Ocho de la tarde. Barcelona da la bienvenida al crepúsculo lapislázuli que impregna su distintivo barrio de Gràcia con el mismo tono azulado con el que la blancura del papel se vería corrompida por la tinta de una pluma sucumbiendo a la presión. Ultimando detalles del “Queda pendiente” en vinilo, Sara y Edi –ambos músicos curtidos en infinidad de proyectos– acuden a mi encuentro, cogemos varias sillas y, sentados a la fresca cosmopolita, charlamos acerca del disco que pensaban que nunca harían; su principal fundamento siempre fue que la música naciera y muriera en directo. (Sara) “Hemos estado seis años tocando en directo para romper con la dinámica de creación industrial que impone el sector. En el fondo, lo que nos gusta es tocar, por eso al principio solíamos preguntarnos: ‘¿Pero se puede hacer o no se puede hacer? ¿O es que si no tienes un disco la gente no te va a venir a escuchar?’. Después de tanto tiempo encima de los escenarios, te das cuenta de que, efectivamente, no hace falta seguir el patrón capitalista de las grandes discográficas, con lo cual, una vez cumples con el reto, te planteas nuevos horizontes. Grabar un disco era uno de ellos”. Rechazando cualquier narrativa tradicional, su primer elepé concibe un cúmulo de sensaciones, texturas e inputs, sin pretensión alguna por ilustrar un imaginario concreto. A decir verdad, entienden “Queda pendiente” como el diseño de una plantilla sonora que permite a cada cual poder imaginarse lo que quiera. (Sara) “La música instrumental es tremendamente sugerente, todos queremos entenderla de alguna manera, normalmente, con imágenes. Aunque nuestro punto de partida gira en torno a unas preocupaciones determinadas –realidad social, política, familiar, amistades, etcétera–, en ningún caso queríamos delimitar al oyente. Sí creo que hay una pulsación sobre avanzar. La gente lo disfrutará mucho caminando, o en coche; en movimiento. Que les vayan pasando cosas por delante”. Contradecir sus valores justo ahora no solo es cuestión de retos. Ni ninguna decisión casual. Atraído por la curiosidad, me pregunto: ¿A qué se debe? (Sara) “Arreglamos una parte de la casa para montar un estudio. Tener un espacio en el que ensayar, tocar y grabar te coloca en otro lugar. No tienes la presión del tiempo o el dinero, te da una libertad bestial. Además, nos hacemos mayores; queríamos dejar algo tangible en esta vida. ¿Por qué no hacerlo mientras podamos? El público también nos lo pedía… De repente la gente es muy fiel a este tipo de propuestas. Mola recompensar esa fidelidad”.xx
"Por culpa de multinacionales que dominan el panorama, gente de nuestro entorno vive con unas frustraciones tremendas"
Escucharles hablar me lleva a pensar que son dos artistas realmente auténticos. Defienden una filosofía por “ir fluyendo” muy llamativa. No buscan profundizar demasiado en lo que hacen, simplemente disfrutar del proceso. Por poner un ejemplo, los títulos de las canciones apelan a la inquietud del momento en que las escribieron: cosas que les gustan, cosas que no, reminiscencias, pensamientos, etcétera. La expresión que da nombre al álbum es hasta ingeniosa. En cierto modo, les representa perfectamente. (Edi) “Es un juego de palabras. Un doble sentido. Por una parte, hace referencia a la pendiente por la que la sociedad está cayendo en picado (como una bola de nieve) hasta que se estrelle y, por otra, resalta esa sensación de nunca acabar que Sara y yo compartimos con el mundo moderno: nada de lo que haces es suficiente. Siempre hay una lista en la nevera de cosas por hacer”. En todo caso, de ese dilema han sabido sacar algo bueno: una fotografía musical del punto en el que se encuentran actualmente. Barajaron opciones; no les apetecía hacer una retrospectiva de los últimos cinco años. Priorizaron lo más reciente. Es más, el exceso de material era tan exagerado que podrían haber grabado triple álbum. (Edi) “Decidimos depurar. Nada se ha compuesto específicamente para el disco. Muchas canciones ya no nos representaban tanto. Ahora tenemos aparatos distintos, antes no había la electrónica que hay hoy”. Experimentar con las posibilidades que ofrece el estudio les ha cambiado la percepción que tenían. Aún así, por nada del mundo dejarían de tocar en directo. (Sara) “La adrenalina que sientes es enorme. El cuerpo genera una energía muy animal; en mí, en los dos y con relación al público. Grabar en estudio es crear una cosa muy concreta… ‘Tienes que peinarte muy bien los pelos’. El directo te da más libertad; capacidad de improvisación”. Precisamente, por esa libertad tampoco se mudarían a una gran discográfica. (Sara) “El sello en el que estamos, Aloud, cumple veinte años trabajando a contracorriente en la industria musical, aboga por un trato humano hacia sus creadores. Jamás estaríamos cómodos en otro sitio. Por culpa de multinacionales que dominan el panorama, gente de nuestro entorno vive con unas frustraciones tremendas. Intentan reproducir lo que dicta el sistema y ven que no encajan. Cada uno tiene que aplicar las estrategias que mejor le funcionen”. (Edi) “Sí, además, esta dinámica que promueve el crecimiento infinito me parece caduca. Ya no solo en música; en sociedad. Es absurda. La voluntad de monetizar a lo loco no nos resuena por dentro”.
En su lucha permanente por llevar la contraria, admiten que han tenido que ceder en algunas cosas. Instagram es una de ellas. A pesar de todo, han encontrado fórmulas alternativas con las que optimizar la comunicación con sus seguidores: a través de un grupo de Telegram publican las últimas novedades, sabiendo que los destinatarios están verdaderamente interesados en ellos. Hace nada compartieron un cuestionario interactivo por medio del cual daban a escoger entre varias situaciones cotidianas, favoreciendo a la vez una escucha más personal. (Sara) “Fue divertido pensar escenarios con los que todo el mundo pudiera identificarse. Resumían conversaciones que tenemos comiendo, cenando o con amigos. Algunas son muy filosóficas, si fueran letras sonarían muy pedantes”. Pedantes o no, resulta curioso que hayan trabajado con el arte que más lo es: el cine. Habiendo producido las bandas sonoras de “Magaluf Ghost Town” (21) o la rompedora “Autodefensa” (23), pronto se estrenará en L’Alternativa el documental “Remember My Name” (23) de Elena Molina, el último en el que han colaborado. Sin embargo, algo me llama especialmente la atención. Más allá de la frescura que aporta su propuesta, es de admirar que una violinista y un baterista –el yin y el yang– se hayan sabido complementar a este nivel. (Sara) “Una vez un programador nos dijo: ‘En papel lucís horrible’. Se ve que se leyó el concepto y no le llamó nada, pero probó el concierto y le flipó”. Asimismo, el momento estrella de la entrevista llega cuando Edi menciona a la leyenda electrónica Laurie Spiegel. “Ella habla de un reto muy difícil: escuchar la música que tienes dentro y dejarla salir. Creo que, tanto Sara como yo, hemos conseguido escuchar esa música. El proyecto ha madurado; ahora es algo que compartimos los dos”. Poco más queda por decir. A partir del 25 de octubre, nos acompañarán (siempre que queramos) cuarenta minutos de nuestras vidas. Encima, seguirán de gira permanente hasta que se cansen, con lo cual, no hay excusa que valga para no ir a disfrutar de todo lo que a Los Sara Fontan les queda por ofrecer.
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