Echo & The Bunnymen, Flowers y la luna que no cesa
EntrevistasEcho & The Bunnymen

Echo & The Bunnymen, Flowers y la luna que no cesa

Norman A. — 11-05-2001
Fotografía — Archivo

REPASAR JUNTO A UNA LEYENDA VIVA COMO IAN MCCULLOCH LOS AVATARES DE LA BANDA MÁS FAMOSA DE LIVERPOOL DESPUÉS DE LOS BEATLES, IMPLICA UN EJERCICIO DE CONTENCIÓN NOSTÁLGICA CON VIAJE A LOS OCHENTA SIN BILLETE DE VUELTA HARTO EMOCIONAL. PERO EL PRESENTE SE ESCRIBE CON FLORES.

Cuando la cabeza visible de Echo & The Bunnymen se postra ante un servidor tras la demora obligada en este tipo de encuentros, no hay duda que las expectativas derivadas de grandilocuentes poses y vanidosa altivez se esfuman de un plumazo ante el derroche de entusiasmo que el lánguido vocalista profesa por la inminente publicación del nuevo álbum, "Flowers" (Cooking Vinyl/Discmedi, 01), un trabajo que opta por abandonar los abigarrados arreglos de su predecesor y busca el acceso directo a través de una sonoridad más simple y contundente, soslayado en unas melodías que no dudan en abrazar la cara más pop de la renovada formación. "Suena como una reacción contra nuestro anterior disco, como una contraposición ante aquel exceso de orquestación. Hemos apostado por un sonido basado en las guitarras porque queríamos transmitir de una forma directa esa imperante necesidad que teníamos de escribir y tocar nuevas canciones. Creo que nos ha quedado un trabajo muy sexy. Además el proceso de grabación resultó de lo más sencillo y ágil. Las canciones fueron escritas en apenas una docena de días". Pero la marca de la casa, sin duda alguna, la pone el inconfundible registro vocal de un McCulloch enfrascado en combatir el paso del tiempo sin ningún tipo de complejos, sincerado por completo cuando trata de desvelar la metodología que sigue su proceso creativo.

"En la mayoría de ocasiones, los temas nacen a partir de la insistencia, a base de rasgar y rasgar la guitarra hasta encontrar la cadencia deseada"

"En la mayoría de ocasiones, los temas nacen a partir de la insistencia, a base de rasgar y rasgar la guitarra hasta encontrar la cadencia deseada. Otras veces aparece una especie de fuerza interior oculta que me empuja a escribir sin aparente esfuerzo. Ése fue el caso de "The Killing Moon", una de nuestras mejores canciones que nació de un sueño que tuve. Cuando me levanté tenía todo en mi cabeza: la melodía, las letras, los arreglos... Fue como si una hada madrina se me hubiera acercado y me hubiera dicho: Aquí lo tienes. Pero eso es la excepción que confirma la regla". Los embutidos labios de McCulloch comienzan a evocar recuerdos de un pasado imborrable y, sin ningún tipo de objeción, insuperable para los nuevos Bunnymen. Y así, de la memoria surgen episodios añejos como el rodaje del clásico videoclip de "The Game". "Cuando escribí esa canción ya sabía que la primera andadura de la banda estaba vista para sentencia. Y algo de ello quedó reflejado de una manera metafórica en las letras. Pero la grabación del clip -ambientado en Sao Paulo- fue caótica. Mucha gente se pensaba que yo aparecía por separado debido a un exceso de egocentrismo, pero lo cierto es que cuando se hicieron las tomas yo estaba durmiendo recuperándome de la resaca del día anterior. Así que tuve que rodar cuando los demás ya lo habían hecho, e incluso algunas imágenes fueron tomadas en un bar mientras tomaba una copa porque no me prestaba a la dinámica del rodaje. Sin embargo, la experiencia de conocer Brasil resultó extraordinaria. Posiblemente aquella fue la mejor gira que hayamos hecho nunca". Pero no todos los recuerdos se centran en los años dorados del antaño cuarteto, en contra de lo que la mayoría de fans pensarían. "Tengo más presentes los comienzos del grupo, a finales de los setenta, que el grueso de nuestra trayectoria, desarrollada a lo largo de la primera mitad de los ochenta. Recuerdo cuando hablaba con Will (Sergeant) acerca de los primeros pasos que dimos como Echo & The Bunnymen. Era francamente excitante. Aunque la verdad, prefiero mirar al futuro porque ahora me siento mejor que nunca". Y lo cierto es que no parece mentir, a fe de las explícitas gesticulaciones y eufóricas muecas que acompañan a sus palabras desde el inicio de la conversación. Y en ese estado de gracia nuestro admirado vocalista no duda en revelarnos la chispa que lo impulsó a meterse en este inmundo circo musical. "Decidí que quería formar un grupo tras escuchar fascinado ´Starman´ de Bowie. Fue, indudablemente, la canción que cambió mi vida".

Con más honestidad que orgullo, entre ademanes familiares y mirada perdida, el otrora personaje de las gafas de sol y raincoats insertados en bucólicas estampas otoñales no desdeña la oportunidad de explayarse analizando los más nimios detalles que han rodeado la evolución de una de las formaciones más influyentes de la pasada década, pero a estas alturas la entrevista, como todo en esta vida, llega a su fin. Aunque el de los Bunnymen, afortunadamente, todavía se antoja lejano.

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