La parábola del hijo pródigo
EntrevistasEntombed

La parábola del hijo pródigo

Daniel Rabadán — 27-04-2000
Fotografía — Archivo

Quienes descubrieron a Entombed con “To ride, shoot straight and speak the truth”, ignoran en su mayoría que el álbum debut del entonces cuarteto sueco con nicke andersson (the hellacopters) a la batería, provocó un shock en la escena death metal, con su insuperable “left hand path” (earache, 90). Diez auténticas deflagraciones que llevaron a miles de jóvenes europeos a clonar el sonido de unas guitarras graves, como nadie hasta el momento había osado afinar. Tras abandonar en lo sucesivo aquel compromiso con la morbidez, vuelven con “uprising”, una obra en la que se han reconciliado con el metal, dejando de lado el crossover e influencias dispares.

El guitarrista Uffe Cederlund, autoevalúa. “Nos confundimos con el anterior álbum y sentimos que con este disco estamos otra vez en el camino. No sabíamos lo que estábamos haciendo y pienso que deberíamos haber empleado un año o dos en escribir, en lugar de haberlo hecho todo tan rápidamente. Fue un poco un error de todo el mundo: de nuestra agencia de management , de la compañía y también nuestro. A la gente que ama a Entombed, no le gusta demasiado ese Lp”.

“Wolverine Blues”, su tercera entrega, supondría el estertor del sonido que les lanzó y su intención de seguir una línea más clásica, sucia y garajera, recuperada ahora nuevamente. Aunque del death metal, parecen no querer ni oír hablar. “Hemos grabado este disco de la misma manera en la que grabamos “Wolverine Blues”. Ocurrió lo mismo que ahora ya que no nos gustó “Clandestine”. Entonces no nos importó nada una mierda y grabamos lo que quisimos, al igual que hemos hecho con “Uprising’”. No debieron quedarles muchas opciones cuando optaron por volver al redil y reconciliarse con cierto sector de sus fans, digamos, tradicionales. De si se ha tratado de algo con premeditación y alevosía, tampoco parecen querer decir más allá de lo estrictamente imprescindible. “No me gusta mirar hacia atrás. Si hubiésemos hecho este álbum en lugar de “Same Difference”, la gente no diría que hemos retrocedido. Hemos hecho un disco que suena a Entombed, pero siempre nos estamos moviendo hacia delante”.

“Uprising” es uno de esos ataques directos con pocas concesiones, donde se recurre a la simplicidad y a la inmediatez, con el objeto de provocar instantánea conexión. Rápidas y breves incisiones, donde el instrumental y la sala de despiece que es el estudio han hecho y bien su trabajo. “Procuramos escribir de una manera realmente simple. No hay nadie en el grupo que se siente en casa y se ponga a componer. Cualquiera llega al local con un riff y entonces se unen todas las ideas. Creo que la descripción perfecta de lo que hacemos es una mezcla entre Motörhead y Slayer”. Soberanos en tiempos de la escena sueca, el pasotismo de Uffe se hace también extensivo hacia la cantera y el armazón del movimiento escandinavo. “No creo que realmente haya una escena. Es absurdo que los grupos toquen delante de cien personas. Lo cierto es que ni siquiera pienso en ello, no quiero pertenecer a esa escena, considero que es algo aburrido. Cuando hacíamos death metal, fuimos los primeros, un par de años antes de que todo el mundo se metiese en ello”.

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