“Hay una oleada de grupos y artistas folclóricas ahora que son puro punk"
EntrevistasLe Parody

“Hay una oleada de grupos y artistas folclóricas ahora que son puro punk"

Marcos Gendre — 20-10-2024
Fotografía — Archivo

Dentro de las distintas variables que nos está proporcionando el rico crisol de maridajes entre folclore y electrónica, Le Parody es un verso libre que, con Remedios da un golpe de autoridad que pone tierra de por medio con la mayoría de propuestas en este terreno y que la convierte en una de sus voces más personales y torrenciales.

Antes de nada, para ponernos en contexto, quería preguntarte qué cambia en tu forma de concebir “Remedios” con respecto a tu último LP.
Entre “Porvenir” y “Remedios” cambiaron tantas cosas, a nivel personal y mundial (pasó una pandemia, tuve una hija), que la gestación del disco fue absolutamente distinta. No fue del todo intencionado, pero no me quedaba otra que cambiar la manera de escribir música. Mientras que con “Porvenir” me encerré siete meses a probar y probar con máxima concentración sin casi hacer otra cosa, con “Remedios” me he tenido que apañar currando durante tres años en los huecos muy escasos que deja la crianza. Por ponerlo en una metáfora, hacer Porvenir fue como cavar un túnel muy hondo con una tuneladora, un trabajo industrial, épico, “Remedios” ha sido como trabajar con estratos y capas muy finas cayendo poco a poco, una cosa mucho más artesanal.

Por un lado, escuchando tu disco suena al mismo tempo como si estuviera sustentado en una idea previa muy concreta, pero también como si fuera una obra nacida de la intuición y la libertad de lo que brote en cada momento. Pero ¿cuál de estas dos vías han marcado la senda de “Remedios”?
La de la libertad, ¡sin duda! Dudé mucho si hacer un disco nuevo o no. Me preguntaba, ¿el mundo necesita realmente un disco nuevo de Le Parody? ¿Necesito yo hacerlo? No es una buena pregunta. Estuve ahí atascada un rato y luego decidí que si hacía un disco lo iba a hacer por puro disfrute, por el placer de hacer canciones, porque sí. En “Porvenir” y en “Hondo” había búsquedas muy concretas, experimentos difíciles. “Remedios” tampoco es sencillo, pero reconecto con esa manera en la que empecé a hacer canciones un poco a ciegas, disfrutando.

“En 'Remedios' reconecto con esa manera en la que empecé a hacer canciones un poco a ciegas, disfrutando"

Creo que nunca sonaste tan pura, cruda e intensa como en este trabajo. Es como si te hubieras quedado con la emoción de tu música, pero desnudándola hasta dejarla en el hueso. En este sentido, ¿a qué nivel la producción has tenido que profundizar para poder alcanzar esta química?
Mi intención era hacer una produ lo más desnuda posible. Luego, como siempre, me pasa, la cosa se barroquizó... Pero es un barroquismo como de juguete, de ruiditos y texturas que dejan la estructura más cruda, como tú dices. Aquí ha tenido mucho que ver Kiko Dinucci, el co-productor del disco. Es la primera vez que produzco con alguien más y ha sido un gustazo.

¿Se podría decir que este disco responde a la idea del folclore actual como el nuevo punk ibérico?
¡Sí sí sí! Hay una oleada de grupos y artistas folclóricas ahora que son puro punk. Yo quiero estar en eso.

Creo que nunca un disco tuyo una concepción tan cinematográfica como este último. En este sentido, da la sensación de que, incluso, la inspiración proviene de imágenes perfectamente visualizadas en tu cabeza. Pero ¿hasta qué punto canciones como, por ejemplo, “PAISAJE I” surgen de una concepción tan visual como musical?
Esto no me lo había planteado, aunque sí que ha habido un trabajo a posteriori con imágenes gracias a El Estudio, Abigail y demás equipo con el que hemos hecho vídeos para cada canción que generan juntos una especie de cómic, un relato paralelo.
Todo esto sucedió después de haber escrito el disco, ya digo. No diría que hay una concepción visual pero sí es verdad que hubo un punto de partida con una imagen posapocalíptica muy clara. Un postapocalipsis reventao pero habitable, donde ya empieza a pensarse en cómo vivir y festejar.

Cortes como “Por saber de dónde vengo” parecen recoger sonidos medievales, industriales y folclóricos dentro de un tribalismo que es pura intensidad que siglos de estilos musicales. ¿Bajo qué concepción surge una fusión de esta clase expresada de forma tan libre?
Justo en “Por saber...” y algunos otros temas quise dejar entrar ecos de otros folclores. He estado siempre muy centrada en el folclore andaluz, que es del que vengo. Sigo sintiendo un fortísimo arraigo por el Sur, por supuesto, pero tampoco puedo tapar que me he traído veinte años viviendo en Madrid... Ese folclore castellano, más sobrio, más sigiloso, más misterioso para mí que toda la herencia árabe, africana e india de la cultura andaluza, también está entre mis influencias. Lo de que suena medieval creo que tiene un poco que ver con eso, y también quizás se me han colado esos sonidos de tanto pensar en todo ese concepto de posapocalipsis habitable que te comentaba antes. Llevo muchos años leyendo sobre la Alta Edad Media y me parece un periodo a reivindicar y al que va a tocar volver por fuerza.

