El disco, empezando por el título y la portada, tiene cierto aire futurista. ¿Qué es lo que te ha llevado a adoptar esta estética?
Es por la portada, en realidad. El disco se llama “Nacer en Marte”, que es una frase de la canción “La Equilibrista”, cuando dice “Prefiero morirme y nacer en Marte, amarte no”. El futuro es un tema bastante recurrente en el disco, y cuando pensamos en la portada, se propuso esta idea y me pareció guay.
Los tintes futuristas se aprecian también en las guitarras atmosféricas y el uso de sintetizadores.
Yo hice estas canciones con mi guitarra, como siempre, y a la hora de grabar, contactamos con Sergio Pérez de Svper para que produjera el disco. Una idea de producción era que sonara como folk: una mezcla de sonido de guitarra española con sonido de algo del futuro pero que está anticuado. Entonces, se le ocurrió meter unos sonidos al estilo de la BBC Radiophonic Workshop. De ahí la idea de “retrofuturismo”: un futuro que está un poco añejo en cierto modo. Seguimos esa idea por las canciones “Desde El Futuro” y “La Equilibrista”, que habla mucho sobre el tiempo.
Cada vez se subestima más la guitarra. Parece que la tendencia actual es la deriva hacia la música grabada, pero en el disco, a pesar de haber añadido algunas bases electrónicas, la reivindicas, incluso como nuevo elemento con la incorporación del lap steel guitar.
Fue idea de Sergio Pérez. Se lo trajo al estudio y estuvo metiendo arreglos. Me gustó mucho porque es un elemento muy country y yo soy muy fan de K.D Lang. Suena como los primeros discos de K.D. Lang y me encanta. Es una mezcla de ese rollo súper profundo americano con melodías más pop.
"Solo puedo hacer música cuando siento que tengo algo que decir".
¿Qué diferencia a Nacer en Marte del resto de tus trabajos, más allá del sonido?
Este disco se ha hecho muy despacio, yo no estoy acostumbrada. Recuerdo que, para el disco anterior, “Telepatía" (2016), que lo edité yo desde mi sello Tormina Records, hacía las canciones, dos meses después las grababa y al día siguiente las subía. Esto ha sido otra cosa. Ha ido muy lento y se ha ido haciendo todo poco a poco. Además, aquí sí que ha habido un productor y una producción que se ha pensado de antemano. Hablé con Sergio por teléfono varias veces antes de ir a grabar, y eso nunca lo había hecho. Con “Vigila El Fuego”, producido por Hidrogenesse, no se planeó tanto, fue todo más espontáneo.
Entonces tenías claro que este disco querías hacerlo con un productor.
Sí, me apetecía. Como yo siempre hago música sola, no soy un grupo, veía más remota la posibilidad de pensar en un productor, porque la música no es solo música, es también economía. En este caso, por ejemplo, diferenciando de mi disco anterior, es un disco que saco con un sello, La Castanya, y que supone una inversión económica, un poquito más de ayuda. No soy yo sola la que saca el disco. Es un trabajo en equipo y eso influye en el camino por el que tira la música. Porque yo, a la hora de grabar, podría haber dicho: “Este disco voy a ir a defenderlo sola con mi guitarra. No quiero meter un montón de arreglos porque luego nos los voy a poder tener en directo”. Pero en cambio, para este disco sí que pensamos en que iba a ir con Javier (Betacam) y con Clara (del grupo Sierra) como banda, ya estaba todo planeado. Quería que fuera un disco bastante minimalista, porque lo es, pero había cierta libertad porque sabía que luego iba a poder defenderlo en directo. No quiere decir que porque tengas más dinero lo vayas a hacer mejor, en absoluto, pero te planteas posibilidades que sin dinero no te plantearías.
¿Por qué te decantaste por sacarlo con la Castanya y no con cualquier otro sello independiente?
Con la Castanya llevo trabajando desde 2014 como booking. Cuando saqué “Gramola (2014)” tenía mi propio sello, pero la Castanya me ayudaba con los conciertos. Eso ya empezó más a tope en 2016 con “Telepatía”. Yo me autoedité mi disco, la Castanya me buscaba los conciertos y funcionábamos muy bien juntos. Incluso Austrohúngaro, que ya me había editado en 2012, editó después “Telepatía” en vinilo. Y yo en ese momento me sentía muy a gusto: mi edición en vinilo con Austrohúngaro y La Castanya haciendo el booking. Ahí me di cuenta de que mola trabajar en equipo, con más gente. Como vivo en Suecia, lo hago todo sola y ahora he aprendido lo agradable que es trabajar con gente. En mi caso, no vivo en una escena musical. Tengo una vida muy tranquila, en una ciudad pequeña en Suecia. Soy madre, tengo dos niñas y hago música contra todo pronóstico porque realmente no tengo a nadie cerca de mí haciendo música, ni hay muchos conciertos tampoco. Entonces, ahora ha sido de repente como tenerlo todo a la vez.
Siempre has hecho lo que te ha apetecido. Has ido sacando discos cada dos o tres años por ti misma, no bajo la presión de un contrato discográfico. ¿Crees que esto influye a la hora de ser más o menos creativa?
Es cierto que hoy en día muchas bandas sienten la exigencia de sacar un disco al año, que es una exigencia del mercado, de la industria. Yo soy una persona que no puede poner “el piloto automático”. No hago canciones por hacer. Yo solo puedo hacer música cuando siento que tengo algo que decir. ¿Y cuándo tengo algo que decir? Pues cuando ha sucedido algo en mi vida. Una canción no trata solo sobre tu vida. Tú intentas que trate de algo tuyo pero que la gente pueda oírla, identificarse. Hay gente a la que le dan un tema y hace una canción. Yo nunca he hecho, por ejemplo, una canción para un anuncio. Y hay gente que hace la música y la letra, pero yo no puedo. Yo no puedo, por ejemplo, componer en inglés o en sueco. Hablo sueco fluido, llevo diez años en Suecia, es mi segunda nacionalidad y no puedo fingirlo. Yo no puedo hacer las cosas por encargo. Es lo que me sale. Cuando compongo, siempre tiendo a desechar todo aquello que de repente me suena muy bonito o muy normal. Siempre he pensado que la belleza está sobrevalorada. Por eso, cuando hago música, nunca voy buscando la belleza, sino otra cosa. Sé que hay mucha gente que no pilla mi música, pero es que en muchas cosas no coincido con la mayoría de la gente. Luego, si de pronto disfruto con una canción súper famosa que le gusta a todo el mundo me mola porque me siento súper integrada.
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