“La prensa musical ‘seria’ se niega a entrevistarme”
EntrevistasNancys Rubias

“La prensa musical ‘seria’ se niega a entrevistarme”

Alan Queipo — 02-06-2017
Fotografía — Archivo

Es una de las figuras mediáticas más omnipresentes de los últimos años, pero también es una de las figuras más reconocibles (mal que pese a muchos) de la música: Mario Vaquerizo lidera las Nancys Rubias, es mánager de Fangoria, marido de Alaska, trabajó en su juventud en Subterfuge, protagonizó realities, colabora en revistas, programas de radio y televisión y, sin embargo, buena parte de la industria más elitista le da la espalda. Nosotros no: quedamos con él en el Hotel Emperador del centro de Madrid aprovechando que las Nancys Rubias publican nuevo disco, “Marcianos yeyés” (Warner Music, 2017), un álbum en el que cuentan con Guille Milkyway como nuevo aliado y en el que no se muerden la lengua a hablar del postureo del indie, entre otros temas. Una máquina de dar titulares está a punto de no dejarte indiferente.


Estuve viendo a ver si te habían entrevistado en la Mondo alguna vez y no encontré nada.
No, nunca. Lo único que hicieron (o hicisteis) fue una reseña en el año 2005, cuando sacamos el primer disco, que era como un destacado pequeño que decía “Nancys Rubias vs. Sigue Sigue Sputnik”, porque en aquel disco habían hecho una remezcla de una de nuestras canciones y era la primera vez que trabajaban para un grupo español. Después ya con Fangoria trabajaron tres años con ellos, pero las Nancys fuimos las primeras.

Al final Fangoria ha copiado a las Nancys.
(Risas) No, somos como una Factory, una comunidad. Pero además somos familia: la sexta o séptima Nancy es Nacho Canut; Alaska es mi mujer; yo soy el mánager de Fangoria… es complicado separar todo eso. Pero más allá de todo, artísticamente Nacho siempre me dice que está encantado de hacer canciones para nosotros porque le permite hacer otro tipo de letras que con Fangoria no tendrían cabida. Al final, él lleva haciendo eso toda su carrera: cuando estaba con los Pegamoides ya fundó Dinarama, cuando estaba con Dinarama formó Los Vegetales, cuando estaba con Fangoria fundó los Intronautas. Aunque él no sea miembro fundador de las Nancys Rubias siempre nos apoyó muchísimo y se involucró mucho en el proyecto. Y es un lujo, porque para nosotros es el mejor letrista del país. Y como las nancys somos tan marcianas, hay muchas letras que surgen de experiencias que vivimos y que yo le cuento a Nacho, o que él mismo vive con nosotros en primera persona.

Te introducía lo de que nunca te habíamos entrevistado desde Mondo porque no sé si sientes que con este disco, del que ya he visto comentarios en algunos otros medios que no te habían hecho mucho caso hasta ahora, comienza a tener una trascendencia musical mayor. ¿O crees que lo que ha crecido es aun más tu tirón como figura mediática?
Los medios muchas veces son muy prejuiciosos. En el caso de las Nancys Rubias siempre nos ha pasado, pero a día de hoy sigue habiéndolos. Lo estaba hablando ahora con Sara (la agente de prensa de Warner Music que trabaja con ellos): la prensa musical “seria” se niega a entrevistarme, por lo general. A mí no me importa, pero sí que me da mucha tristeza, porque ese prejuicio les impide ver la realidad. Y la realidad es que llevamos trece años juntos, hemos sido un grupo con una actitud muy sincera, y esa sinceridad ha hecho que mucha gente no nos tome en serio. Pero nos da igual porque nosotros vivimos al margen de todo. Y se puede vivir sin estar en los medios oficiales. Las canciones de las Nancys nunca sonaron en radios comerciales tampoco. Porque existe un prejuicio y yo soy consciente.

