Lo del Hombre Burbuja es la historia de buena suerte con más mala sombra que se ha conocido en el rock español. Y eso que ellos no parecen haber variado ni un milímetro sus planteamientos, aunque el mundo reviente a su alrededor. Rock carnoso con un leve regusto a Boston, letras punzantes en castellano, y guitarras retorcidas que, eso es verdad, hace cuatro o cinco años, hubiesen asombrado mucho más que ahora. Para empezar, les fichó Polygram. «Arrastrados por el efecto Dover», dicen ellos, a pesar de no parecerse en nada a las hermanas Llanos. Pero el caso es que no habían sacado ningún disco aún, y ya estaban en una multinacional. Y eso (casi) siempre es buena suerte. Graban un disco con Huw Price (que tiene un curriculum inmenso, inversamente proporcional a su maña con grupos españoles), y se coloca en la lanzadera para su publicación. Algunas revistas, como ésta que tienes en las manos, reciben el álbum, y publican la crítica. Pero, ¿crítica de qué? Pues de una pieza que ahora es de coleccionista. «Polygram fue absorbido por Universal, y cambió todo. Echaron a dieciséis artistas, y se centraron sólo en lo que podía vender, por lo que decidieron que como nosotros íbamos a vender poco, nos teníamos que marchar». Y las copias que se habían prensado del disco, se destruyeron (casi todas). El caso es que, tras pasar por tres compañías más, «se presentaron Caroline diciendo que les molaba y que querían sacar el disco». Y así llegamos a 1999, cuando se empiezan a pegar carteles por las calles, y a insertar publicidad en las revistas resaltando que «por fin» se ha publicado el primer disco de El Hombre Burbuja, «con un sonido más británico del que se pretendía», muy lleno, «deudor del trabajo de Price con My Bloody Valentine», y con unas letras certeras, poéticas y enrevesadas, que resaltan en este país de miedecillos grandes a una buena letra en castellano («Aunque nuestra vida es bastante más patética»). Así se presenta un grupo que, frente a la vergüenza generalizada del indie nacional de los noventa ante los referentes, alegra los ojos cuando se recuerda el «Slanted & Enchanted» de Pavement, o el «Trompe Le Monde» de los Pixies. «Nos sentimos muy orgullosos», contestan sonriendo. Y eso que tuercen el gesto cuando se cita a los Surfin’ Bichos. «Pues no me gustaban demasiado». Pues habrá quien encuentre ingredientes comunes en esta ensalada de electricidad, mal que a ellos les pese, y al público le atraiga; como la yerma comparación con Los Planetas. «Tenemos venas más optimistas, más bailongas, y somos más eclécticos». Lo que está claro es que, después de casi dos años desde la grabación de un disco, casi ningún grupo vuelve a escucharlo como un plato de gusto, y sin embargo lo de El Hombre Burbuja sale espontaneo. «Quillo, he escuchado el disco y he flipao». Por eso, debería haber llegado el momento de que la leyenda de su mala sombra, se cambiase por buena suerte.
Largo pero muy interesante, Ce9sar. Espero que nos cnteues algunas cosillas de las que has aprendido. No todas claro, es imposible, pero sed algunas fe1ciles y/o curiosas que podamos llevar a la pre1ctica.Tal y como lo cuentas parece muy ameno el Congreso, pero bflos profanos podredamos seguir alguna charla o necesitaredamos un traductor simulte1neo?Espero que la semana no se te haga muy dura. Besos.
Largo pero muy interesante, Ce9sar. Espero que nos cnteues algunas cosillas de las que has aprendido. No todas claro, es imposible, pero sed algunas fe1ciles y/o curiosas que podamos llevar a la pre1ctica.Tal y como lo cuentas parece muy ameno el Congreso, pero bflos profanos podredamos seguir alguna charla o necesitaredamos un traductor simulte1neo?Espero que la semana no se te haga muy dura. Besos.