La nueva casa de los monos
EntrevistasThe Dandy Warhols

La nueva casa de los monos

Raúl Julián — 27-06-2012
Fotografía — Archivo

El cuarteto norteamericano vivió su indiscutible apogeo hacia finales de los noventa, antes de que una serie de entregas discretas relegasen su popularidad y presencia a un segundo plano. “This Machine” debería funcionar como revalida del grupo, tras lucir como el trabajo más inquietante y sólido firmado por los de Portland en casi una década.

Peter Holmström, guitarrista y miembro fundador de la banda, es el encargado de responder a mis preguntas acerca de “This Machine”, un disco alejado de la inmediatez y ligeramente complejo que evita virtudes evidentes para ganar a cambio con sucesivas escuchas. Un efecto que, sin ser del todo premeditado, tiene su parte de intención. “Es difícil planificar desde el principio cómo va a sonar un disco. Lo mejor que podemos hacer es establecer objetivos o restricciones y esforzarnos en cumplirlos. No tenía ni idea de que estábamos haciendo un disco oscuro hasta que lo escuché tras las mezclas”. El resultado es también una generosa e incluso anárquica amalgama estilística, circunstancia que Holmström se encarga de puntualizar. “En realidad todos nuestros discos son una gran mezcla de estilos y simplemente intentamos mejorar cómo se acoplan entre ellos. En este disco nos forzamos al máximo para limitar el número de teclados, tratando también de que cada miembro de la banda no grabase más de dos pistas. Esto ha permitido una mayor amplitud del sonido”. En cualquier caso, la mezcla de acontecimientos y un buen momento inspirativo encumbran a la presente entrega como la más destacada desde el ya lejano “Welcome To The Monkey House” (Capitol, 03). “Estoy de acuerdo. De hecho para mí es el disco más certero de todos los que hemos grabado. Realmente espero que tenga una oportunidad y que la gente lo escuche”. También en cuanto a sonido es el conjunto más cercano al mencionado álbum de 2003, con la bruma adictiva y seductora que emanaba durante buena parte de aquel trabajo reapareciendo de nuevo junto a la chulería interpretativa del vocalista Courtney Taylor-Taylor. “De nuevo estoy de acuerdo contigo. Ambos discos tienen arreglos dispersos y también espacios entre las canciones, mientras que todos los demás álbumes fluyen siempre de canción a canción”. Un total de once nuevos temas que incluyen delicadezas, juguetonas excentricidades, piezas ensoñadoras y psicodelia, pero también un buen número de sencillos incuestionables a los que añadir el atractivo que suponen las vistosas apariciones de David J (Love And Rockets, Bauhaus) y Miles Zuniga (Fastball). “No estaba presente cuando tuvieron lugar estas colaboraciones, pero, por lo que he oído, como mínimo ayudaron a Courtney a mantener la concentración y terminar de escribir las canciones”. La calidad de las composiciones invita al optimismo respecto a su posible aceptación, aunque tras ocho discos y más de quince años en la industria el objetivo de la banda norteamericana resulta conocido y algo tópico. “Hacemos álbumes con los que sentirnos satisfechos nosotros mismos, y luego cruzamos los dedos para que gusten a todo el mundo. Sólo esperamos que la gente todavía quiera escuchar nuestros discos. Hasta ahora hemos tenido suerte”. Definitivamente atrás queda la convulsa etapa en Capitol, finiquitada con la edición del recopilatorio “The Best Of The Capitol Years 1995-2007” (Capitol, 10) en lo que se entiende como una liberación para la banda. “Finalmente conseguimos salir. Al principio fue un shock y una decepción, pero entonces recordé que llevábamos mucho tiempo intentando dejar el sello”. El grupo firmó con la discográfica en los noventa, una década en la que su popularidad se disparó tras completar algunos de los trabajos más efectivos de su carrera. “¡Me lo pasé genial! Probablemente debería haber prestado un poco más de atención, pero no me importa en absoluto. Actualmente hay un sentimiento nostálgico hacia esa época, pero no se puede volver atrás. El cambio es inevitable”. Buena parte de aquellos años quedaron retratados en el recomendable documental “Dig!” (04), con la narración de los paralelismos y posterior separación de las trayectorias vividas por The Brian Jonestown Massacre y los propios Warhols. Un filme que sin embargo no cuenta con el beneplácito del entrevistado. “No es la manera en que yo recuerdo que aquello ocurriese…”, para sentenciar que continúan manteniendo una relación amistosa con Anton Newcombe y compañía. “Siempre ha sido así. Esa es la mentira más grande de ‘Dig!’”.

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