Bitter Sweet London
Las oficinas londinenses de Virgin Records están casi en las afueras de la urbe y prácticamente abarcan toda una manzana. Antes de informarle sobre mi cometido, el guardia de seguridad de la entrada adivina que voy a entrevistar a The Verve; esboza una leve sonrisa ante mi cara de sorpresa y, rápidamente, me endosa en la solapa una pegatina queme autoriza a pasear por las instalaciones. Me encuentro con el encargado de la discográfica, un tímido pero eficiente tipo que se encarga de insinuarme que no le pregunte a Richard Ashcroft sobre la disolución de la banda -´llevan seis entrevistas y todos le hacen la misma pregunta´-,y me comenta apesadumbrado que, con toda seguridad, el nuevo disco de sus chicos nunca alcanzará el número uno en Inglaterra, pues toque coincide con la edición del nuevo álbum de Elton Johny su descomunal bisoñé. Es mi turno. Entro en una acogedora habitación rodeada de mullidos sofás con motivos orientales.Unas barritas de incienso se consumen en el centro de una gran mesa repleta de frutas, pastelitos, magdalenas y demás acumulaciones de glucosa.Si sonara Kula Shaker de fondo no me importaría descalzarme, atarme una cinta en la frente y adoptar la postura del mantra previa petición de un par de exquisiteces lisérgicas. Pero un Richard Ashcroft engullido por uno de los sofás levanta su botella de Heineken a forma de saludo y un risueño Simon Jones aparece a mi derecha cargado con un puñado de compactos entre los que distingo el interesante "Earth-Nostramus-Light"-soberbio tratado de breakbeat tétrico-ambiental-. ¿Quién dijo hippie?
Bitter sweet drugs
El rostro de Richard Ashcroft es como un esquema: todo son líneas rectas y ángulos de noventa grados. La explotación desacomplejada de esta dificultad facial ha acabado por convertirle en uno de los sex-symbols del hit-parade británico -su extrema delgadez también ha ayudado-,pero parece que el viejo Ricardo no está para monsergas de este cariz.Un pelo harto grasiento que no conoce el peine, unas ojeras que harían las delicias de Jordi Pujol, unos tejanos amarillentos, una parca color aceituna en la que detecto varias manchas y una voz de madrugón resacoso no son precisamente los rasgos distintivos de cualquier ídolo de quinceañeras. No obstante, la cara del vocalista de The Verve ha ocupado las portadas de casi todas las publicaciones musicales británicas,algo que antes era impensable. A pesar de llevar unos cuantos años en esto, Bitter sweet symphony ha obtenido el beneplácito mediático y les ha llevado a lo más alto. Richard parece saber mejor que nadie que cualquier día de estos N.M.E y Melody Maker pueden volver a enviarlos al cuarto de los ratones. "Podría haber otro grupo en nuestro lugar.Llevamos bastante tiempo luchando para estar donde hemos llegado ahora, así que la devoción de la prensa tampoco nos parece algo injustificado. Sabemos que esto no va a ser así siempre, pero también sabemos que The Verve tiene un número,digamos, fijo de fans que pase lo que pase seguirán allí.De modo que es la hora de celebrarlo. Sinceramente creo que nos merecemos este reconocimiento. ¿El éxito? No creo que vender millones de discos sea sinónimo de éxito. Para nosotros el éxito es seguir juntos y poder grabar álbumes cojonudos que aunque no obtengan el reconocimiento ahora, seguramente lo obtendrán más tarde.Vender discos es la re hostia, ¿sabes? Pero mientras podamos seguir componiendo y perduremos, lo demás me da igual. Hemos conseguido el éxito con nuestro mejor disco, después de haber estado aprendiendo, experimentando... después de haber estado escuchando tanta buena música durante tanto tiempo. Hemos de aprovecharlo y te aseguro que lo haremos. Lo cierto es que hasta este extraordinario "Urban Hymns", la banda tan sólo ofreció muestras de su valía de forma esporádica. "Storm in heaven"-probablemente su álbum más desafortunado- y "A northern soul" evidenciaban las carencias creativas de un grupo que se mostraba incapaz de ofrecer más de tres composiciones redondas en cada disco. "Nadie nos hizo ni puto caso en Inglaterra, y creo que tú fuiste el único que escuchó estos discos fuera de nuestro país".Después de editar un álbum de caras B, The Verve rompieron filas en pos de horizontes más prometedores, para al cabo de un tiempo ponernos cara de tonto con dos impresionantes singles que anunciaban con trompetillas y confeti el retorno de Ashcroft y sus secuaces. "La separación, aunque parezca algo extraño, nos benefició.Necesitábamos cierta tranquilidad... más espacio, ¿sabes?Nos quitamos esa presión tan molesta de encima y nos aportó una tranquilidad absoluta". Bitter sweet symphony rescataba un pedazo de melodía perteneciente a una versión orquestal de la canción The last time de los Rolling Stones - el sample hurtado les ha costado los royalties- a la que se le incrustó un compás aplastante y un estribillo sencillamente genial. "La idea surgió de forma espontánea. Me compré este disco de versiones orquestales de Los Rolling Stones y cuando escuché The last time imaginé un ritmo y la cosa quedaba muy bien, muy enérgica. La sección rítmica de la canción es,a mi entender, muy importante. Esos golpes de batería... son sencillamente cojonudos. La gente se queda con el sample, pero yo creo que sin la batería la canción perdería casi todo su encanto". ¿Cómo se explica el remix que James Lavelle -capo de Mo´ Wax y activista de la abstracción en U.N.K.L.E.- hizo de esta canción? Richard comienza a liar un canuto del tamaño de un Palotes con la pericia de los más duchos en esto de las especias hilarantes, y parece sumergirse cada vez más en la conversación. "Una de mis mayores influenciases, sin lugar a dudas, el hip-hop. Me interesa especialmente la forma en que sellos como Mo´Wax o Ninja Tune tratan este tipo de música.DJ Shadow, Coldcut, Dj Food... me parece que estos tipos hacen grandes cosas sin alejarse de la experimentación y el riesgo. Me encanta la forma que tienen de reciclar viejos sonidos convirtiéndolos en algo totalmente novedoso. Sabíamos que a James Lavelle le gustaba mucho nuestro trabajo y no dudamos en pedirle que nos remixeara la canción. James dijo rápidamente que sí y nos hizo un remix con un breakbeat dehip-hop que a mí me parece cojonudo". La reconstrucción Lavelliana de esta sinfonía agridulce se puede encontrar en la cara B del último single The drugs don´t work, precioso tema con sección de cuerda capaz de acabar con tus ánimos en un periquete. ¿Qué mosca le habrá picado a Ashcroftcon las sustancias? "Escribí esta canción justo después de A northern soul, en una época en que todo funcionaba mal, ya sabes... No se trata por supuesto de una composición anti-drogas,entre otras cosas porque si fuera así no estaría fumándome este delicioso porro".
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