“El día que no estemos probando e investigando estaremos muertos”
EntrevistasLos Yolos

“El día que no estemos probando e investigando estaremos muertos”

Mirentxu Palomar — 22-12-2023
Fotografía — Frame de vídeo

Los Yolos son un viaje al pasado y al futuro. Lo dejan claro las canciones de su álbum “Nos siguen por delante” (Humo Internacional, 23), que siguen presentando en concierto. Podremos verles en Barcelona (22 diciembre, Razzmatazz 2; con Biznaga y Enemic Interior; dentro del Curtcircuit) y en L’Hospitalet de Llobregat (16 febrero, Espai Zowie; con La Culpa).

Los Yolos irrumpieron en el panorama musical de la Barcelona del 2017 con letras afiladas e ingeniosas, que hablan sobre la realidad sin filtros, ignorando la norma, la moral y el qué dirán. Unidos por las artes visuales, el proyecto transita del lienzo a la música, ubicándose en un post-punk y art-pop suculento desde una autenticidad arrolladora. Directos que parecen de la nueva ola, cargados de expresión y emoción, grabaciones amateur sin mucho conocimiento, pero profundamente genuinas. Son los cuatro chavales que se saltaban clase para ir a pintar por el barrio, que no se fijan en los grupos que acaparan los carteles de las salas de la ciudad y que están aquí solamente para entender mejor el mundo en el que habitan desde la música y el arte.

Empecemos por el nombre de Los Yolos, nacido de una broma. “Fue una idea de Jose, quien propuso llamarse así por esa sonoridad que mezcla lo anglosajón con Los Chichos. Es rollo ‘Bar Manolo’. Nos gusta ese toque ridículo que tiene”. Este peculiar conjunto musical, formado por Manu (bajo), Raúl (voces), Stefano (guitarra) y Blai (batería), parte de un escenario no precisamente sonoro. Raúl y Stefano se conocieron en la Escola Massana y consolidaron su amistad en el estudio de Cera 13, un lugar “apuntalado y un poco roto”, donde dedicaron dos años a hacer escultura, instalación, pintura... “Estaba bien porque cada uno tenía su espacio, pero también era un lugar de encuentro y de visita”. Eso permitió la entrada de Manu, ya que él también tenía su estudio en el mismo espacio y se pasaba a charlar por los otros cubículos de vez en cuando.

Antes de Los Yolos nace Begoña, una banda primigenia formada también por Jacob, Jose, y Yansi. Bajo los techos de Cera 13, sustituyen los pinceles por las guitarras y transitan a la música como otra forma de expresión. “Todos teníamos algún contacto con la música. Jacob había estudiado guitarra de jazz en Viena, Stefano tenía un teclado Casio, Yansi hizo una batería con unos cubos de pintura, una botella de ron negrita, un cajón de una mesa y le daba con dos palos de bastoner que parecían dos porras generando un sonido a jazz de alcantarilla”.

Se podría decir que la banda empieza como grupo de “arte povera”, reciclando, reutilizando y aprovechando materiales cedidos, como es el caso de la primera batería, que parece una obra de Mario Merz, y que llegaron a llevar al directo, por mucho asombro que generase en la sala. Begoña acabaron con la grabación de un disco. Sin conocimiento alguno de producción, la banda cerró cinco o seis temas y los subieron a Youtube. “Al principio no teníamos ni idea de nada. El primer material lo hicimos con el audio del móvil grabando un ensayo en directo”.

“Al principio no teníamos ni idea de nada. El primer material lo hicimos con el audio del móvil grabando un ensayo en directo”

Pero Los Yolos como tal se presentan al público oficialmente en la Sidecar de Barcelona, con Olsen Twinz y Surf & Fat, noche en la que también estrenaron su primera batería de verdad, regalo de unos amigos punks de Portbou. “Nos dijeron ‘Chavales, tenéis que seguir con esto de la música’ y nos regalaron bombo, caja y charles”. Digamos que Los Yolos crecen por las donaciones de amigos. “En los inicios no teníamos nada y tampoco teníamos pensado comprarnos nada, no había interés. Es una mentalidad muy propia del arte visual, la idea es con lo mínimo hacer el máximo. La gente nos iba comprando cosas y al final nos ha ayudado a profesionalizarnos”.

