“Este disco se siente como la síntesis perfecta de nuestra amistad”
EntrevistasLocal Natives

“Este disco se siente como la síntesis perfecta de nuestra amistad”

Fran González — 16-08-2023
Fotografía — Archivo

Una curiosa y renovada preocupación por el paso del tiempo ha invadido de pleno a los miembros de Local Natives, quienes parecen mostrarse más conscientes que nunca en su nuevo disco del peso y magnitud de los años. De todo ello hablamos con ellos en esta entrevista.

Madurar junto a una banda trae consigo la inexplicable pero emocional dicha de sentir que ésta te habla directamente a ti a través de sus canciones o que incluso te integra en su particular camaradería, construida a lo largo de los años a golpe de disco y gira. Así al menos es como irremediablemente nos hemos sentido durante la pasada década viendo crecer a los muchachos de Local Natives, quienes ahora constatan a través de su Time Will Wait For No One (Concord Records, 23) que el paso del tiempo, efectivamente, se ha convertido en una nueva preocupación que incorporar a su particular registro.

Sin embargo, y a pesar de los convulsos vaivenes sufridos en las vidas profesionales y personales del quinto californiano, es el hecho de ser un grupo de amigos sólido y no una simple banda más lo que les ha permitido subvertir cualquier tipo de adversidad y quemar etapas desde la más entera dignidad y firmeza. Con desparpajo y una amabilidad arrolladora, Taylor Rice y Nik Ewing, respectivos guitarra y bajo de Local Natives, han respondido a nuestra llamada y nos han contado más sobre la dual suma de oscuridad y esperanza que define su quinto álbum de estudio.

Os vi en directo hace muchos años, y me voló la cabeza ver cómo intercambiabais vuestros instrumentos entre canción y canción. ¿Es algo que también practicáis en vuestros discos?
Nik: Sí, de hecho es una dinámica que comenzó en el estudio. Los miembros de Local Natives nunca hemos tenido nuestros roles definidos de forma inamovible, sino que más bien sentimos que todos podemos hacer lo que queramos en todo momento. Regularmente, yo toco el bajo en la banda, pero no lo hago en todas nuestras canciones. Si hay alguna canción donde no conozco la partitura, le digo a Ryan que se encargue de esa parte y yo me encargo en esa canción de los teclados, por ponerte un ejemplo. Es realmente divertido y es algo que hemos trasladado de forma natural a nuestros directos. Si alguien tiene que aportar algo en otro campo que no es originalmente el suyo, se admite y se trabaja a partir de ahí.
Taylor: Exacto, ¿por qué limitarse a tocar un solo instrumento? ¡Eso sería demasiado aburrido! [risas]
Absolutamente. Ahora venís con disco nuevo, el cual empezamos a intuir ya un año atrás, con el single doble “Desert Snow/Hourglass”.
Nik: Cuando publicamos esas canciones, el álbum estaba ya prácticamente terminado y, de hecho, en aquel momento estábamos ya inmersos en la composición de un nuevo disco. Pero sí, nunca empezamos un álbum teniendo claro de qué palo vamos a ir, sino que terminamos encontrando la dirección que queremos sobre la marcha. La música siempre es la que nos guía, y más si consideramos la línea narrativa de este disco, que es tan intensa.

"'Paradise' es una de nuestras canciones más profundas y al mismo tiempo lleva nuestra huella identitaria, con ese in crescendo tan emocional"

Eso te iba a decir, que un título como “Time Will Wait For No One” puede ser interpretado de una forma muy determinante o incluso desesperanzadora.
Taylor: Bueno, es un disco con muchos anversos y reversos. El álbum comienza con una canción que, efectivamente, se titula así, pero que se completa con ese verso que sigue con “but I’ll wait for you”, demostrando el peso que ha tenido nuestro apoyo mutuo a lo largo de estos años tan difíciles. Llevamos haciendo música como Local Natives desde hace quince años, y ésta fue la primera vez que permanecíamos tanto tiempo separados los unos de los otros y sin tocar juntos. Ryan y Kelcey, de hecho, creyeron que, dada la incertidumbre y el bloqueo en el que nos hallábamos, esto bien podría haber significado el final de la banda. Afortunadamente, encontramos la forma de sacar la cabeza y seguir adelante juntos, y de algún modo este disco atestigua este viaje tan intenso de dos años en el que hemos terminado entendiendo quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos.

