La carrera en solitario de José González ha sido como un huracán que las voces del mainstream no han conseguido detener, pero que ha arrasado con todas y cada una de las posibilidades de grabar un álbum con su grupo, Junip.
Por otra parte, esa misma repercusión les ha dado la posibilidad de tocar en espacios inimaginables para una banda que empieza (estuvieron en la última edición del Primavera Sound y dieron un maravilloso concierto en la Casa de América en Madrid), además de acceder a un público que no hace demasiadas preguntas. Winkerton, al otro lado del teléfono, ni le guarda rencor ni tiene el mínimo interés en alcanzar el éxito más o menos masivo. “Es cierto que las giras de José hacían difícil que le dedicáramos el tiempo necesario, pero también es verdad que trabajamos muy despacio. Elias se marchó a Noruega a estudiar y yo he pasado bastante tiempo trabajando como profesor a la vez que iba montando mi propio estudio. Hablábamos de hacer algo muchas veces, pero en el fondo somos los tres muy vagos”. Sin calma no hay tempestad, y el tiempo les ha servido para entrar a grabar con las ideas claras. “Nuestra forma de trabajar tampoco ayuda. Grabamos nuestros ensayos, y una vez algo nos gusta, lo vamos desarrollando hasta que casi está acabado, José escribe las letras en su casa. Descartamos mucho material, y lleva tiempo”. “Fields” tiene –pocos- momentos kraut que lo hacen interesante, pero en general no se diferencia demasiado del trabajo de González en solitario. Metidos en faena, necesitaban a alguien que no sólo colocara los micrófonos en su sitio, sino que pusiera un poco de orden. “No somos ni muy buenos músicos ni ingenieros de sonido, así que nuestro amigo Don Alsterberg nos ayudó a producir el disco y tampoco es que él trabaje muy deprisa. Graba en digital, pero luego lo pasa todo a cinta magnética y mezcla en analógico. Es un proceso lento, pero consigue un sonido único”.
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