La vida es sueño
EntrevistasLaura Veirs

La vida es sueño

Enrique Peñas — 17-05-2007
Fotografía — Archivo

La sal que escuece, la que duele, la que ayuda a cicatrizar, la que pasa por las salinas y llega a la mesa… La sal es el gran tema del sexto álbum de Laura Veirs, “Saltbreakers” (Dro), una poética manera de referirse a las olas, en el que esta autora de Seattle afincada ahora en Pórtland abandona casi definitivamente el folk de sus inicios para dejarse llevar por un pop no tan ingenuo como puede parecer a primera vista.

Hay algo de infantil en la música de Laura Veirs. No es casualidad que haya grabado un disco con The Young Rapture Choir (un coro de escolares franceses) o que haya recibido, a través de un profesor español, notas de varios alumnos sobre “Galaxies”, uno de los mejores temas de su repertorio. “Las melodías pueden llegar bien a los niños, y también algunas imágenes que hay en las canciones, aunque también hay una parte oscura que se aleja de ellos. Creo que está bien conservar un cierto espíritu infantil”. Su imagen es también la de una niña que se resiste a crecer, parapetada tras sus álbumes, con pinta de buena estudiante, un paso por delante de la clase aunque no siempre lo demuestre…

"He tratado de ser lo más honesta posible"

Tópicos a los que ella misma no renuncia, seguramente por una timidez que no disimula por teléfono y de la que sin embargo se olvida sobre el escenario. “Year Of Meteors” (2005) fue su primer gran acierto después de algunos valiosos intentos, con “Trouble By Fire” (2001) a la cabeza, y con “Saltbreakers” alarga la racha, con Tucker Martine (The Decemberists) como productor y sin cambios en la banda (Steve Moore y Kart Blau, además del propio Tucker) más allá de la denominación (ahora toma el nombre del disco, dejando atrás aquello de Las Almas Torturadas, que nació como una broma y se acabó convirtiendo en algo muy serio).“Esté es el disco más de banda que he hecho. Las canciones siguen siendo mías, pero ellos colaboran cada vez más, esta vez incluso debutan como vocalistas. La grabación de este álbum ha sido muy divertida, funcionamos como un auténtico equipo; llevamos trabajando juntos desde hace cinco años y tenemos una gran amistad, eso hace que las cosas sean más fáciles”. Quizá por eso su música cada vez se aleja más de los patrones del folk (aunque algo quede en “To The Country”, grabada con un coro de gospel en el estudio de Johnny Cash en Tennessee) y llega en forma de píldoras pop. “No es algo consciente. No es que hace cinco años me pusiese a escribir temas folk y ahora haya decidido pasarme al pop. Simplemente son canciones que al final, después de trabajarlas con la banda, suenan de una manera determinada. Es verdad que hemos hablado más las cosas y que hay arreglos más poppies si quieres llamarlo así, pero también hay temas más oscuros y difíciles”. Lo que no cambia de ninguna manera es la presencia de la naturaleza; por sus discos han desfilado llamas, glaciares, agua, tierra, viento… y en éste es el turno de la sal, el mar y las olas.“No puedo negar que la naturaleza es una gran fuente de inspiración. El mar es misterioso, infinito, nunca puedes saber completamente lo que hay bajo la superficie, puede ser sinónimo de seguridad y también de destrucción”. Casi sin querer, Laura Veirs se acerca a uno de sus iconos literarios, el capitán Achab de “Moby Dick”, aunque ella se apea de la épica y lejos de mostrarse ampulosa domina la sencillez. Empezamos por Herman Melville y seguimos por Saramago (“Ensayo sobre la ceguera” es determinante en “Don’t Lose Yourself”) o “Posesión”, la novela de A. S. Byatt que inspira algunas letras de “Saltbreakers”. “Siempre estoy leyendo varios libros, aunque no me considero una gran lectora; simplemente es algo de lo que disfruto y que me resulta muy útil a la hora de escribir las letras. Creo que es interesante partir de una idea de otra persona y añadir aportaciones propias”. En este caso, además, Laura Veirs habla más que nunca de sí misma, precisamente después de atravesar un agitado periodo personal: el final de una prolongada relación, el inicio de otra (con el propio Tucker Martine) y la mudanza de Seatle a Portland. “He tratado de ser lo más honesta posible, aunque también creo que he dejado un hueco para que la gente pueda crear sus propias imágenes y hacer sus interpretaciones particulares. Antes era más directa y ahora hay un equilibrio mayor con la parte más poética”. Laura sueña con ballenas, océanos y noches bajo las estrellas, y el resultado es convincente en temas como “Cast A Hook In Me” o “Pink Light”. Pero no todo es onírico: después de su último paso por España, a finales del pasado año, se tomó un descanso y pasó con su novio unos días en Mallorca. “Siempre he viajado mucho, primero con mis padres y ahora con la banda. Es una de las ventajas: conoces muchos sitios distintos, otras culturas, aunque a veces demasiado rápido. Mallorca me gustó mucho, es un lugar maravilloso, con unas playas preciosas”.

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