¿Hubo amagos de ruptura, quieres decir?
Nik: Bueno, sí, pero no en plan Fleetwood Mac, ¿eh? No es que tuviéramos diferencias creativas severas, ni que Taylor quisiera un tipo de disco concreto y a otro miembro no le convenciera, ni cosas así. Fue por el hecho de estar tan disgregados durante aquellos días, lo cual imposibilitaba que nuestra conexión fluyera del modo en que era necesario.

Durante ese proceso, precisamente, destacáis vuestro concierto en el Greek Theater de L.A., ¿por qué lo consideráis un momento tan crucial en vuestra historia reciente?
Taylor: Fácilmente, podríamos decir que ese fue uno de los momentos más locos de nuestra carrera. Se dieron los momentos más álgidos y más bajos de nuestra trayectoria en una misma noche, y ésta se acabó convirtiendo en un punto de referencia para nosotros. Fue un concierto muy emocional, principalmente porque era el primero que dábamos tras el gran confinamiento. Los que somos padres en la banda tuvimos la suerte de que vinieran a vernos nuestros hijos, y fue maravilloso. Además, fue en nuestra propia ciudad, lo cual lo hacía todo más especial.
Nik: Recuerdo que incluso en los ensayos previos al concierto terminamos llorando como magdalenas y, de hecho, tuvimos que tomarnos un descanso de unas tres horas antes de comenzar el show porque llegamos a pensar que no íbamos a ser capaces de subirnos al escenario y mantener la compostura. Finalmente lo hicimos y, como ha dicho Taylor, fue un momento precioso de comunión con nuestros seguidores que no olvidaremos nunca y que sin lugar a dudas marcó el tono que el disco lleva ahora.
Taylor: Supuso un antes y un después, no hay duda. Una etapa previa, definitivamente más oscura en la que ni tan siquiera sabíamos si aquel concierto iba a ser nuestro último show, y que nos dejó canciones más dolorosas, como “Paper Lanterns”, “Ava”, o “Hourglass”. Pero después de ello, nuestra mentalidad cambió de forma radical y entramos de lleno en un periodo de lo más prolífico, donde brotaban canciones mucho más divertidas y luminosas que también sentimos la necesidad de incluir en el disco, como “NYE” o “Just Before The Morning”. Aquel concierto se sintió como una suerte de péndulo, capaz de llevarnos emocionalmente de un extremo a otro, y eso es lo que hemos querido reflejar con este disco.

Ahora que hablamos del lugar en el que tuvo lugar ese concierto, ¿cómo diríais que vuestra California natal se puede percibir en vuestros discos?
Taylor: Me alegro de que lo menciones, porque siempre hemos tenido la impresión de que nuestro entorno está fuertemente ligado a aquello que hacemos. Quizás no tanto en “Hummingbird”, que tiene un aire más neoyorquino o canadiense, pero sí en el resto de trabajos que irremediablemente llevan el ADN del sur de California. Es algo que va dentro de nosotros, y aunque suene muy manido decir esto, el clima de aquí, y por ende su cultura social, son aspectos que terminan calando también en el estado de ánimo en el que compones. Con la cantidad de bandas legendarias que se han inspirado en California para su música, especialmente a lo largo de los 60s y 70s, no vamos a descubrir nada nuevo a nadie diciendo esto, claro. En cuanto a este disco en particular, te diré que comenzó a fraguarse en el patio trasero de mi casa, que fue donde nos reunimos por primera vez después de tanto tiempo sin habernos visto por el confinamiento. Empezamos a trastear algunas canciones nuevas con guitarras acústicas y el mood que creamos se sintió genial, porque fue exactamente el mismo espíritu que tuvo en su día nuestro primer álbum, “Gorilla Manor”, dado que en aquel tiempo solíamos vivir juntos. Ese tipo de sensaciones se terminan percibiendo en un disco.