“Al indie le parecemos lo peor. Pero bueno, a mí también hay una facción del indie que me parece lo peor: esa que se engaña a sí misma y que no es sincera. Viven diciendo eso de “yo quiero ser auténtico” y bla bla bla, y luego se muere de ganas de ser famoso y ganar dinero”

¿“Me da igual” no sonó en radios comerciales?
No sonó nunca aunque muchos crean que sí. Y ese es el éxito verdadero: todo el mundo la ha escuchado. Y voy a festivales de música, como iremos este año al Arenal Sound, y todo el mundo conoce esa canción. Y luego vamos a tocar a fiestas de pueblos y está a reventar y todo el mundo se lo pasa súper bien. Pero en el mundo “indie” no entramos. Pero en el “mainstream” tampoco. Por eso digo que somos “Marcianas yeyés” en el título del disco.

Hay una letra que dice: “¿De qué me sirve gritar si no me van a entender?”. De hecho, alguna vez has dicho que sois un producto “asimilado por el mainstream”. ¿Crees que el circuito indie es al que más le cuesta digerir a las Nancys Rubias?
Al indie le parecemos lo peor. Pero bueno, a mí también hay una facción del indie que me parece lo peor: esa que se engaña a sí misma y que no es sincera. Viven diciendo eso de “yo quiero ser auténtico” y bla bla bla, y luego se muere de ganas de ser famoso y ganar dinero. Y es lo que nos ha pasado a nosotras. Ha sido muy extraño. Nosotros los primeros años no teníamos pretensiones de vivir de la música, pero hace cuatro años yo empecé a dejar de decir en las entrevistas que no vivo de la música porque es mentira: la música es una parte muy importante en los ingresos de las Nancys Rubias, aunque lo combinemos con los ingresos de nuestros otros trabajos. La gente se piensa que estamos locos pero tenemos la cabeza muy en nuestro sitio.
Cuando pasó lo de “Me da igual”, podría haber dicho que dejásemos todo: que yo dejase mi trabajo de mánager, La Favor su trabajo en Digital +, Juampe sus costuras y mi hermana el de joyera. Pero no. De hecho, después del éxito de “Me encanta” lo más fácil hubiera sido hacer otra versión u otra canción de ese rollo electropop…

Y ahí sacasteis “Amigas” (Warner Music, 2014)…
Que es pop-rock, que también es lo que nos gusta. Siempre nos hemos ido guiando por la intuición y viviendo al margen de todo. ¿Que nos encantaría sonar en las radios? Por supuesto. ¿Que lo intentamos constantemente? Por supuesto. ¿Que yo voy como mánager con la gente de la compañía y les pongo la canción? También. Pero la gente tiene que darse cuenta de que hay una realidad: una cosa es que te guste o no, pero a día de hoy yo tengo muy claro que son discos muy dignos. Yo nunca he ido a clases de canto, y ahora siento que canto mejor a base de haber dado tantos conciertos. Antes tardaba un mes y medio en grabar un disco, y ahora en cuatro tardes grabo las voces.

No sé si en eso ha ayudado la mano de Guille Milkyway, que en este disco tiene una importancia especial.
Un poco sí. En este disco hemos empezado a trabajar con él porque había canciones que nos proponían Mauro o Juan Carlos que no nos gustaban.

Os pusisteis exquisitos.
No es solo ser exquisitos o no; sino que a veces la creatividad no está a la altura. Y a veces entras en un círculo vicioso que si sigo haciendo lo mismo me aburro. De hecho, yo este año no tenía pensado girar: llevaba tres años sin disco nuevo y estaba cansado. Pero claro, nos pagan bien por cada concierto que damos, así que decidimos ponernos a tocar y, sobre todo, a currar en cosas que nos gusten.
Cuando Mauro nos presentó las canciones nos gustó solo una, “Trabajando en la Sana”. Le pregunté a Guille si le apetecía hacer algo con nosotros, porque tengo muy buena relación después de estos últimos discos en los que trabajó con Fangoria. Y nos mandó “Marcianos yeyés” que va como un tiro, el “Alfabeto”, la de “Llámame Poupèe”… Creo que es el disco más compensado que hemos hecho hasta ahora.

