“Déjalo ya/Para ya/Aunque te empeñes/Nunca podrás verte sin mí”. Así empieza “Uno”, primera canción del álbum a partir de la cual se inicia un viaje de dieciséis canciones y unos cuarenta y siete minutos al interior de esa herida que comúnmente conocemos como amor y que, más o menos cicatrizada, todos sufrimos y curamos a nuestra manera. “La herida universal” es un viaje emocional y emocionante que nos conduce a través de la euforia, el deseo, el escepticismo, la pena o el miedo. Un viaje sanador que pone punto y final al discurso, un tanto victimista, de la primera canción con “Resumiendo”, el tema que cierra el álbum de la forma más contundente: “Tendré que decirlo más/Sin ti no estoy mal”. Principio y final convierten a “La herida universal” en una especie de disco-duelo que nos cuenta, una vez más, cómo el camino del amor y las relaciones humanas puede ser tortuoso y destructivo, pero siempre adictivo y, en este caso, también divertido. “Supongo que en cierta forma sí que se puede considerar como un disco de duelo, aunque no hablo de mí exclusivamente sino que trato el amor desde distintos puntos de vista. De ahí que casi cualquiera se pueda sentir identificado con alguna de las historias y de ahí también el título del disco, porque en realidad no hay tantas cosas comunes a todos los seres humanos y el amor, para bien o para mal, es universal. Es la herida universal”. Tan común nos es el amor como lo es el sexo y, de eso, también hay mucho aquí. Sexo vicioso, sexo romántico, sexo que cura y sexo que duele, sexo triste y suciedad. El sexo como elemento catártico y omnipresente que nos hace preguntarnos hasta qué punto puede a veces llegar a funcionar como el verdadero motor de las relaciones o ser incluso más importante que el amor. “Se puede tener buen sexo sin estar enamorado y estar enamorado y no tener precisamente el mejor sexo del mundo. El amor engloba muchas otras cosas pero el sexo es unos de los pilares básicos. Yo hablo de estas cosas porque es lo que me sale, seguramente si llevase veinte años felizmente casado escribiría sobre otros temas. Por ejemplo, me flipa ese disco de David Byrne sobre edificios y comida, pero a mí lo que me salen son canciones sobre amor, desamor, sexo y su puta madre. Además, cuando compones quieres que la gente sienta algo, y lo que pienso es que si a mí esto me sirve de terapia, seguramente también sirva de terapia a otras personas”. En este caso, una terapia pop, porque si Julio de la Rosa siempre nos ha tenido acostumbrados a no acostumbrarnos con su música, en este caso, su manera de experimentar y no aburrirse ha sido, precisamente, dejar de lado la experimentación y volver a los formatos más clásicos del pop. “Cuando compuse el disco escuchaba mucho a todos esos artistas folk que se han puesto de moda estos cuatro últimos años y creo que fue por reacción que decidí hacer todo lo contrario. A mí me resulta mucho más estimulante parecerme a Wham! o a Ian Dury que parecerme a Eef Barzelay. Reconozco que ‘Las leyes del equilibrio’ era un disco raro. ‘El espectador’ se quedaba a medio camino y con éste me apetecía hacer algo más conciso”. Una decisión en la que seguramente juega un peso fundamental todo su trabajo paralelo como compositor de bandas sonoras, que este año le ha tenido liado con tres películas: “Primos”, “Carne de neón” y “La lección de pintura”. ¿Liado? me quedo corta. “Cada banda sonora supone entrar en un agujero negro en el que tienes que descubrir una música completamente nueva con una instrumentación peculiar y una sonoridad y unas movidas tales, que cuando por fin me he puesto a trabajar en mi disco lo que menos me apetecía era experimentar con ciertas cosas. Lo que quería era hacer un disco con la inspiración del pop y el rock”. Bandas sonoras, álbumes, libros y ahora también videoclips. Arropado por algunas amigas del gremio, Julio De La Rosa le ha cogido el gustillo a eso de poner imágenes a su música, y antes de que saliese el disco, casi la mitad de las canciones ya tenían videoclip. “Lo que me gustaría es poder sacar el disco entero en DVD, con todos los vídeos. Es el sueño que siempre tenemos los músicos”.
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