Cuatro oustsiders en un hidropedal chocando contra todo lo que navega a su alrededor para terminar en el chiringuito Sheriff Playa y brindar con Carlangas por un disco del que ya tenían por lo menos el nombre. “A Carlangas le pareció que ‘Sheriff Playa’ era un título que The Clash le pondría a una de sus canciones”. Estaban en el camino, el segundo disco de La Trinidad quería beber en formato litrona de eso, de aquel sonido mestizo que The Clash descubrieron en el Londres de finales de los setenta y que al otro lado del charco Talking Heads encumbraron en su “Remain In Light”.
“Hemos encontrado el camino, este disco ya suena a La Trinidad como identidad”
Estamos hablando de ese cóctel entre el suburbio del interior de la ciudad y esa estampa soleada que Málaga transmite al mundo. “Málaga se presta mucho al sol y la playa pero también al bidón y la gasolina. Vivimos en una ciudad cuyo clima obviamente nos determina en nuestra forma de ser y vivir pero también tenemos una realidad que también determina nuestra forma de hacer música”. Y de eso va este nuevo disco que pone distancia con su predecesor en cuerpo y alma. Una distancia con la que Sixto Martín –guitarra y voz– observaba España unos pocos años atrás desde Praga y que inspiró su primer largo con un discurso crítico más macroeconómico. Ahora de vuelta a casa y tras una pandemia que todo lo había reducido a lo cercano el prisma cambiaba, “6,30” era su sueldo por hora y lo primero que le vino a la cabeza para empezar a escribir un disco que iba a versar sobre lo cotidiano. Eso sí, no iba a ser amable. “Soy muy fan de Pulp y me encanta la manera que tiene Jarvis Cocker de hablar de lo cotidiano, así que decidí hablar de eso, pero como la cabra tira al monte dije ‘Voy a hablar del sueldo que tengo’”. Dicho y hecho, porque este disco es fruto de la urgencia, de la necesidad de sacarlo adelante y así se ha fraguado, con bocetos por terminar sobre la mesa del estudio de Motril (Granada). Eso le ha dado una dosis de autenticidad que les aleja de fórmulas más o menos repetidas entre su generación. Eso, y el groove que tienen las canciones. “Es cierto que llegamos al estudio sin nada terminado, ese era el reto, pero también a nuestro favor la pre-producción. Jorge y yo habíamos trabajado mucho la base de bajo y batería con ese rollo rítmico que queríamos darle al disco, que incluso habíamos machacado ya en los últimos directos. Eso nos permitía improvisar más en el estudio sin perder tiempo”. Apunta Carlos sobre ese sonido del disco en el que prima eso de menos es más y en el que Carlangas ha ejercido de King Tubby agitando los parámetros del delay analógico que, como caja de Pandora, ha impregnado esa atmósfera que les acerca más Pony Bravo que a Biznaga. Por supuesto que los discos de Novedades Carminha, los que fueron y los que hubieran sido –“Que las palabras broten” si creen que estoy equivocado– han estimulado a un Jorge que ha convertido sus líneas de bajo en una seña de identidad definitiva para La Trinidad. Él habla de un antes y un después. “Hemos encontrado el camino. Este disco ya suena a La Trinidad como identidad. No es que el anterior no lo fuera, pero este sonido es más propio, donde nos hemos encontrado todos más ensalsaos”. Y es que con este “Sheriff Playa”, La Trinidad zanjan muchas cuentas pendientes, alguna de modo implícito como “La Vieja Europa” y otras de modo tácito como ese espíritu identitario que buscaban y que emana en cada uno de los diez cortes de un álbum que apenas sobrepasa la media hora.
Lo dicho, menos es más, pero no menos elaborado. Hay mensajes velados en el disco como el de esa arenga sobresaliente que dice “Aprende a gestionar tus fracasos con nosotros” y del que se extrae una frase prestada del “Still Ill” de The Smiths. “Es cierto que en el disco anterior teníamos una influencia de The Smiths más musical y en este puede que sea una conexión más lírica con ese realismo que me gusta de ellos y de ahí la frase ‘todas las cosas que España me debe’ que viene de ‘England is mine, it owes me a living’ que cantaba Morrissey”. España les debe salir a bailar sus canciones en sus directos, algo que ya muchos de vosotros habéis hecho sin saber todavía que eran las canciones que ahora han visto la luz. “En verdad somos el grupo que peor lleva el calendario. Hicimos una gira y luego sacamos el disco. Pero nos dimos cuenta de una cosa, que la gente sin conocer las canciones no paraba de bailar y nosotros también. Fue un momento de disfrute total y de decir ‘¡Lets groove!’. Esto que hemos hecho mola mucho”.
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