¿Te molesta que se diga que sois un producto prefabricado, de usar y tirar?
Es que lo dijimos nosotros. Aunque en realidad nosotros dijimos que éramos “autoprefabricados”, dándole una vuelta de tuerca…

¿Y te arrepientes de haberlo dicho?
No. Nosotros somos muy irónicos y tenemos mucho background y más cultura quNe mucha de la gente que escribe en los medios. Los grupos prefabricados de antes y de ahora también eran los llamados “grupos probetas”: llegaban y les hacían todo alrededor. Y a nosotros nos hacían todo alrededor, al menos musicalmente: ni componemos ni tocamos. Y nuestra primera declaración de principios fue decir eso: “o sabemos tocar, ni queremos hacerlo”. Y esa sinceridad y esa ironía es la que muchos no entendieron.
Yo si quiero puedo tocar la guitarra o hacer la carrera de solfeo, pero no me apetece. Por mucho que quisiera componer, sé que no podría: mi ADN no me lo ha dado. Pero eso no quita que a base de cantar cada vez lo haga mejor. Yo he ido a muchos conciertos y sé cuándo hay una base pregrabada, y hay muchísimo de eso en grupos intocables por la prensa.

“En un concierto homenaje a Carlos Berlanga todos los grupos indies (menos Hidrogenesse) nos giraban la cara. Cuando llegó Carmen Lomana a visitarnos todos se morían por hacerse una foto con ella: es todo pura pose, no soportan la naturalidad”

La canción “A mí no me la das” habla un poco de ese esnobismo elitista que rechaza ciertas cosas por norma. ¿Qué es lo que más te molesta de eso?
La falsedad. Me acuerdo de un homenaje que se le hizo a Carlos Berlanga, al que yo sí conocí y era amigo mío, y después de aquel homenaje se hizo un recopilatorio donde estaba esa gente tan “guay”: La Bien Querida y todas esas indies. Recuerdo que pensaba: “Si Carlos levantase la cabeza y viera a todas estas que van de fans suyas se levanta y las mata a todas” (risas).
Pero bueno, fue una iniciativa muy buena de Javier Liñán de El Volcán, y el disco quedó como un tributo maravilloso y había versiones muy buenas. Y se hizo un concierto, y nos invitaron a nosotras. Hicimos “Qué sería de mí sin ti” del disco “Indicios” de Carlos en solitario. De hecho, me hace bastante gracia que en ese disco haya tan pocas canciones de su etapa en solitario, cuando tiene cuatro discos acojonantes; pero bueno, supongo que las indies solo conocerán su etapa en Pegamoides y Dinarama.
Llegamos a la sala Joy Eslava. Y quitando Hidrogenesse, que no tienen ningún prejuicio en nada, estaban todas ahí cuando bajamos las Nancys al camerino y nos giraron la cara de una manera terrible una falta de educación acojonante. Llega nuestra amiga Carmen Lomana en un momento a vernos; y todas esas indies desesperadas queriendo hacerse la foto con Carmen. ¡Que no me la das! Por eso en la canción canto: “Tienes un blog medio indie pero eres un poco pilingui” (risas). Son putas por no ser sinceras consigo mismas. Y a mí me produce tristeza todo ese esnobismo.
Y ya después la crítica de El País, que recuerdo que la hizo Íñigo López Palacios, se dedicaba a ensalzar a L.A. y a todas estas y diciendo lo “horripilantes” que éramos nosotras. Paloma Chamorro, que es una de las grandes expertas del arte y la música que han pasado por nuestros medios, me dijo: “Yo, conociendo a Carlos, a las únicas que hubiera entendido que estén en este homenaje es a vosotras”. Es todo pura pose, no soportan la naturalidad.

Muchas de las críticas que os hacen en general, tanto a las Nancys como a ti mismo como figura mediática es “si sois u os hacéis”. Como si jugases a hacer el personaje.
Nos lo dicen constantemente. Pero no soy actor, soy así. Mi carácter es muy lúdico y muy de reírme de mí mismo; pero también muy germánico: yo llevo toda la mañana aquí repasando toda la agenda que tenía hoy por delante. Hay una parte que no se ve de mí, pero soy muy profesional: si a mí me mandan a Tokio desde El Hormiguero no me voy a poner intenso, voy a hacer el show. Tengo momentos para hacer la gracia pero también para ponerme serio.

