“Todo lo que no soy capaz de decir a mi entorno puedo cantarlo”
EntrevistasLa Maria

“Todo lo que no soy capaz de decir a mi entorno puedo cantarlo”

Joan Sánchez — 09-04-2025
Fotografía — Joan Sánchez

Cuando uno escucha “Robina” (Propaganda Pel Fet!, 25), proyecta en La Maria, artista folclórica valenciana, una fuerza que contrasta con su personalidad tranquila, sencilla y agradable. Maria Bertomeu –así se apellida una de las revelaciones más transgresoras de la música valenciana– me recibe en el Museu Etnològic de Oliva, su ciudad natal y su actual hogar.

Es imposible no adivinar en su mirada el brillo que solo deja la pasión por la tradición y la historia propias. Ella misma lo reconoce: “He vivido en Valencia, he vivido en Galicia y ahora mismo no quiero salir de mi pueblo”. Al entrar en el museo, Maria se pierde entre aquellos artilugios, viendo cómo la historia agrícola de su pueblo se organiza entre paredes, habitáculos y pozos.

“Las psicólogas son muy guays, pero también son fatales porque te hacen sacar lo peor”.

Esta fuerte conexión con la tradición valenciana resulta evidente con un simple repaso a través de su discografía. Sin embargo, en “Robina”, el folclore se encuentra con la música electrónica para incluir temas “de muchos palos distintos”. En este sentido, asegura que busca música de todos los estilos para inspirarse. “Tienes que intentar escuchar y mirar referencias que se escapen de tu propio género, porque si no difícilmente podrás hacer cosas nuevas”, sentencia. Y eso, en un principio, le valió algunas dudas: los productores –Tono Hurtado y Sam Ferrer– no confiaban en el orden de las canciones. Pero ella se mantuvo firme. “Este es el orden porque es el real y yo no puedo cambiarlo por una cuestión estética. Cuando ya estaba el disco maquetado y lo escucharon de principio a fin, lo entendieron”. Además, Maria añade que “la música ni es bonita ni es fea ni es nada, la música es música”. Para la valenciana, “la producción es la peor parte de todas”. “Ha sido un trabajo con ellos y no tanto de ellos para mí”, subraya. Y no podía ser de otro modo, porque el álbum de La Maria está cargado de una sinceridad desbordadora. “No sé hacerlo de otra forma. Eso hace que tu trabajo no puedas separarlo a nivel emocional, y hay comentarios que pueden hacerte mucho daño”. Porque la verdad expuesta de forma tan pública puede llegar a ser aterradora, sobre todo al lanzar versos tan crudos como el de “Tinc els genitals extirpats per tal de no sentir”. “Yo de estas letras no he hablado con mis padres”, ríe la cantante, amagando un tanto de timidez, y coincide en que, en estos casos, hay “una especie de pacto silencioso” entre quienes la conocen y ella en el que está prohibido preguntar. Sin embargo, acaba asumiendo que “también es muy bueno cuando empiezas a hablar de algo que te ha hecho mucho daño”, y por eso la gente de su alrededor también lo respeta. “La música influye en el proceso curativo. [...] Todo lo que no soy capaz de decir a mi entorno puedo cantarlo”, concluye.

En este viaje, Maria reconoce con mucho cariño la labor de las profesionales de la salud mental. “Las psicólogas son muy guays, pero también son fatales porque te hacen sacar lo peor”. Y, en este proceso, el disco nace a partir de la última canción, “Perdona, Maria”, que escribió observando “fotos de cuando era pequeña” porque “siempre estaba triste o enfadada”. Además, la de Oliva explica que la obligaron a ponerse “en el centro de la vida como modo de observación” para detectar sus “debilidades y fortalezas y aceptarlas”. De ahí nace “Robina” –de “robí”, rubí en valenciano–, la mujer mineral. Ese es el adjetivo que describe su proceso. Un proceso que, por tanto, evoluciona conforme el disco avanza. “Mi psicóloga me decía que en las religiones adoran a personas que han hecho cosas mal”, explica la valenciana, aunque matiza que “es atea absoluta”. Así, “Robina”, cargado de un fortísimo simbolismo bíblico, acompaña a Maria a través de su proceso de sanación mientras las melodías se tornan cada vez más cálidas y acogedoras, algo que surgió de forma “natural. Se ha ido haciendo conforme han ido saliendo las canciones. Al final, cuando es real, te sale solo”. Este concepto sonoro, por otro lado, se entrelaza con la maquetación física del largo: “Quería fotos que mostraran una cierta fragilidad, pero también resistencia y resiliencia”.

En el viaje íntimo de “Robina” hay sitio para la potencia en directo. Un tour con shows “muy flexibles, que no van secuenciados”. Estrategia perfecta para el disfrute: “Si no hay secuencias, nadie se equivoca, y eso a nivel de escena y mental para los músicos que están encima del escenario es muy importante”. Uno de los puntos álgidos, teniendo en cuenta la apuesta de La Maria, será su actuación en las Coves de Sant Josep. La valenciana se muestra  con “muchísimas ganas” porque “no habrá micrófonos ni nada, por lo que será un concierto muy memorable”. Un bolo “acústico y a dueto” en el que jugarán con “la reverb de las cuevas y el eco”.

Me despido de Maria dando otra vuelta por el museo y nuestra charla confirma lo que ya me temía: lo que reside en sus canciones es la naturalidad tan sincera con la que observa la vida, con toda su crudeza, pero también con sus matices y su fuerte raíz.

 

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