Casi tres años desde vuestro anterior disco, “Once”. ¿Tiempo suficiente, necesario para las nuevas canciones, obligado…?
Llegó un punto en que andábamos dando muchos bolos y no encontrábamos hueco para rematar las ideas que nos rondaban la cabeza. Entonces, decidimos intercalar los días de composición en el local y los días de grabación en el estudio, con los bolos de la gira de Once (diciembre 2013). Íbamos componiendo los temas de dos en dos o de tres en tres y, cuando estaban listos, íbamos al estudio a grabarlos. Y luego a dar un bolo, y al local, y al estudio, y un bolo... ¡toda la locura! (risas).
¿Y cómo ha vivido o sentido Last Fair Deal los cambios que hayáis podido experimentar vosotros mismos o la escena musical que os rodea? ¿Dónde estabais/estábamos y dónde estáis/estamos?
Nosotros seguimos igual, siempre intentando mejorar; a tope con la pelea del día a día. Dar cada vez más y mejores bolos, emocionarnos siempre y pagar las facturas. Ahí es donde queremos estar.
¿Sentís que habéis experimentado algún tipo de evolución, de cambio interno, de forma de observar lo que sois y lo que os rodea?
Creo que, en general, vivimos en un país de envidias en el que no valoramos lo autóctono, especialmente en el ámbito cultural. Compartir escenario con artistas extranjeros nos ha dado una perspectiva diferente, nos ha abierto a la posibilidad de estar a su altura y eso antes nos costaba sentirlo así. En muchas ocasiones, hemos percibido cierto menoscabo de lo local frente a lo de fuera pero hemos desterrado esa idea de nuestra mente como banda y nos sentimos válidos como cualquier grupo inglés o americano. En este mundo global, el talento está disperso y, a veces, lo tenemos delante pero no lo queremos ver.
Ciertamente, pareciera que hay grupos que deciden quemar todas las naves en directo, aún a fuerza de transitar continuamente los mismos escenarios, y quienes no son tan pródigos. A vosotros se os asocia con esta segunda opción, incluso aún creando cierta sensación de ansiedad por veros. ¿Es un intento de delimitar una zona de seguridad que os evite quemaros?
Hace unos años, tocábamos mucho en nuestra zona pero llega un punto en el que saturas al personal repitiendo en locales cercanos. Además, queremos ampliar nuestras fronteras y, para eso, necesitamos salir fuera en lugar de quedarnos en casa.
Y llega “Odyssey in the key of three” grabado de nuevo en Sweet Saul Music, con la coproducción de Saúl Santolaria y el arte gráfico de Naiara Goikoetxea. ¿Prueba de lo satisfechos que quedasteis con “Once”?
Sí, y también porque les admiramos mucho a los dos. Intentamos trabajar con gente talentosa a ver si se nos pega algo (risas), y Naiara y Saúl son dos artistazos.
¿Encierra el título alguna clave?
Precisamente Naiara nos ayudó a desvelar el título. Hacer este disco, como te decía antes, ha sido un viaje guapo, una aventura loca, una odisea ('Odyssey'). Y son muchos años ya los que llevamos juntos los tres intentando sonar como si fuéramos siete tíos, exprimiendo el trío todo lo que podemos. Por eso la odisea suena 'en clave de tres' ('In The Key Of Three').
Comienza “Wild Rose” y llega el primer impacto. Una fuerza mucho más cruda, más sucia, una voz quebrada, tres instrumentos colaborando y llenándolo todo. Es como si fuera más carne roja que el anterior. ¿Es algo buscado o algo que habéis ido encontrando por el camino?
Con este disco queríamos componer temas que fueran un reto y un disfrute en directo y hemos abrazado toda esa suciedad que comentas sin miramientos.
De nuevo grabado en directo y con esa especia de falsos finales, como en “My song”, buscando el alma y la verdad que tiene cualquier imperfección. ¿Es ese directo en el estudio algo necesario para vuestra música?
Pensamos que sí. Cuando hay varias personas tocando juntas y se da esa especie de magia, ¡eso es lo mejor! Además, Saúl, tiene muy buen ojo para elegir las mejores tomas, aunque para eso haya que sacrificar tomas más “perfectas”.
Continúan los sonidos clásicos, con alma y pie en los años 70, pero esta vez con riffs más potentes, más graníticos, más hard, menos blues. ¿Es una percepción equivocada o vosotros lo sentís igual?
Lo sentimos igual, sí. ¡Y nos encanta! Era lo que estábamos buscando, queríamos representar en este disco esa parte de nosotros que no habíamos reflejado en los anteriores. Es todo culpa de Van Halen (risas).
Y sin embargo en mitad del disco (al menos en la versión CD), nos encontramos con una preciosa balada de corte de clásico rock, “Roots”, una pequeña pieza instrumental acústica a modo de interludio, “Odyssey”, y un “Sweet tender-eyed” que se adentra por los caminos del blues acústico. Y entre tanto poder, tanta potencia, estas tres canciones me parecen un corazón en sí mismo del propio disco. ¿Lo consideráis así? ¿Sois de los que pensáis mucho a la hora de establecer un orden entre los cortes? ¿Es lo acústico un camino presente o futuro?
Totalmente. El orden de los temas nos ha parecido clave en este disco más que en ningún otro. Hemos intentado que la odisea sea un viaje agradable y hemos dado al viajero una especie de isla en mitad del disco para que no se hunda entre tanto caos (risas). En cuanto al camino acústico, siempre ha sido parte de nuestras vidas y no te sé decir si lo acústico está en nuestro futuro pero sí que forma gran parte de nuestras influencias y de nuestro presente.
Colaboran Alex Blasco con pianos (exquisitos) y teclas en un par de canciones y la voz de Iñigo López Agudo, cantante de Quaoar, en “Roots”. ¿Cómo fue su participación?
Pues como con Naiara y Saúl, somos sus fans y quisimos que fueran parte del proceso. Iñigo hizo unos arreglos vocales en “Roots” que nos ponen los pelos de punta de la emoción y Álex al piano y al Hammond le da un calorcillo a las canciones que es un gustazo.
Hablando de Quaoar. Grupos como ellos, Highlights, vosotros y otros de la zona, mantenéis vivo un rock de esencia clásica y pulsiones hard, aún cuando cada uno aporta una personalidad propia. ¿Os consideráis parte de algún tipo de escena?
Nuestra escena es el local de ensayo (risas) y si hay que elegir, la escena de la peña que ama el rock. Esa es nuestra escena y la de las bandas que mencionas y que son los jodidos amos. En Bizkaia hay un lujo de bandas, ¡y siguen saliendo más! Mira a los Mocker's sin ir más lejos, ¡cracks!
En los agradecimientos, lo hacéis, entre muchos, a los fans de Rory Gallagher que habéis conocido por Holanda. ¿Puede llegar a cansar esa identificación? Por otro lado, uno piensa que es para celebrar esa especie de reivindicación del guitarrista irlandés y de Taste. O de bandas como Thin Lizzy. ¿Estáis de acuerdo en que su rock está más vivo que nunca?
Cada vez que revisitamos el set de Rory, es muy especial para nosotros. Hemos aprendido a tocar con, entre otras, sus canciones y lo sentimos como un privilegio. Todos los fans de Rory a los que te refieres, son parte de la familia Last Fair. Nos han apoyado mucho y hacen lo imposible por mantener el legado de Rory que, como dices, está más vivo que nunca. Y siempre que podamos poner un granito de arena para celebrarlo, no dudes que lo haremos.
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