Llamaradas
EntrevistasJulio De La Rosa

Llamaradas

Cristina V. Miranda — 06-10-2010
Fotografía — Laura López

“La herida universal” es el cuarto trabajo en solitario de Julio de la Rosa, un disco que desde su título nos noquea y nos advierte de un contenido inflamable. El músico ha jugado a quitarse capas y se ha divertido haciendo un disco en el que se ríe del amor, convirtiéndolo de esta forma en la cosa más seria.

“Déjalo ya/Para ya/Aunque te empeñes/Nunca podrás verte sin mí”. Así empieza “Uno”, primera canción del álbum a partir de la cual se inicia un viaje de dieciséis canciones y unos cuarenta y siete minutos al interior de esa herida que comúnmente conocemos como amor y que, más o menos cicatrizada, todos sufrimos y curamos a nuestra manera. “La herida universal” es un viaje emocional y emocionante que nos conduce a través de la euforia, el deseo, el escepticismo, la pena o el miedo. Un viaje sanador que pone punto y final al discurso, un tanto victimista, de la primera canción con “Resumiendo”, el tema que cierra el álbum de la forma más contundente: “Tendré que decirlo más/Sin ti no estoy mal”. Principio y final convierten a “La herida universal” en una especie de disco-duelo que nos cuenta, una vez más, cómo el camino del amor y las relaciones humanas puede ser tortuoso y destructivo, pero siempre adictivo y, en este caso, también divertido. “Supongo que en cierta forma sí que se puede considerar como un disco de duelo, aunque no hablo de mí exclusivamente sino que trato el amor desde distintos puntos de vista. De ahí que casi cualquiera se pueda sentir identificado con alguna de las historias y de ahí también el título del disco, porque en realidad no hay tantas cosas comunes a todos los seres humanos y el amor, para bien o para mal, es universal. Es la herida universal”. Tan común nos es el amor como lo es el sexo y, de eso, también hay mucho aquí. Sexo vicioso, sexo romántico, sexo que cura y sexo que duele, sexo triste y suciedad. El sexo como elemento catártico y omnipresente que nos hace preguntarnos hasta qué punto puede a veces llegar a funcionar como el verdadero motor de las relaciones o ser incluso más importante que el amor. “Se puede tener buen sexo sin estar enamorado y estar enamorado y no tener precisamente el mejor sexo del mundo. El amor engloba muchas otras cosas pero el sexo es unos de los pilares básicos. Yo hablo de estas cosas porque es lo que me sale, seguramente si llevase veinte años felizmente casado escribiría sobre otros temas. Por ejemplo, me flipa ese disco de David Byrne sobre edificios y comida, pero a mí lo que me salen son canciones sobre amor, desamor, sexo y su puta madre. Además, cuando compones quieres que la gente sienta algo, y lo que pienso es que si a mí esto me sirve de terapia, seguramente también sirva de terapia a otras personas”. En este caso, una terapia pop, porque si Julio de la Rosa siempre nos ha tenido acostumbrados a no acostumbrarnos con su música, en este caso, su manera de experimentar y no aburrirse ha sido, precisamente, dejar de lado la experimentación y volver a los formatos más clásicos del pop. “Cuando compuse el disco escuchaba mucho a todos esos artistas folk que se han puesto de moda estos cuatro últimos años y creo que fue por reacción que decidí hacer todo lo contrario. A mí me resulta mucho más estimulante parecerme a Wham! o a Ian Dury que parecerme a Eef Barzelay. Reconozco que ‘Las leyes del equilibrio’ era un disco raro. ‘El espectador’ se quedaba a medio camino y con éste me apetecía hacer algo más conciso”. Una decisión en la que seguramente juega un peso fundamental todo su trabajo paralelo como compositor de bandas sonoras, que este año le ha tenido liado con tres películas: “Primos”, “Carne de neón” y “La lección de pintura”. ¿Liado? me quedo corta. “Cada banda sonora supone entrar en un agujero negro en el que tienes que descubrir una música completamente nueva con una instrumentación peculiar y una sonoridad y unas movidas tales, que cuando por fin me he puesto a trabajar en mi disco lo que menos me apetecía era experimentar con ciertas cosas. Lo que quería era hacer un disco con la inspiración del pop y el rock”. Bandas sonoras, álbumes, libros y ahora también videoclips. Arropado por algunas amigas del gremio, Julio De La Rosa le ha cogido el gustillo a eso de poner imágenes a su música, y antes de que saliese el disco, casi la mitad de las canciones ya tenían videoclip. “Lo que me gustaría es poder sacar el disco entero en DVD, con todos los vídeos. Es el sueño que siempre tenemos los músicos”.

