Las chicas con las chicas
EntrevistasCocorosie

Las chicas con las chicas

Cristina V. Miranda — 05-05-2010
Fotografía — Matt Greene

Su fama de raritas no es casual. Desde que se dieran a conocer con aquel inclasificable “La Maison de Mon Rêve”, las hermanas Cassidy han recorrido diversas vías de experimentación, aunando en cada trabajo riesgo, originalidad, pasión y esa personalidad suya tan característica. “Grey Oceans”, su última apuesta, no iba a ser una excepción.

Antes incluso de encender la grabadora una ya puede intuir que
entrevistar a Cocorosie va a ser, cuanto menos, diferente. Miran directa y
profundamente a los ojos pero hablan poco y despacio, alargando los silencios
hasta convertirlos en desconcertantes pausas dramáticas. Lo primero que llama
la atención de ellas es encontrarlas caracterizadas al igual que en la portada
de su último trabajo. Sierra, en concreto, luce cejas verdes, barba azul, gorro
de elfo y motivos medievales; como medieval es, en cierta manera, el espíritu
que envuelve su último trabajo y cuarto larga duración de su carrera. “El álbum tiene una esencia medieval que se
transmite no sólo con las canciones, sino también a través de nuestras ropas,
hechas a mano, o de los cristales
(declaración que Sierra apoya señalando
el que lleva suspendido sobre la frente, en forma de lágrima). Todos
esos elementos han jugado un papel fundamental en el ambiente de la grabación”
.
Pero quizás el factor más determinante en esa recreación de una sensibilidad
propia de otra época haya sido el origen de “Undertaker”, canción incluida en
el disco que proviene de una vieja grabación de su madre encontrada en un
garaje. “Apenas entendíamos lo que
decía, pero el sentimiento que transmitía nos llegó muy dentro, como si nos
hablase directamente a nosotras, descubriéndonos un nuevo mundo desconocido”
. Ese
descubrimiento no surgió hasta mitad de grabación del álbum, pero influyó
profundamente en el resultado del mismo. “Cuando
comenzamos a grabar la idea era hacer algo bailable y muy directo pero, poco a
poco, todo comenzó a volverse más oscuro y melancólico”
. Cualidades que
ellas identifican con elementos como el humo o el fuego y que se repiten a lo
largo del álbum. “El humo funciona como una
metáfora del espíritu, de aquello que no es material. Nos interesaba mucho
trabajar sobre el concepto del crepúsculo, de ese espacio que hay entre las
cosas, pero no solo
. Musicalmente, esto se
traduce en canciones fuertemente marcadas por el protagonismo del piano, así
como del hombre detrás de este instrumento, Gael Rakotondrabe, pianista de Isla
Reunión y nuevo miembro de la banda cuya importancia es este disco se esfuerzan
por resaltar ambas hermanas. “Ha sido
una inspiración fundamental, casi mágica, para nosotras”
. Pero el de Gael
no es el único nombre que adquiere especial relevancia en este disco, Nicolas
Kalwill (reputado ingeniero de sonido afincado en Buenos Aires) fue el
responsable de frenar a las incansables nómadas y conseguir que grabasen gran
parte del álbum en el estudio Panda. “Es
un lugar lleno de aparatos vintage muy
difíciles de encontrar hoy en día y nos ofrecía justo lo que necesitábamos para
el sonido que queríamos conseguir con este trabajo”
. ¿Y ahora qué? “Ahora volvemos a ser vagabundas, todas
nuestras cosas están en maletas y nos espera una larga gira mundial”
. Desde
el lanzamiento de su primer disco, Cocorosie han conseguido convertirse en una
suerte de anti-popstars con capacidad
para atraer a una gran masa de público en casi cada ciudad del mundo. Una fama
a la que, sin duda, han ayudado sus colaboraciones con amigos como Antony And
The Johnsons (quien les teloneó en su primera gira española) o Devendra
Banhart. Pero no parece que este particular éxito les haya hecho incrementar la
confianza en sí mismas, más que nada porque nunca les ha faltado. “Siempre hemos hemos estado muy seguras de
nosotras y de lo que hacemos, quizás porque nunca hemos esperado nada del resto
del mundo. Nosotras soñamos para nosotras mismas”
. Y vuelve otra vez ese
silencio enigmático que ya ha dejado de resultar incómodo pero que nos hace
preguntarnos hasta qué punto el mensaje que quieren transmitir es asumible por
el consumidor habitual de este tipo de música. “No nos interesa tanto llegar a la gente desde un punto de vista
intelectual como emocional. Nos dirigimos al plano de los sueños, y aunque quien
nos escucha no entienda las letras o la instrumentación que usamos para lograr
determinada atmósfera puede igualmente conectar con las ideas y los sentimientos que transmitimos. Y eso,
es mucho más importante”
.

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