En otros, como en “Un remedio”, al igual que en el último LP de Björk, combinas elementos digitales y otros más naturales, como esos vientos, dentro de una dualidad sónica donde el lenguaje entre ambas perspectivas suenan en continua retroalimentación. En este sentido, ¿cómo fue el proceso para alcanzar el equilibrio entre ambos mundos sónicos?
Esa era la principal búsqueda sonora en este disco: quería que hubiera dos frentes, uno muy humano y otro muy máquina. Las trompetas y la voz utilizan el mismo aparato diafragma-pulmones-boca, aparte de que comparten timbre y frecuencias, armonizan precioso. Quería unas bases muy sampleadas, muy claramente maquínicas, y sobre eso la voz y las trompetas. Aunque es verdad que luego Kiko hizo muchos de los beats con percusiones que acabaron humanizando también las bases... Así que me parece que al final esa dualidad se rompe. Lo humano se fusiona con la máquina en este disco.

"Aquí por primera vez hice las letras antes que la música, y busqué un lenguaje lo más preciso y preciosista que pude"

Precisamente, “Virtudes” y “Nanas de Mayrit” son otros cortes que veo con muchos paralelismos con el de la creadora islandesa, con esos coros de sirena, las percusiones naturalistas y el arte del requiebro melódico inesperado. ¿Cómo un puzle sonoro como este va tomando forma en tu cabeza y cuándo sabes que ha llegado el momento de parar de introducir elementos?
Uf, el momento de parar... Eso es todo un arte, yo nunca estoy segura. Quizás tenía que haber parado un poco antes, quizás tenía que haber seguido un poco más... Yo acabo parando por agotamiento y por impaciencia. Aunque siempre hay una vocecita que a la vez te dice, venga ya está, ya está dicho.

Voz y máquina, bucle y repetición, cine y danza, folclore andaluz y latino. Es como si todo tu mundo creativo fuera el origen de una repetida colisión de contrastes. Es como si la intensidad de tu arte surgiera de una comunión que lucha por ser una única voz. Por ejemplo, en “Cántese por cantar”, por ejemplo, lo antiguo y lo nuevo parecen confundirse en la misma voz.
Esto es una definición preciosa, gracias, y “Cántese por cantar” es de mis canciones favoritas del disco. Es, además, un manifiesto, a partir de un preámbulo que no es mío, lo de “no canto porque canto bien, canto porque tengo que decir algo”, es algo que se dice al principio de muchas canciones populares hispanas y latinoamericanas. Yo, que quiero dejar de pensarlo siempre todo tanto y lanzarme un poco más al disfrute despreocupao, lo llevo más hacia el hedonismo, “no cante quien bien cante, cántese por cantar”.

Precisamente, pocas veces vi tradición y futurismo tan encadenados en un concepto musical. Pero ¿qué te proporcionan ambos mundos en tu discurso creativo?
Cada vez más pienso, y llevo muchos años pensando en esto, que “tradición” y “futuro” son construcciones mentales bastante artificiales, a las que nos agarramos para tener cierto orden vital, esto va delante, esto detrás... pero que en realidad son una misma cosa.

Antes poeta que música, ¿hasta qué punto la poesía sigue definiendo las constantes de tu metodología?
En este disco la poesía es fundamental. Aquí por primera vez hice las letras antes que la música, y busqué un lenguaje lo más preciso y preciosista que pude, incluso arriesgándome a perder la frescura popular de las letras más directas que, por otra parte, tanto me gustan. Es un disco con mucho lenguaje, pero sin imágenes vagas como por ejemplo en “Cásala”. Aquí todo que digo lo digo muy a propósito, muy meditado.

¿Cómo va a ser la representación en directo de “Remedios”? Lo comento porque las posibilidades escenográficas que proporcionan estos trabajos son muy elocuentes.
Ya hemos puesto en marcha el directo, con un par de conciertos con los que hemos ido probando cosas, y estoy muy emocionada. Me acompañan dos trompetistas. Es un gustazo volver a ir con banda y tengo muchísimas pero muchísimas ganas de rodar esto. He tardado mucho en aprender a disfrutar plenamente de los directos y en los de “Remedios” presiento que va a haber disfrute a raudales. Frank y Ersilia, los trompetistas con los que estoy tocando son músicos de verdad impresionantes y nos lo pasamos muy bien tocando juntos. A parte vamos a ofrecer un espectáculo que, sin llegar a ser teatral, porque a mí me gustan los conciertos con improvisación y contacto directo con la gente, sí va a ser muy visual, muy de traer al presente ese folclore de futuro próximo que busco en el disco.

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