Un comentario
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EntrevistasIn Flames

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David Sabaté — 09-02-2006
Fotografía — Archivo

Hay grupos que pueden permitirse cierta soberbia. In Flames son uno de ellos. Los suecos afirman sin problemas que su nuevo disco, “Come Clarity” (Nuclear Blast/Mastertrax), será uno de los mejores de este recién estrenado 2006. Y quizás tengan razón. En él recuperan la fórmula velocidad-más-melodía que les ha hecho famosos sin renunciar a la exploración de su vena más accesible. El fuego avanza con más frentes que nunca.

Björn Gelotte, guitarra, principal compositor y alma mater de la banda, nos atiende vía telefónica desde Göteborg. “Lo hemos grabado y producido casi entero nosotros mismos con la única ayuda de dos ingenieros de sonido. El hacerlo todo tú te da mucha más libertad. Al mismo tiempo es más difícil porque supone más responsabilidad y más presión. Lo complicado ha sido el aspecto logístico. Por razones de comodidad cada uno ha grabado sus partes por separado en distintos estudios. Ha sido un poco loco y en ocasiones confuso, pero también ha supuesto un reto”. Un reto y un trabajo extra con final feliz. Los resultados hablan por sí solos y marcan un paso más hacia la variedad y el concepto de perfección tan ansiados por la banda más popular del death melódico. El cambio respecto a su cuestionado “Soundtrack To Your Escape” resulta evidente desde la inicial “Take This Life”, arrolladora y pegadiza a partes iguales.

"A todos nos gustaría haber tocado junto a Rainbow con Ronnie James Dio, aunque sabemos que obviamente es imposible"

La pieza, como muchas otras, deja entrever la voluntad de los suecos de recuperar el espíritu de álbumes como “Clayman” o “Colony”, aunque su estribillo –limpio, definido, coreable- demuestra que todos los experimentos y registros tanteados en sus dos anteriores trabajos no han sido en vano. O sí. “La verdad es que siempre hemos escrito música de la misma manera. Lo único que ha ido cambiando ha sido el productor y el estudio. Después de tantos años, una de las cosas más importantes para nosotros es poder encontrar nuevas maneras de expresarnos, porque luego debemos tocar esas canciones muchas veces. Lo que hagamos debe ser interesante, en primer lugar, para nosotros mismos. No pensamos en satisfacer a nadie más”. Esa actitud les ha llevado a firmar cortes como “Dead End”, donde colabora la cantante pop sueca Lisa Miskovsky. “Es una cantante bastante importante aquí en Suecia. Está muy alejada de lo que hacemos pero nos enteramos de que estaba interesada en el metal y decidimos ofrecerle esta colaboración. En vez de grabar la típica balada quisimos hacer una especie de canción pop llevada al terreno de In Flames”. Un ejemplo más de la capacidad de los suecos para aglutinar ideas y referencias varias. “Todo lo que nos rodea y lo que pasa en nuestras vidas se refleja en nuestra música. También se aprende mucho de los grupos con los que tocas. Girar es una de las experiencias más importantes y enriquecedoras para cualquier banda”. En ese sentido, In Flames son unos auténticos privilegiados. En su currículum encontramos compañeros de escenario de la talla de Metallica, Iron Maiden, Judas Priest, Mötorhead y Mötley Crüe. ¿Algún ídolo con el que aún no hayan tocado? “A todos nos gustaría haber tocado junto a Rainbow con Ronnie James Dio, aunque sabemos que obviamente es imposible”. Y hablando de algunos nombres propios de la New Wave Of British Heavy Metal, ¿cuál es su opinión respecto a la nueva ola americana? “Creo que es saludable que un país como Estados Unidos haya incorporado este tipo de sonidos. Es algo fuertemente controlado por los medios norteamericanos. Si te paras a pensarlo, lo que allí se vende como un producto nuevo es algo que hemos estado haciendo aquí en Europa durante muchos y muchos años. Es un gran honor que muchos de ellos nos citen como una de sus principales influencias, es fantástico. Lo único que me preocupa es que no desarrollen una identidad y un sonido propios, que simplemente utilicen elementos de nuestra música sin generar algo nuevo y original. Espero que en pocos años podamos hablar más de calidad y no tanto de cantidad”. Me intereso finalmente por el título del disco, “Come Clarity”. “Tiene bastante que ver con la paternidad de Anders. El ser padre le ha hecho ver las cosas de otro modo. Las letras reflexionan sobre la moralidad y plantean preguntas sin respuesta acerca de la vida y la muerte. El título refleja también el momento en el que estamos como banda. Hemos trabajado duro durante mucho tiempo y ahora estamos donde queríamos estar: a punto de iniciar una gira mundial como cabezas de cartel. La confusión, las dudas y el caos que hemos vivido en el pasado han terminado”. Por cierto, esa gira les traerá en abril a nuestro país junto a Sepultura.

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