"Siempre hay problemas y tensiones, pero ante todo somos una banda muy democrática"

Desde luego. Sin haber estado nunca en California, la siento cercana gracias a vuestra música.
Taylor: ¿No has estado nunca? ¡Pues deberías! ¿Sabes? Yo viví durante un tiempo en España, concretamente en Granada, y fue maravilloso. Había vivido siempre en California, y Granada fue la primera y única ciudad en la que he vivido por un tiempo prolongado, debido a que me fui a estudiar allí. De hecho, y como dato curioso, te diré que algunas de las canciones de “Gorilla Manor” las comencé a escribir allí.

La verdad es que nunca me habría imaginado que “Gorilla Manor” llevara ADN granaíno. Desde luego, cada disco vuestro se siente muy distinto, y creo que la clave tal vez sea que en cada uno de ellos habéis trabajado con productores distintos. En este caso, con John Congleton.
Nik: Sí, y creo que debemos romper una lanza en su favor, porque al pobre John le tocó convertirse en nuestro terapeuta privado y aguantarnos en nuestro momento más delicado y vulnerable. Como te decíamos antes, hubo una primera fase en la que solo traíamos al estudio canciones muy dramáticas, y John creyó que estaba ante nuestro disco más intenso y oscuro. Por fortuna, comenzamos a traerle canciones más animadas y él demostró una sensibilidad enorme a la hora de mezclarlas con las anteriores y darle forma a un todo que se siente tan especial. No es algo que hayamos podido experimentar con cualquier otro productor anteriormente, por ejemplo, y por ello se merece todo el reconocimiento posible por este trabajo.

Volviendo a esa dualidad entre luz y oscuridad que percibimos en el disco, hablemos de una de las canciones más oscuras y otra de las más luminosas del mismo. Primero, “Paradise”, que es probablemente la canción más sobrecogedora y emotiva que habéis compuesto nunca.
Taylor: Esa canción es 100% Kelcey, y obviamente le toca de forma muy directa a él por todo lo que envuelve la misma, pero a su vez el resto de nosotros también logró conectar de forma muy especial con aquello que él buscaba expresar. Es una canción muy honesta y vulnerable, y nació fruto del momento más crudo y emocional del confinamiento. La esposa de Kelcey sufrió dos abortos mientras trataba de quedarse embarazada, y a aquella tragedia y esa sensación de aislamiento que vivíamos, también se sumó una terrible cadena de incendios que asolaron la naturaleza de California, creando una atmósfera apocalíptica en nuestra ciudad que nos impedía incluso salir de casa a dar un paseo. No podíamos ni respirar en las calles. Definitivamente es una de nuestras canciones más profundas y al mismo tiempo lleva nuestra huella identitaria, con ese in crescendo tan emocional. La primera vez que la tocamos en el estudio se nos puso la piel de gallina.

Ahora, vamos con la más luminosa. Y es que debo decir que me encantó la historia que hay detrás de “NYE”, y todo aquello que contasteis sobre actuar en la boda de Ryan versionando a los Strokes. La verdad, se nota que antes que banda sois colegas.
Taylor: Hay muchas formas de pertenecer a una banda. Es algo que hemos aprendido con los años y tras conocer a los diferentes grupos que nos hemos cruzado a lo largo de nuestra vida. Pero en todos ellos siempre coincidía lo mismo, y es lo loco que es vivir inmerso en la rutina de una banda. Quiero decir, no solo eres compañero creativo del resto, sino que siempre está presente una cierta sensación de formar parte de una familia. Es como un matrimonio muy loco [risas]. Pero hay una cosa que me enorgullece muchísimo de nosotros y es como, a pesar de los años y las vicisitudes, siempre hemos priorizado nuestra amistad por encima de todas las cosas. Siempre hay problemas y tensiones, pero ante todo somos una banda muy democrática, como ya te comentaba antes Nik con esa forma que tenemos de trabajar, donde no hay roles definidos y siempre estamos abiertos a que todo cambie y a que se ponga sobre la mesa algo nuevo. De alguna forma, este disco se siente como la síntesis perfecta de nuestra amistad y el testigo de cómo hemos atravesado juntos diferentes etapas vitales muy especiales, como la paternidad. Independientemente de nuestros éxitos, somos cinco tíos que se quieren mucho y que priorizan su amistad por encima de todo.

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