Tienes sentido del espectáculo, dices.
Totalmente. Vengo de Bowie, de Kiss, de las New York Dolls, de los Horrors… Hay grupos del indie con los que me llevo muy bien, como Love Of Lesbian, por ejemplo. Como te decía antes: hay una facción del indie que la detesto y otra con la que conecto más. Pero a veces necesito mis momentos de reafirmación. Pero eso no quita que haya festivales que me encantaría que me programasen y sin embargo no lo hacen.
Pero nos pasó ahora también con Ramonsters: toda esa facción punki costra empezaron a criticar a Manolo UVI, a Rafa PPM… gente que lleva haciendo punk toda la vida. La única respuesta que se le puede dar a esa gente que critica es que son unos fundamentalistas. Yo no conocía ni a Manolo ni a Rafa yo me presenté a hacer una prueba en el local y quedé elegido. Y nos lo pasamos genial en los conciertos que damos.

Recuerdo un artículo reciente de El Confidencial que firmaba Víctor Lenore en el que decía que no os iba muy bien con Ramonsters, que estaba medio vacía la sala y llena de invitados.
Sí, lo de que “la burbuja de Mario Vaquerizo se desinflaba” o algo así. Es un ataque dirigido contra mí que muchas veces, como en ese artículo que dices, afecta también a mis compañeros de proyecto. Están infravalorando la buena labor de todos ellos. Y como lo que están viendo sobre el escenario no es malo, critican otra cosa. Hay días que vendes más entradas y otros que vendes menos, como pasa con los discos y como les pasa a todos los artistas. Pero no lo vivo ni con resquemor ni nada. Como tampoco me gustan los que me adulan gratuitamente.

Hablando un poco del disco, es cierto que hay canciones que tienen ese punto pop-rock ramonero que habéis hecho en todos los discos, pero hay una faceta más electrónica que en otros discos, más discotequera. ¿Qué horizontes buscáis en lo que a sonido refiere?
Yo lo que busco es que las canciones que cante me gusten. Y por otro lado, cuando llamas a un compositor como Guille Milkyway, que tiene tal capacidad para hacer hits, confías, delegas en él. “Llámame Pouppè”, por ejemplo, es una canción que podrían haber cantado Las Bistecs, por ejemplo.
De hecho, Guille me dijo cuando grabamos la canción: “Esta canción va a ser un hit para el Ochoymedio”. Y cuando nos mandó la del “Alfabeto” me sonó rara porque me parecía alejado de lo que hacíamos, pero la escuchas y es buenísima: fue siempre una idea de Guille y Luis Calvo, mánager de Guille y director de Elefant. Cuando se la puse a Olvido y a Nacho les encantó. Es que todos somos una piña, y creo que a la gente le da mucha rabia que nos llevemos todos tan bien.

“Guille Milkyway me llama 'la Beyoncé del indie'”

Y que se haya visto tanto por la tele.
(Ríe) Total. Acabamos grabando las canciones en tres tomas y Guille dio el visto bueno como productor. Se quedó alucinado, y ahora me llama “la Beyoncé del indie” (risas). Cuando me lo encontré hace unas semanas en Barcelona con lo del concierto “Pianíssimo” de Fangoria me dijo: “Esto es solo el comienzo: el próximo disco de las Nancys estará hecho todo por mí”.

¿Y te apetece a ti eso?
Sí, aún no lo sé. Cada vez me estoy convenciendo más. Creo que a veces nos acomodamos a una cosa y está bien estar en movimiento. Es como la imagen: llevábamos un montón de años con la misma imagen y ahora, por recomendación de Juan Gatti, hemos cambiado, salimos como Robert Plant, pantalones de campana, plataformas… Tal cual como la portada.

¿Rompéis con la estética ramonera?
Es que ya la habíamos explotado mucho. Habíamos entrado en un letargo que íbamos siempre iguales. Y eso es algo que aprendí mucho de Nacho y Olvido: reprograman las canciones, cambian la escenografía, su propia estética… Cuando Gatti nos dijo que quería hacernos la portada nos propuso un cambio total de estética, y no solo de la portada: ser como Robert Plant, los primeros Aerosmith, Marc Bolan, los Sweet, la Anita Pallenberg… Al principio te asustas porque es una ruptura con lo de antes, pero ahora me pongo extensiones y todo.