La llegada de Blai coincide con la entrada en el sello Humo Internacional, algo totalmente inesperado e inimaginable para el grupo. “De hecho no sabíamos ni lo que era antes de entrar”. Con la discográfica, la banda lanza un primer EP oscuro y misterioso bajo el título “Rock Ciudad” que les ayuda a salir del circuito de las salas de Barcelona. La primera actuación fuera de los territorios catalanes fue un festival en Escairón, en Lugo, en el que tuvieron que luchar contra pocas horas de sueño. “La historia es que veníamos de una rave y a eso de las doce de la mañana, que ya nos estábamos yendo a dormir, vienen a nuestra tienda y nos dicen que a las tres y media tenemos las pruebas de sonido. Imagínate como estábamos”. Pero si hablamos de directos, el concierto que marca un antes y un después para la banda sucede en su ciudad natal, precisamente en el Primavera Sound 2022. “Fue una experiencia muy guay la de tocar en la playa artificial de Barcelona, además en el mejor escenario del Primavera, porque en los otros ves el bolo a través de una pantalla y no le veo el sentido. Fue un bolo íntimo y directo en un islote de cemento”.

El directo es capital para Los Yolos. Cada concierto es una performance cargada de actitud y descaro. “Lo que pasa es que dependiendo del público y a dónde vayas no es apreciada. Hay mucha gente que viene a nuestros bolos a cantar mal un ‘lololo’ y no aprecian la estética del directo”. Queda claro que la banda se aleja de la etiqueta de grupo garagero de cánticos fáciles y se desvían por otros caminos creativos. “Nuestro proyecto pretende mezclar la música con un aire más cinematográfico, no sé si lo llegamos a conseguir, creo que no, pero lo intentamos”.

La improvisación y la espontaneidad también son dos ingredientes claves para el proyecto. “Con el paso del tiempo, hemos ido valorando más la improvisación en los conciertos y el ejercicio de dejar un espacio para que sucedan cosas”. En esta improvisación trabajada, no se limitan solamente a dinámicas, solos de guitarra y finales apoteósicos, también se atreven con las letras. “En cada bolo, según como me sienta, suelto frases de manera espontánea, y si te fijas las letras nunca son del todo iguales”.

En Spotify solamente podamos encontrar “Rock Ciudad” y “Nos siguen por delante”, pero antes la banda debutó con “YLS The Mixtape” autopublicado en Bandcamp y un cassette recopilatoria de temas de 2017-2020 solamente disponible en sus conciertos y en el Bar del Toro. “Nada de esto está en Spotify, pero son discos de Los Yolos igualmente”. La relación con Spotify, de hecho, es algo tensa para la banda. “Spotify es un bajón. En Spotify no hay música, falta muchísima música”. A lo que Raúl complementa con la idea de que “Spotify es un claro ejemplo de lo lelos que estamos. Quieren decidir lo que escuchamos por nosotros. Yo pienso ¿no sabes buscarte la música que te gusta? ¿Por qué dejas que lo hagan por tí? Todo lo que sea vagancia triunfa en los humanos”. Queda claro que la norma y el control son dos conceptos antagónicos para el grupo. “Spotify es una buena herramienta, pero me da que es un monopolio, un signo de nuestros tiempos. Es el sitio que usa todo el mundo para escuchar música y a causa de ello los gustos musicales también se uniformizan”.

