En “Viatge en espiral”, el artista fusiona rap y trap con estilos tan distintos entre ellos como reggaetón, electrónica, ritmos brasileños y hasta habaneras, además de colaborar con nombres tan destacados como Albert Pla o La Casa Azul. Un disco magistral que converge con las nuevas tendencias de la escena urbana en conexión con otros estilos, dejando atrás la fijación absoluta por Norteamérica. Además, reivindica la tan potente cultura tradicional catalana en canciones como “Ramiro”, en la que abandona el autotune y colabora con la banda de habaneras Arjau. Sus letras, lejos de hablar de drogas, sexo y dinero –el tópico rapero y trapero– flotan entre relaciones, críticas a la sociedad o la ironía de la figura del típico rapero. Como cuenta Dami, a él no le interesa competir para ver quién es el mejor, sino contar sus situaciones cotidianas y ser natural a base de versos.
“Viatge en espiral” se añade a la tendencia global del trap como uno de los géneros que más se fusiona con otros estilos. ¿Crees que ya queda lejos la época de encasillar el trap y el rap solo con influencias norteamericanas?
Estoy cien por cien de acuerdo. Es una tendencia global, pero no considero que lo estén haciendo todos los artistas. Miras a algunos y están haciendo lo mismo que hace cinco años porque es lo que les ha funcionado siempre. Yo lo hice por la ambición de querer salir de mi zona de confort y hacer cosas diferentes. Hacer un disco que suene todo a rap o trap me daría pereza como oyente. Parece que los chavales, cuando intentan hacer música, están intentando copiar lo que se hace en Atlanta y Chicago. En nuestro caso, lo de la habanera fue para reivindicar la cultura catalana. Aquí tenemos unos referentes de la hostia y queríamos empoderarnos de ellos. Existen los que te señalan porque eres rapero y, según ellos, no puedes hacer otra cosa que rap, y queríamos romper un poco con eso.
"Hay algo que me separa un poco del rap: el discurso del ego, de tenerse que sacar la polla cada vez para medírsela"
Es muy sorprendente verte en colaboración con una banda de habaneras, que parece que se reducen al concepto de las fiestas mayores de los pueblos de costa. ¿Cómo se dio la canción “Ramiro” con Arjau?
Es una idea que ya nos iba rondando por la cabeza cuando hicimos el primer disco con Sr. Chen: queríamos hacer algo con música típica de aquí. En un concierto, vino Jordi, el cantante de Arjau, y nos dijo: “Yo también hago música, pero hago algo súper diferente, tengo un grupo de habaneras”. Nos miramos con Chen y le di mi contacto. Acabábamos de sacar el primer disco, pero queríamos hacer una habanera juntos para el siguiente.
¿Escuchabas habaneras de pequeño o tenías alguna referencia de antes?
Si te digo que soy el fan número uno de las habaneras, te estaría troleando. Mi abuelo vivía en L’Escala y cuando íbamos en el coche con él ponía habaneras todo el rato. Me acuerdo de haber escuchado las típicas habaneras, pero tampoco te diré que en mi tiempo libre escucho habaneras, sería apropiarme de algo que no es mío.
En “Multiplà” te ríes de la figura del rapero. ¿Abogas por un rap más inclusivo?
Cien por cien. Llevo toda mi vida escuchando rap y de todo lo que se ha hecho en España, es difícil que me digas un grupo y no sepa cuál es. Pero a la vez, hay algo que me separa un poco del rap: el discurso del ego, de tenerse que sacar la polla cada vez para medírsela. En mi vida real no soy así, soy un tío normal como tú o como cualquier otra persona que conoces. Sería hipócrita decir que soy el que más gente se folla o el que más dinero tiene porque es una competición absurda. Hay raperos que han basado su personalidad alrededor del discurso del dinero, el poder y el sexo y a mí, como persona normal, me da mucha pereza. No quiere decir que no me guste vacilar, pero me gusta hacerlo en lo que me interesa.
La honestidad forma parte de las bases de tus letras y llega al punto que cantas con tu ex, Marta Mas, en la canción “Provença”, en la que habláis de las relaciones. Es un acto muy sincero y poco visto en el rap.
Nuestro discurso es bastante transparente y lo que te explico en las letras es lo que te puedo contar un día tomando una birra. No hay un artista y una persona: es lo mismo siempre, y creo que es lo que convence a la gente de “seguir con nosotros”. Como artista, he demostrado que se puede formar una carrera musical sin tener una voz sobrehumana, porque considero que la música es comunicarse, como el lenguaje, y hacerse entender. Valoro mucho transmitir sentimientos en la música. En un tema que escribí cuando lo dejé con Marta, se me ocurrió que no había nada que pudiera transmitir más sentimientos y que sea más transparente que las dos personas que vivieron esa relación cantando la canción sobre esa relación. Y seguramente hubiésemos conseguido otra colaboración que hubiese cantado mejor que Marta, porque ella no es cantante, pero no sería lo mismo.
Esta sinceridad también se refleja en canciones como “2080” o “Laripse”, en las que hablas de temas tan diversos como el cambio climático y dices las cosas muy claras. ¿Ves el futuro con optimismo, al menos con tu carrera?
Depende de la semana. Vivo con el sentimiento intrusivo constante de que mi carrera se va a acabar en dos meses. Y llevo conviviendo con esto desde hace tres años. Es una mierda. Desde fuera la gente puede decir que me ha ido bien con este disco, y objetivamente es así. Pero soy optimista y me lo tomo todo a broma porque al final no puedes estar amargado todo el día.