Vas a ir como Ylenia.
(Risas) Ojalá, me encantaría ir como Ylenia, pero mi mujer me mata. Ahora vamos con hombreras, plataformas, pantalones campana, chalequito, hemos hecho un telón… Hemos cambiado el show porque llevábamos dos o tres años haciendo todo el rato lo mismo. Si Gatti me hubiera dicho que fuera de militar le hubiera dicho que se metiese la portada por el culo; pero nos ha propuesto un cambio que sigue teniendo mucho que ver con nosotros.

Versionáis a Baccara. ¿Pero también os mola el rollo de las folclóricas? Muchas veces se os asocia a otro tipo de iconos pop…
Totalmente, cariño. Lola Flores, Carmen Sevilla, Paquita Rico… las Nancys tenemos mucho de folclóricas.

Eres la Beyoncé del indie y ahora eres folclórica. No te falta nada.
(Ríe) Es que tenemos mucho de ese sentido de Marujita Díaz. Recuerdo que el año pasado me llamaron del Diez Minutos para hacer una sección de “las diez mujeres de mi vida” y todas eran folclóricas. Me decían que cogiera alguna actual, pero no. Como también me encanta todo el mundo de las vedettes: Addy Ventura, Bárbara Rey, Norma Duval, Carmiña Ordóñez…
Y luego está la facción del cine: “Trabajando en la Sana” está basada en una película de Tony Leblanc que se llama “El astronauta”, y es de la época yeyé y también actúa Laly Soldevilla, Gracita Morales… todo ese cine nos encanta. Y también está mal visto por los “bien-pensantes” porque dicen que es un “cine franquista”. ¿Pero qué coño tiene que ver que hayan coincidido con la dictadura? ¿Las películas no pueden ser buenas? Como cuando rajan de “Cine de barrio” o de Concha Velasco. Y todo ese mundo yeyé nos encanta. De hecho, fíjate si somos marcianos que la versión de Baccara es una versión de una versión.

¿La que había hecho Sala & the Strange Sounds?
Esos. No los conocía y descubrí su vídeo y luego me puse a buscar y han desaparecido. De hecho, creo que su bajista era el Dr. Gonzo, que antes tocaba en The Killer Barbies. En cuanto la vimos se nos ocurrió versionarla. Baccara tienen un repertorio maravilloso, y de hecho yo he colaborado en su nuevo disco cantando una canción con el productor de Modern Talking.

“Muchas de las mujeres que ven ‘Sálvame' son más sabias que los y las que han estudiado. Me da mucha rabia que se infravalore lo popular”

¿Sois más marcianas o más yeyés?
Las dos cosas. Porque quizás a un yeyé no le gustaría Alice Cooper. Nosotras somos marcianas desprejuiciadas. Pero igual tenemos algo más de marcianas. No hay más que ver las letras. “Llámame Pouppè”, por ejemplo, viene de una frase que dijo Juampe un día cuando estábamos andando por la calle en Nueva York. O la “Filosofía Pipa”, que viene de un día que yo estaba colocado con Olvido y aparece Juampe comiendo pipas. Y la letra lo dice: “estaba en un estado alterado de conciencia”.

Sin embargo vuestras letras son consideradas como frívolas.
Es que yo no quiero dar mensaje. ¡Bendita frivolidad! La frivolidad bien entendida te salva la vida. Si eres un intenso todo el rato y quieres aleccionar a la gente vete a tomar por culo. Yo canto lo que me gusta: el que quiere que lo coja, y el que no, no. ¿Hablo de las revistas del corazón? Claro, pero además no lo veo como una frivolidad, le veo un punto antropológico.
Como cuando nos decían que hacíamos el reality show de “Alaska y Mario” para llamar la atención. No es así: nos divertía un montón hacerlo, y además tengo la suerte de que me pagan por ello. Y que no me hablen más de sobreexponer mi intimidad porque luego se lo pasan todo el día con el Facebook, el Twitter y el Instagram tratando de ser famosas. Las cosas sin pretenderlas surgen de forma natural.

