Resumir lo que aporta “Euphoric///Heartbreak”, el segundo álbum de Glasvegas resulta muy sencillo. Dos palabras bastan: casi nada. Los esoceses no buscan nuevas fronteras, aunque algunos de los comentarios de Paul Donoghue, su bajista y nuestro interlocutor, apunten en esa dirección (los discos deben venderlos ellos, no yo). De hecho, se trata de un disco a la estela de su predecesor, aunque con dos novedades fundamentalmente: algo más de alegría y sentido del humor y menos hits. Digamos que es un disco que funciona con las escuchas más que como lo hacía el primero, con esas puntas que suponían piezas como “Daddy’s Gone”, “Geraldine” o “Go Square Go”. Aunque no se me alarmen, no lo vean como algo negativo. No hace falta que los grupos cambien disco a disco, ni siquiera que se preocupen por aportar novedades a su propuesta. Sé que todos acabamos pensando lo mismo –son los tiempos que corren-, pero en ocasiones también se agradece que haya algo que suene a 2008 en meses en los que todo el mundo piensa en cómo sonará 2012. “Que haya algunos cambios en la parte musical tiene que ver con Santa Monica, lugar en el que escribimos el disco. Estando en un sitio tan bonito nos planteamos que eso se reflejase en el disco. James (Allan, voz y guitarra) determinaba si las canciones eran lo suficientemente buenas o no observando si encajaban con el sol brillando sobre las olas del Pacífico. Si no lo hacían, sabía que no estaban aún listos. Eso le dio a nuestras canciones y al sonido mucha libertad para crecer de forma natural. Añadimos cosas nuevas manteniendo lo mejor de las viejas”. Volviendo a unas líneas más arriba, insistiré en que las nuevas canciones del cuarteto reflejan un período emocional más luminoso, más feliz, menos torturado y autocompasivo. “Yo también lo creo. Diría que no nos lo hemos planteado en ningún momento, pero está claro que la forma en que se han desarrollado nuestras vidas ha dado a las canciones un sensación real de redención. Estamos orgullosos del disco y de los sentimientos que hay tras las canciones, aunque no todo sea atardecer y risas”.
Donoghue no es el más indicado para contestar a la pregunta sobre si son conscientes de la importancia que tiene la voz de James Allan en todas las fobias y filias que ha generado el grupo desde sus inicios. Su particular, lánguida y melodramática forma de interpretar marca, y mucho, la personalidad de Glasvegas. “Recuerdo haber escuchado a James describirse a si mismo como ‘el Frank Sinatra de los gritos’. Creo que su forma de cantar surgió de su necesidad de ser honesto con lo que estaba cantando y no esconderse tras un acento determinado como hacen muchos otros vocalistas”. Hablando de honestidad, en Glasvegas siempre ha habido una suerte de confesiones a voz alzada que nadie excepto James Allan puede contestar como es debido. Lo sé, pero intento sacarle algo al respecto a Donoghue. Si en el disco anterior estaba “Daddy’s Gone”, aquí tenemos dos cortes (“Stronger Than Dirt” y “I Feel Wrong”) subtitulados “Homosexuality I & II”. Ahora bien, lo que Allan canta puede aplicarse a cualquier tipo de relación. “Durante un tiempo contesté a preguntas sobre ‘Daddy’s Gone’ y debo decirte que no me sentía nada cómodo hablando de cosas que James ha escrito y meditado. Son sus palabras. Dicho esto, creo que la magia de las canciones es que pueden decir cosas distintas a cada persona. Cada uno de nosotros tiene su propia interpretación de las canciones que le gustan, así que no vamos a ser nosotros quienes dirijamos los sentimientos que estas puedan provocar en la gente”.
Apuntábamos al principio que Glasvegas es un grupo melodramático y de intenciones grandilocuentes. De ahí que resulte sencillo encontrar a quienes les odian por ello. Acostumbrados a oírlas de todos los colores, Donoghue se lo toma con mucho sentido del humor. “He mirado en el diccionario qué otras palabras usaban como sinónimos de ‘grandilocuente’ y he encontrado ‘pomposo’ y ‘rimbombante’. Bien, pues sí, intentamos sonar así. Hay gente por ahí a la que le gusta que los grupos suenen mal, que se pasen la vida tocando para cincuenta personas y que odian que hagan cualquier tipo de cambio en esa fórmula. Nosotros tenemos mayores ambiciones que esas. Respeto que haya gente que pueda pensar eso de nosotros, pero también hay gente que odia el chocolate o las puestas de sol, así que… (risas)”.
Grandioso, será uno de los mejores discos del año