Espero a que Conor Oberst y Mike Mogis aparezcan en una fría habitación en el backstage del Troxy Club, en Londres, después de subir varios pisos, abrir puertas falsas y toparme con un saco de boxeo en el camino. La expresión en su cara al entrar me confirma que han seguido la misma ruta siniestra y el que Mogis me pida la bufanda, subraya que realmente estamos en una gélida habitación. La conversación no tarda en empezar. “A Jim James no le gusta la comida picante y a mí me encanta. Es por lo único que podemos discutirnos”, me confiesa Conor Oberst. Cuando en un grupo como Monsters Of Folk, nacido de la fusión de cuatro fuertes personalidades creativas, el único motivo de enfrentamiento podría aparecer a la hora de elegir menú no es sino una prueba de que se trata de un proyecto largamente ansiado entre amigos. Monsters Of Folk nace como proyecto en 2004 -más por generación espontánea que por cualquier motivo comercial-, durante una gira en la que participaban Bright Eyes (Conor Oberst y Mike Mogis) y My Morning Jacket (Jim James), junto a M Ward. “Todos somos fans de las bandas de los demás y empezamos a colaborar en las actuaciones haciendo los coros y tocando juntos un par de temas. Al final era como un set acústico de las tres bandas. Y la verdad, lo pasamos genial”, asegura un Oberst sonriente. Sorprendidos por el potencial y la química que desprendían, empezaron a hablar de colaborar en algo más, como grabar un disco para ver qué tal y con la única intención de pasarlo bien. “Darle forma a la idea nos llevó cinco años, grabar el disco, cinco semanas”, asegura el productor y multi-instrumentalista Mike Mogis. Nadie sabía nada de lo que se fraguaba entre giras, vía emails y llamadas telefónicas; ni sus mánagers, ni sus discográficas. Nadie. “A la hora de grabar el disco nosotros tocamos todos los instrumentos, cantamos, nos producíamos. No hubo nadie más involucrado que nosotros cuatro”, confiesa orgulloso Mogis, responsable de la mayor parte de producciones del sello Saddle Creek (Bright Eyes, Rilo Kiley, Cursive, The Faint, etcétera) y músico de estudio para Lightspeed Champion, The Concretes, M Ward o Julian Casablancas.
Al pensar en la dinámica del grupo, uno tiende a imaginarse una pelea de gallos, un pulso de egos rockstarnianos, pero, según parece, nada más lejos de la realidad. “Respetar es clave. Admiro y respeto a nivel musical y personal al resto de la banda, son mis amigos”, afirma Mogis. Nadie se impone a nadie. Es un proyecto de colaboración y muy abierto. Cada uno aporta sus canciones pero sólo para que entre todos sean discutidas o modificadas hasta alcanzar un consenso de cómo deberían ser una vez acabadas. Todos los temas (exceptuando “Man In The Truth”, surgida de un tour de Bright Eyes) fueron concebidos expresamente para Monsters Of Folk. “Me siento como si estuviera en una banda de instituto, porque experimento con la música, aprendo de mis amigos, no hay estrés y disfrutamos un montón”, comenta Oberst y prosigue “nadie trata de imponerse a los demás, porque todos los puntos de vistas son interesantes y quieres escucharlos y sobre todo compartir y aprender”. “¡Sí, yo siento que he aprendido a ser mejor persona!”, bromea Mogis. Yo insisto en que en algún momento habrán querido tirarse los trastos a la cabeza, pero da la impresión de que no, de que todo son ventajas. “Lo mejor de crear conjuntamente es que si la cagas puedes echarle la culpa a otro. Compartes la culpa, aunque, ahora que lo pienso, también la gloria”. Con tanta broma y buen rollito dan ganas de montar un supergrupo. Ya lo apunta Mogis, que estos chicos dan envidia. Y eso que, estableciendo un paralelismo más cercano, Monsters Of Folk es como compartir piso con tus mejores amigos. La experiencia puede resultar genial o incluso acabar con la amistad. “Nuestras expectativas eran muy bajas, sólo queríamos probar a ver cómo salía y por suerte todo ha ido genial”, asegura Oberst. “En dos meses que llevamos de gira no ha pasado nada malo, bueno, sí, yo he perdido dos iPhones”, se queja Mogis. Le insinúo que quizás se trate de una novatada que le han gastado los demás, puesto que él fue el último en incorporarse a la aventura. Mogis confía en sus compañeros y Oberst aprovecha para volcarse a elogiar su talento. “Es un productor fantástico y toca muchísimos instrumentos a la perfección. Tiene un don, un oído muy fino que le permite captar cosas que yo jamás oiré y utilizarlas en las canciones. ¡Es como un perro!”. Quitándole romanticismo al asunto, Mogis asegura que sólo le quieren en Monsters Of Folk porque nadie más sabe manejar el equipo de sonido. Se miran el uno al otro y rompen a reírse. La habitación ya no parece tan siniestra ni gélida.