Alaska dijo hace unos meses a Tomás Crespo, un compañero de la Mondo, que gracias al reality había gente muy joven que había descubierto a Bowie, por ejemplo. ¿Creéis que habéis hecho algún tipo de labor divulgativa de ciertas figuras de la cultura popular de las que no se habla en los foros más mediáticos?
Yo no tengo esa pretensión: no me creo el mesías de nadie. Pero sí que creo que gracias a que hay personas que nos mostramos como lo que somos, con lo bueno y con lo malo, descubren cosas que no hubieran descubierto si no hay alguien contándoselo con una naturalidad absoluta. Pero yo no pienso nunca en estas cosas, solo lo pienso cuando tú me lo preguntas. Pero yo sí hubiera valorado mucho de pequeño encender la tele y ver a gente que me mostrara otros mundos.
El otro día fui a una inauguración a La Fresh Gallery y había niños de quince años y había dos que eran fans de Fabio McNamara, y a lo mejor no saben quién es La Casa Azul. Y eso es en parte gracias a nosotros. A mí ahora me han llamado de nuevo para hacer el reality y he dicho que no.

¿Por entregar tu vida privada?
No, no es por eso, no tengo ningún problema. Yo vengo del Diez Minutos, de cuando Massiel tenía la sección de “Señoritas en el baño”, y pasaban Sara Montiel y todas estas a posar en su baño. Todo eso lo descubrí cuando me dejaron pasar al archivo del Diez Minutos. Y si todo ese tipo de cosas que muchos consideran frívolas sirven para evadirte de otros problemas, bendita frivolidad.
Es como los que cuestionan a los espectadores del “Sálvame”. Yo no podría estar cuatro horas diarias viéndolo, me gusta verlo un ratito y tal y luego descubrir cosas nuevas o leer u ocupar el tiempo en otras cosas; pero, ¿quién soy yo para cuestionar la capacidad de esa persona en decidir lo que ellas quieren? Muchas de las mujeres que ven “Sálvame” son más sabias que los y las que han estudiado. Me da mucha rabia que se infravalore lo popular.

En la “f” de la canción “Alfabeto” mencionas la fama. ¿Te gusta ser famoso?
Sí, pero no es una cosa que haya buscado. Yo vengo de Warhol. Pero mi finalidad en la vida no es ser famoso, es algo que me vino dado: en el momento en el que me caso con Alaska ya soy famoso, soy “el marido de”. A partir del reality me hago híper famoso siendo consciente de que esto no va a ser para siempre. Y no pasa nada. Por eso he querido mantener mi otra profesión, de mánager: y soy súper pesado y me gusta estar en medio de todo. Disfruto mucho siendo famoso, y me encanta que los camioneros o los taxistas, que a priori se puede pensar que es un gremio que no tiene nada que ver conmigo, me digan que soy un máquina y que se divierten mucho cuando salgo hablando en el “Vodafone Yu” o en el “Anda ya”.
Es como cuando me encuentro con gente y me dice: “Tío, yo pensaba que eras un payaso y un maricón, pero fíjate que muchas cosas de las que dices yo también las he pensado”. Pero eso sí, soy famoso profesional: no quieras que te paguen un pastizal por hacer un anuncio y luego cuando la gente te para por la calle quejarte porque no te dejan tranquilo. Si haces eso eres, como decía McNamara, “una hija de puta internacional” (risas).

¿Esperas que con este disco se os tome más en serio? Ya no desde la crítica, sino que la gente os perciba como un grupo serio.
Pero es que hay sectores que igual sí nos toman en serio. Hay promotores y agentes de zona que cada vez que vamos a tocar a fiestas de pueblos quedan encantados. Cuando fuimos a San Fermín metimos a 10.000 personas. Y el día antes, cuando estaba Ariel Rot había 200 o 300 personas. Quizás estaban ahí para ver al “payaso de Mario Vaquerizo”, pero ahí estaban, y se quedaron todo el concierto.
Hay más gente que nos toma en serio de lo que creen. Pero lo que más me gusta es la venganza: todos los que me critican me llaman para que le firme un autógrafo para su madre o para su novia, y yo se lo doy: nunca hay que negarle un autógrafo a nadie porque eso es síntoma de que te están reconociendo. Nosotros nos tomamos muy en serio aunque nos riamos de nosotros mismos.

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