Los duendes se han empeñado en aguarme la fiesta. Nadie sabe de la vocalista Jennifer Herrema en la recepción del hotel. Tampoco responden por el multi-instrumentista Neil Hagerty. ¿Cómo pueden ignorar los ordenadores a una pareja tan prolífica y carismática? Seguro que no han pasado desapercibidos para el botones. Tras una espera interminable, una voz cavernosa se abre paso en el auricular. Su ritmo es entrecortado y su tono pesado, tan pesado como si hubiese despertado de un largo letargo de toneladas de valiums. Jennifer dijo una vez que Neil Hagerty tocaba en Pussy Galore porque se aburría. Bueno, fueron un importantísimo precedente para el rock de los noventa, sino que se lo digan a Boss Hog o a la Jon Spencer Blues Explosion. Su devoción por el rhythm & blues les llevó a recrear en clave ruidista el «Exile On Main Street» de los Stones, amén de otras aberraciones que harían palidecer a los mismísimos Sonic Youth. Pero eso es otra historia, llamémosla antecedentes. ¿Porqué nacen Royal Trux? «Empezamos porque queríamos tocar», así de simple lo ve Jennifer, una rockera a la que le gustan las hamburguesas, pintar con el aerógrafo y pasar las horas muertas delante del televisor. De hecho el nombre de la banda es un homenaje al american way of life. La carrera del tándem -hay que aclarar que siempre han estado rodeados de colaboradores- se ha desarrollado entre las aguas de dos sellos: Domino y Drag City Records (Smog, Palace, Silver Jews, Gastr Del Sol). «En los dos casos se nos dio la misma situación, fichamos con ellos porque eran sellos que estaban empezando y merecían nuestro apoyo. En ambos tenemos la libertad de hacer lo que queremos y además están encantados con nuestra música». Una música que al igual que la de Demolition Doll Rolls, The Chamber Brothers o Sacred Miracle Cave bebe por igual de Chuck Berry que de los Butthole Surfers. Porque en esto del ruido son unos veteranos, como reza el título de su octavo y último disco: «Veterans Of Disorder» (Domino/Everlasting, 99). Un trabajo que les llevó cuatro meses de grabación en los estudios Sound Of Music de Richmond. ¿No es demasiado tiempo para una música tan lo-fi? «No es tanto tiempo si tienes en cuenta que en discos anteriores hemos empleado entre cuatro y cinco meses. Además en el estudio escribimos algunas canciones y tuvimos que hacer todos los arreglos». Por otro lado, las letras de «Veterans» son el reflejo de la cultura trash americana. «Nos influye la TV, los amigos, los enemigos, la vida moderna. «Water Park» es sobre una excursión a un parque acuático, «¡Yo sé!» habla de coches y dinero, «Second Skin» va sobre un fan de Royal Trux, «The Exception» es una canción acerca de mí». Temas nada transcendentales para esta ex-jugadora de fútbol americano y fan de Nicholas Cage. También Neil Hagerty es amigo del hedonismo. Así lo demuestra su afición a la cocina hindú, el esquí y la poesía árabe, vaya por Dios. Si en «Accelerator» (Drag City, 98) contaron con el productor Paul Oldham, en «Veterans Of Disorder» han optado por la autoproducción, un campo en el que son perros viejos. «Bueno, además de producir el disco «Telescopic» (98) de Edith Frost -country-folk de la escena local- también hemos hecho trabajos con Delta 72 o The Make Up. Hay muchos grupos que nos contratan como productores». Entonces en cuanto a producción, veamos que diferencias se pueden encontrar entre «Veterans» y discos antiguos como «Cats And Dogs» (Domino, 93). «No queremos hacer la misma canción dos veces. Las producciones anteriores son más uniformes en cuanto a matices. Tienen un estilo más folk y están hechas como si fueran para la radio. En «Veterans Of Disorder» la instrumentación está más trabajada y todos juntos nos convertimos en uno sólo». Debe ser porque la lista de colaboradores es significativa. «Dave Pajo (Tortoise) al que conocemos de hace un año, toca tanto el bajo como la guitarra, y colaboró en «Blue Is The Frequency», al igual que Jon Theodore, que es un batería de un grupo de indie-rock. También están Pete Danton y Chris Pyle, que son dos de los mejores percusionistas que conocemos de hace tiempo». Con semejante plantel no cabe duda de que la veteranía es un grado. Hasta en el desorden hay jerarquías.
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