La rebelión de los animales
EntrevistasWilhelm And The Dancing Animals

La rebelión de los animales

Tamara García — 19-06-2012
Fotografía — Ander Iribarren

En unos meses este grupo de Pamplona ha pasado de cantarle a sus mascotas a grabar “The War Of Species” con Origami Records, un reluciente disco lleno de amor y respeto hacia la vida en forma de hits. Y no aparenta ser la típica suerte del principiante. Tenemos claro que sus recursos son sólidos.

Helen y Guille (batería de Antigua y Barbuda) autoeditaron a finales del pasado verano “The Forests Have No Name”, un EP de canciones bien fresquitas, de esas que te alegran los días más tontos. Medio año después ya habían reclutado a sus cuatro dancing animals (Jave, Josh, Iñigo y Kiko), se fogueaban en directo, Fiesta Demoscópica Euskadi incluida, y eran fichados por Origami Records. (Guille) “Éramos una pareja que había grabado unas canciones en casa y no teníamos otro objetivo que demostrarnos a nosotros mismos que sí, que podíamos hacer canciones sin depender de nadie. El interés de Origami hizo que nos pusiésemos las pilas”. Y tanto que lo hicieron, seis canciones más y ya tenían el estupendo “The War Of Species”, disco que no solo no se arredra ante la mezcla de estilos sino que la ataca de frente y de manera triunfal: indie, punk, folk e incluso alguna concesión a la épica, homogeneizado por instrumentos algo atípicos para alguno de los estilos, como la mandolina. (Guille) “Se debe al fallo o virtud de los primeros discos. Somos vírgenes componiendo, todo es nuevo y tienes un montón de ideas en la cabeza almacenadas durante años. Además, te influye mucho lo que estés escuchando actualmente y lo que has escuchado desde que eras un niño, los conciertos a los que asistes… intentas utilizar todo lo que se te pasa por la cabeza y exploras varios estilos hasta encontrarte cómodo. Es como ir a un mercadillo con 1.000 € e ir comprando todas esas cosas que te comprarías, pero no lo sueles hacer normalmente. Llegas a casa con toneladas de cacharrería y cada una de ellas tiene su hueco, incluso aquello que de primeras ya te parecía totalmente inútil”. (Helen) “Luego están las voces, eso sí que es como un mercadillo: ¿Quieres gritos? ¿Quieres suavidad? ¿Quieres voces de ardilla? ¿Qué quieres?”.
Las armonías vocales y los coros, tan dulces como desgañitados, compiten en protagonismo con las melodías a lo largo de todo el disco. Como si tuvieran tantas ganas de explicar lo que tienen que contar que no pudieran evitar gritárnoslo en la cara. Una manera de cantar que recuerda automáticamente a Los Campesinos! (Helen) “Pero es que ninguno de los dos ha escuchado a Los Campesinos! en la vida, no sabemos a qué suenan. Y lo mismo nos pasa con otras bandas con las que nos han comparado, igual no sabemos ni quiénes son”. Toma, la primera en la frente. Y entonces, ¿de dónde beben estos chicos? (Guille) “Si influencias son las bandas en las que piensas cuando compones las canciones, entonces diré Blink182, pero obviamente no creo que nuestra música tenga mucho que ver con ellos. Realmente nos influye todo lo que hemos mamado desde que somos críos”. (Helen) “También hay veces en que estamos tocando y decimos ‘pero si esto suena a U2’, y entonces ya no entendemos nada”. Las letras, en total consonancia con su nombre, están plagadas de referencias al mundo animal. (Guille) “El inicio de Wilhelm como dúo casero coincidió con la llegada de nuestro primer gato, Soren. Estábamos tan enamorados de él que las canciones se llamaban ‘Soren1’, ‘Soren2’… Realmente nos fijábamos en sus reacciones cuando tocábamos en casa. De ahí surgió el deseo de hacer música para los animales; su reacción ante las cosas es muy natural y directa, sincera. Si les gusta, se quedan, si no les gusta, se van. Las personas no somos así. Si algo no nos gusta, hasta mejor, así podemos criticarlo”. Pero no se quedan en la reducida admiración por la belleza y el encanto del mundo animal, cuentan también con un arranque combativo. (Helen) “Existe una fuerte militancia por nuestra parte a favor de la liberación animal. No se trata de cantar manifiestos, porque eso sería creerse un modelo o ejemplo de algo; es sólo un intento de transmitir amor por lo animal. Y tampoco es una creencia que se extienda a todo el grupo”. Como muestra, la justicia poética de “Bulls Revenge”, con un toro torturando a un torero. Aunque el discurso de “The War Of Species” no se queda ahí, hay sitio también para conflictos entre humanos, y no, no se refiere a las plomizas lágrimas del desamor si no que se atreve con conflictos sociales, colonialismo incluido, como en “Mighty Lion”. Siendo realistas, Wilhelm And The Dancing Animals tan solo acaban de abrir la primera puerta, pero hemos de convenir en que lo han hecho de una buena patada.

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