David Martínez alias Rayden representa el sueño de cualquier chaval de barrio con inquietudes líricas: once años de recorrido en bandas diversas, formado a golpe de micro en los escenarios de las batallas de gallos y hoy flamante firmante de un álbum propio y muy laureado, “Mosaico”. ¿Mosaico de qué? “Quería plantear este trabajo como una paleta de colores. Creo que se trata de un disco cálido, cambiante y vivo”.
La aventura le ha llevado hasta senderos a menudo poco explorados por los acólitos del bombo y la caja. “Decidí contar con músicos para los arreglos. Me aventuré hasta a 'canturrear' cuidando los tonos y armonías, metí una coral de cuarenta niños sopranos y contraltos... La oportunidad que he tenido de contar con músicos e instrumentación real me ha permitido romper un techo en el sonido”. A los catorce cortes de base se suman como extra tres versiones acústicas grabadas en los estudios de Red Bull en el Matadero de Legazpi.
“Moisaco” reúne una producción de nivel vestida con un fraseo que coquetea a momentos con el slam y que repasa la habitual galería temática del rap: de la biografía personal a la denuncia sin perder la sonrisa en un álbum que transmite una positividad por encima de la media. “A veces siento que sufro el síndrome de músico del Titanic, manteniendo la compostura, el tono y la sonrisa mientras que todo se hunde a nuestro alrededor”, apura. Rodeado de amigos de la talla de El Chojin, Aniki, El artefuckto o Swanfyahbwoy, entre otros, Rayden firma un disco de lírica honesta, producción gorda y acabado de lujo.
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