Por suerte para ellos, pero sobre todo para nosotros, estos cinco años de secretismo y amistad han formado unos lazos que consiguen que el proyecto viva y camine con una naturalidad sorprendente. Basta repasar la acogida de su disco homónimo y la larga lista de fechas confirmadas. Ahora bien, ¿es este el principio y el final de Monsters Of Folk? Mogis y Oberst transmiten un brillo paternal y orgulloso en sus miradas al escuchar la pregunta, y apuesto a que lo mismo ocurriría con las de James (que está en la sala contigua respondiendo a una entrevista de la BBC) y Ward. “Nos ha llevado cinco años lanzar este primer álbum, no sé, quizás dentro de cinco más habrá un segundo”, especula Mogis. “No creamos Monsters Of Folk porque estuviéramos cansados de nuestros grupos, sino más bien por hacer música juntos, algo realmente excitante, sin límites ni presiones externas. No queríamos a los mánagers o a las discográficas en medio, así que puede considerarse que todo esto ha sido más bien algo así como unas vacaciones”, me comenta Oberst. Sí, unas vacaciones creativamente muy productivas. Eso sí, todos ellos continuarán con sus carreras, con sus respectivas bandas y con sus proyectos de futuro más inmediatos. Lo que realmente importa es que están abiertos y emocionados con respecto a su porvenir hasta el punto de que incluso se han planteado incluir a nuevos monstruos en la formación. Es el caso del batería de esta gira, nada menos que Will Johnson (Centro-matic), al que ya consideran uno más y a quien permiten interpretar una balada, guitarra en mano y acompañado por Ward. Y es que ahí reside el principal valor de Monsters Of Folk, en la amistad, en compartir momentos y canciones.
Cambiando de tercio, me intereso por saber cuándo van a actuar en nuestro país. Su cara cambia de repente. “¡No sabes las ganas que tenemos!”, exclama a voces Mogis. “El sur de Italia y España son los mejores sitios para estar de gira. Tocas y estás tranquilo con tus amigos. Hay mucha fiesta y una cultura muy interesante”, comenta Oberst, para continuar “tienes que hacer cinco shows en Alemania porque tu agente de gira lo ha contratado y hay más dinero de por medio. Parece que en España no hay quórum suficiente para que llevarnos les compense”. Una lástima, sobre todo después del concierto que íbamos a presenciar unas horas más tarde en el Troxy Club. Dos horas y pico de show, un total de treinta y tres canciones entre temas de Monsters Of Folk, Bright Eyes, My Morning Jacket y M Ward, y una descarga de energía pura, con un sonido cohesionado y unas voces capaces de poner la piel de gallina en repetidas ocasiones. Allí sentimos de todo excepto un ambiente gélido.
I'm pretty sure they'll come to Omaha if they don't, I'll be mssiing out ONCE AGAIN on a Bright Eyes' concert. But they do originate from here, so they're essentially obligated to play a show here.