, el segundo con él también”. Y Ático Stereo es el proyecto que ha empezado Christian, y ahí estamos con él, apoyándole.

Las artes recaen asimismo en Ximon Agirre. ¿Cómo ha sido el diálogo entre la música y las artes de “#2”?
Ximon nos hizo un gran favor con las artes del primer disco. Teníamos todo masterizado, queríamos hacer las artes con otra persona, y al final esta nos dijo que no tenía tiempo, que no podía. Ximon nos salvó. Nos gustó mucho su trabajo en “#1”, y ha seguido esa línea en sus obras (carteles, dibujos y demás). También es colega, así que decidimos seguir con él para este nuevo álbum. Él ha empezado a trabajar con el 3D, y quisimos aprovecharlo. Se mantiene el mismo concepto fantástico, de aventuras, pero dándole una vuelta a la técnica. El 3D permite un montón de posibilidades: animaciones, gifs, etc. Es mucho más difícil todo, también. Llegó a decirnos: “¡No quiero hacer 3D nunca más!” (risas). Como siempre vamos a contrarreloj… Y eso que él dibuja muy rápido, pero claro, para cambiar cualquier cosa en 3D lleva mucho tiempo…

A sabiendas de que hacer planes en estos tiempos resulta un tanto absurdo, ¿qué recorrido tenéis pensado para este nuevo disco?
Siempre hemos dependido del tiempo que nos dejan nuestros otros proyectos (Belako, Leun, Shinova). Cuando empezamos, Lukiek era el grupo para pasarlo bien. Se supone que en marzo vamos a empezar a girar con Belako; por lo que nos gustaría aprovechar lo máximo posible para presentar el disco hasta entonces. Luego no sé qué va a pasar. Con Belako no sé si vamos a poder tocar todo lo que queremos, por restricciones al viajar, etc. Y con Lukiek, lo que vaya saliendo, cuanto más, mejor. Al menos, la mayoría de los conciertos van a ser por aquí. Yo ahora lo que quiero es tocar. Llevamos mucho tiempo metidos en casa, 2020 entero. 2021 ha sido más bien escaso. Quiero cantidad, no calidad. ¡Cantidad de conciertos! (risas)

Extrabonus: con la salida de vuestro primer disco, en una entrevista definiste Lukiek como “la música que podría salir de un torero vegano”.
¿Dije eso?
Eso parece.
Joer… (risas).
¿Era un chiste-trampa para un titular, o hay algo de cierto?
Como te decía, a veces no tiene ni pies ni cabeza, es surrealista. Nos gusta darle la vuelta a una canción, destrozarla. Puedes tener un hit o lo que sea, y convertirla a un ritmo que sea difícil de bailar. Me gusta hacer ese tipo de cosas, pero manteniendo siempre el pop. El pop siempre está ahí metido, dentro de la rabia de Lukiek. ¿Vaya chorradas decía de todos modos, no?

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