"El perro andaluz", el decimocuarto álbum de Lagartija Nick, tiene su origen en 2017. La banda granadina aceptó entonces la propuesta del Festival Internacional de Cine de Albacete, Abycine, de poner música a imágenes de películas de Luis Buñuel. Aquella fue la semilla, pero para entender el resultado de esta obra hay que asumir la admirable manera de abrir esclusas que tiene el grupo. Lo han demostrado en más de treinta años de trayectoria, y los antecedentes directos ("Crimen, sabotaje y creación", en 2017, y "Los cielos cabizbajos", en 2019) constatan una insólita efervescencia creativa y capacidad de reinvención.
“Este es un proyecto anterior a los dos últimos discos de Lagartija Nick. Parte de una necesidad creativa. Era un proyecto casi varado”
“Este es un proyecto anterior a los dos últimos discos de Lagartija Nick. Parte de una necesidad creativa. Era un proyecto casi varado”, explica Antonio Arias (voz, bajo y líder de la banda). El álbum se zambulle en la dispersa e ignota obra poética de Buñuel. Un material destinado a establecer conexiones con carácter multidisciplinar. “En 2017, el festival de Albacete nos encargó poner banda sonora a fragmentos, principalmente de "Un perro andaluz", que era la que cerraba la performance. Yo ya sabía por "Mi último suspiro", el libro de memorias de Buñuel, que en el final de su vida odiaba la música en las películas. Ponía como mucho una tamborada o cosas muy populares. Así que pensé en la vía poética. Busqué en internet y, en efecto, había poemas suyos escritos en los años veinte para un libro que se iba a llamar "Un perro andaluz". Y bingo, eso es Lorca. Con la poesía ya podíamos aproximarnos a las imágenes”.
Lagartija Nick, aquí con Juan Cordoniu a la guitarra, Eric Jiménez a la batería y JJ Machuca en los teclados, se adentraron más tarde en músicas tradicionales. Auténtico visionario, Buñuel señaló en alguna entrevista el potencial de los géneros bastardos. “Él fue violinista, le gustaba el jazz”, apunta Arias. “Nos fijamos en estilos como el charlestón o el fox-trot, que se estaban manifestando en aquella época. Luego llegó la pandemia y traté de acercar el cancionero al carácter aragonés. Él era del sur aragonés, que tiene ese entronque con el flamenco, de ahí que se hable de las jotas de Cádiz o de la unión con el fandango. El perro está simbolizado en el disco con la guitarra española”.
Lorca, el surrealismo, Aragón, André Bretón… Un puzle resbaladizo que Lagartija Nick resuelven con audacia. “Una de las cosas más atractivas de Buñuel es que era un gran embajador cultural. Es un escritor surrealista antes que Lorca. Y esas vanguardias se convierten en tradición. Te mete en Calanda, en lo profundo, en la religión”, reflexiona Antonio. “Buñuel habla de escritura automática, muy influenciado por André Bretón. El sentido se tiene que conformar en la mente del que escucha. Eso también nos ha pasado a nosotros al cantarlo".
El punto bretoniano llega hasta 1934, con la aparición de la jirafa. “Estos proyectos se desbordan y hay que poner un límite. Tienes que acudir al Centro Buñuel de Calanda para algo, al Instituto de Estudios Turolenses para otra cosa… Y, claro, esa gente te va nutriendo más. No se trata de hacer una tesis, pero se parece mucho. Y, como decía Buñuel, si se le pone un número a cada frase de los poemas sale un guion de cine”.
Mención aparte para la dirección artística del disco, que delegaron en David Soler y Marcel Bagés. “Estábamos ya estresados de producir nuestros propios álbumes”, reconoce el músico del barrio de La Chana. “Son gente muy interesante y se les dio carta blanca. Cuando escuché la primera mezcla me pareció perfecta, casi me desmayo. Esto es lo que queríamos: vernos en los ojos de otros. Como Buñuel, todos jugamos al mismo juego”.
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