Tras “Rock Ciudad”, Los Yolos presentan una segunda muestra más arriesgada y colorida bajo el título “Nos siguen por delante”, lo que no supone una evolución musical intencionada, sino más bien la apertura de otra ventana creativa. “Grabamos lo que grabamos según nos sentimos. No es que haya una evolución de un disco a otro, seguimos siendo nosotros, probando y explorando sensaciones y sonidos”. Los discos de los Yolos son un trabajo a cuatro manos. “Cada miembro de Los Yolos tiene una idea del disco que quiere hacer, mezclamos las ideas de los cuatro y algunas prevalecen y otras se pierden” y el objetivo de su música va más allá de la novedad constante. “Al final lo único que buscamos es la emoción”.

“Cada miembro de Los Yolos tiene una idea del disco que quiere hacer, mezclamos las ideas de los cuatro y algunas prevalecen y otras se pierden. Al final lo único que buscamos es la emoción”

Para Los Yolos, trabajar en equipo supone un gran aprendizaje, no solo a nivel musical, sino también a nivel humano. “Los Yolos es un salón de juegos. Es como cuando eres un crío y juegas con amigos y ves que tu amigo tiene una forma de jugar distinta a la tuya, pero tienes que dar cabida a esa forma de jugar porque vas a generar algo más importante. En nuestro caso damos vida a Los Yolos, que es un ente que está por encima de nuestra individualidad”.

Este ente con cara y ojos, viene de la noche del Raval, de un pueblo de Elche, de una cueva dejada de la mano de dios o de un atardecer suburbano de Hospitalet. Aunque hay un escenario que frecuenta mucho más a menudo: el “Cool World”, un universo paralelo de libertad, una bifurcación del mundo en el que “nos obligaron a vivir”, donde las calles arden en llamas y el cielo es de metal. “El tema está inspirado en la película de Ralph Bakshi”. Con este atrevido single, la banda recupera también sus orígenes en el arte plástico. “Es un claro ejemplo de la esencia de Los Yolos. Para el vídeo, hicimos todo el decorado nosotros, fuimos a buscar cartones al polígono, los encintamos, pusimos papel craft encolado, dibujamos y pintamos y lo levantamos con volumen”.

Los Yolos siempre han ido por libre, por una cuestión de actitud, pero ellos destacan el desconocimiento. Raúl es el único que va a conciertos, pero no le gusta pertenecer a nada, por lo que cuesta encasillar la banda en alguna de las miles escenas de Barcelona. Aún así, la ciudad en la que han crecido es un tema recurrente en su repertorio. “Hablamos de lo que vivimos y vemos, del Raval, por ejemplo, que es algo que está en todas las ciudades, es donde está el meollo, la vida nocturna, la farándula, la decadencia, la luz también”. De todos modos, hay cierto amor y odio por Barcelona, especialmente en lo musical. “Faltan propuestas más arriesgadas, más allá de lo gafapastas pretencioso. Barcelona es muy conceptual, muy de darte la chapa y de explicarte antes lo que han hecho en vez de hacerlo, sin dar espacio a que la gente lo experimente por sí misma”. Una de las características más cautivadoras de Los Yolos es lo literal y directos que pueden llegar a ser, no se andan con tapujos ni censuras. Si se levantan empalmados lo dicen sin necesidad de usar el humor como máscara en la que esconderse. “La clave para hacer buen arte es vivir y no ir a medias, hay que evitar pedir perdón por ofender”. De ahí que la banda se haya convertido en un proceso casi terapéutico en el que cada miembro es capaz de sanar sus heridas y entender mejor de qué va esto de la vida, la noche, el amor, las drogas, la muerte. “Las letras de Raúl hablan de algo que me está pasando. Eso es muy mágico. Raúl es capaz de expresar algo que yo no sabría expresar con palabras y lo hace de una manera que a mi me ayuda y que me cuesta encontrar en otros sitios”.

Para acabar solamente queda hablar de lo que vendrá. “Estamos cocinando un nuevo disco, pero no sabemos cuándo vamos a sacarlo. Falta mucho. Vamos lentos y queremos hacerlo de esta forma porque para nosotros el sonido es un misterio. El día que no estemos probando e investigando, el proyecto estará muerto, al menos para nosotros, y entonces será el fin”.

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