Hablas de Lildami en plural, como un equipo. ¿Cómo ha sido el trabajo en equipo de este disco a distancia con Sr. Chen y Emotional G?
Ha sido mucho más chungo trabajar durante en el confinamiento. Muchas de las ideas las he trabajado antes en casa y luego he bajado a Tarragona unos días y las trabajábamos. Pero otras han salido de maquetas cutres que he hecho en casa, que luego Chen cogía y les daba mil vueltas. Luego nos juntamos con Mariona y veíamos cómo podíamos hacerlo mejor.
En las letras no se nota apenas la temática sobre el confinamiento, ¿pero lo notaste en la manera de trabajar en el disco?
Totalmente, me volví loco. La maqueta del primer disco la hicimos en una semana, y con este segundo disco me he vuelto obsesivo, que creo que se nota. Pero si no me obsesiono yo no lo hará nadie por mi propio proyecto. Entré en un bucle de no levantarme de la silla hasta que estuviese todo bien. Creo que a nivel de letras se ha notado mucho porque hay temas que he grabado dos veces o frases que cambiaba. Grabé siete veces tanto la intro de “Tot” como la habanera.
¿Has conseguido el sonido que querías en este disco? Está claro que no te gusta que Lildami suene siempre igual.
Sí, definitivamente. Nuestro estilo se nota porque no tenemos ningún estilo en concreto y no puedes saber nuestro próximo movimiento. Si te digo de hacer una base que suene como algún grupo en concreto la puedes hacer, pero si te digo de hacer una base que suene como Lildami, ¿qué vas a hacer? ¿Harías un tema de rap, de trap, de pop? Al final, lo que hacemos te puede molar más o menos, pero creo que es inimitable. Tenemos temas que son muy diferentes entre sí pero todos tienen coherencia.
"Para mí es un honor que artistas de esta trayectoria y reconocimiento avalen mi proyecto y decidan hacer una canción conmigo"
Incluso teniendo imaginarios muy diferentes colaboraste con Albert Pla, con quien a priori no tienes mucho en común artísticamente.
¡Yo creo que sí que tenemos en común! Precisamente somos dos artistas muy irónicos y que no nos tomamos nada muy en serio. Surgió a partir de que compartimos agencia de comunicación y un día Albert Pla le envió un mensaje a Marc Isern [de Vibra Comunicació] diciéndole que se estaba haciendo fan mío. Entonces le llamé, me presenté, estuvimos hablando, me invitó a su casa, le enseñé el disco y justo teníamos un hueco. Le dije que, si tenía ganas de colaborar, para mí sería un honor que lo hiciera, y en dos semanas lo teníamos hecho.
También colaboras con Guille Milkyway en “Tot”. Son colaboraciones muy distintas pero que juntas forman tu propio estilo.
Claro, te encuentras un tema de Lildami y Albert Pla y te preguntas cómo puede encajar esto, pero luego lo escuchas y te sorprendes porque nadie está fuera de su lugar, o con La Casa Azul. Para mí es un honor que artistas de esta trayectoria y reconocimiento avalen mi proyecto y decidan hacer una canción conmigo.
¿Crees que Cataluña está preparada para una escena urbana consolidada en catalán? ¿O todavía queda un tiempo para que sea más común el rap en lengua catalana?
Creo que se están dando pasos en la dirección acertada. Si lo miro con un poco de retrospectiva, ahora hay muchos más grupos y con intenciones de hacer las cosas bien, y eso me llena de orgullo. En parte, también he propiciado un referente del rap en catalán, y haber llegado a tocar en festivales y haber convertido esto en mi modo de vida ha ayudado. He convertido este nicho de mercado que es el rap en catalán en mi empresa. Esto está genial porque puede empoderar a la chavalada. Pero sí que creo que todavía hace falta mucho por recorrer. Por ejemplo, cuando vamos a un festival es todo de bandas en catalán y el rapero, el de las rastas, Lildami. Queda trabajo por hacer para que de aquí unos años ya no sea así.
Ahora que dices que has convertido la música en tu vida, ¿echas de menos el diseño industrial?
No (ríe). A ver, no se me caen los anillos por hacer nada, y si tengo que volver a trabajar de lo que hacía antes lo hago porque me gustaba mi trabajo. Obviamente, tengo mucha más responsabilidad y más dolores de cabeza con la que está cayendo para tirar adelante la empresa. Me levanto trabajando y me voy a dormir trabajando, cosa que cuando tenía mi trabajo de nueve a cinco y me daba igual todo. No lo cambiaría por nada, pero sí que echo de menos esa cierta tranquilidad de que llegue el fin de semana y descansar. No solo no puedo apagar el móvil, sino que tengo dos móviles. Eso ya ha sido el paso a hacerme boomer profesional (ríe).
¿Cómo serán los directos de este “Viatge en espiral”?
¿Sabes qué nos pasó? En enero del año pasado nos compramos unos equipos de sonido y luces para los directos, pero no los pudimos estrenar, así que lo vamos a hacer ahora. Además, los conciertos de rap siempre se asocian con la mesa del DJ, que entiendo que hace unos años tenía mucho sentido cuando se pinchaban vinilos, pero nosotros no hacemos eso. Este año nos cargamos la mesa del DJ: va a ser un escenario diáfano con las barras de luces que tenemos y el logo y ya está.
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