Es difícil imaginar un lugar más adecuado para entrevistar a Red Hot Chili Peppers que la ciudad a la que Anthony Kiedis colmaba de piropos en la emocionante canción «Under The Bridge». Y uno trata de encontrar el mínimo resquicio de belleza en las dilatadas calles de Los Angeles e intenta convencerse de que la desértica zona de Beverly Hills -ni un alma a las doce del mediodía- alberga seres humanos dentro de esas casitas ajardinadas que invitan a la inquietud con carteles de «Armed Response», pero resulta imposible adivinar con qué argumentos sedujo este gigantesco monstruo de cemento al tatuado frontman de la formación californiana. En esta ciudad, que yace desparramada sobre la costa oeste y cuyas distancias parecen acentuarse a medida que recorres sus venas de asfalto, se respira una densa soledad marcada por unos silencios camuflados tras el rugir de los cientos y cientos de coches que circulan sin parar -día y noche-por sus carreteras y evidencian que sin cuatro ruedas no sobrevives en Los Angeles. Quizás, la nostalgia que emanan los cuatro minutos de aquella magnífica composición se entiende después de todo.
Como también puede comprenderse el ejercicio de nostalgia al que los californianos han recurrido para volver a ocupar el trono del rock que dejaron vacío hace una eternidad. Los Red Hot Chili Peppers vuelven con «Californication» (Warner, 99) después de intentar darle una continuación digna a una indiscutible obra maestra como es «Blood Sugar Sex Magik» (Warner, 91) y haber fracasado. El guitarrista marciano John Frusciante, sustituto forzoso del fallecido Slovak y uno de los artífices -el principal responsable para algunos- de aquella maravilla sonora, abandonó el grupo para emprender un viaje en solitario que muchos todavía no han entendido. Dave Navarro (ex-Jane´s Addiction) tomó el testigo pero no estuvo a la altura: «One Hot Minute» (Warner, 95), a pesar de ser un álbum nada despreciable, llegó demasiado tarde y sin los destellos de su predecesor. Muchos vieron en aquel disco el epitafio de la banda. Cuatro años después de aquel tropezón y casi por sopresa, RHCP vuelven a completar el triángulo mágico formado por Flea, Kiedis y Frusciante en un nuevo trabajo que pretende rescatar los momentos más inspirados de la banda. «La formación de ahora es totalmente distinta a la del anterior disco. Yo creo que la principal diferencia entre nuestro nuevo trabajo y «One Hot Minute» estriba ahí. Comparar los dos álbumes es como cotejar un disco de Led Zeppelin y otro de L7, por ejemplo. Se trata de dos grupos totalmente distintos. Y está claro que dos formaciones distintas grabarán Lp´s totalmente distintos». Flea se agarra a una taza de té y pone los pies, protegidos por unos calcetines llenos de agujeros, encima de la mesa de una de las mejores habitaciones del Beverly Hills Hotel, posiblemente el más lujoso de la zona. Su sencillez en las formas y en el vestir -camiseta pintarrajeada a mano, seguramente por él mismo, y bermudas- no delatan una de las cuentas bancarias más nutridas de la costa californiana. De repente, la puerta del lavabo se abre y surge un espectro blancuzco con la mirada puesta en Marte. La hoja promocional indicaba que el partenaire de Flea en mi entrevista iba a ser Chad Smith, pero el tipo que se tambalea ante mí y me estrecha la mano es John Frusciante. Bendición. «Creo que «One Hot Minute» tenía buenos momentos, de eso no hay duda -prosigue Flea-. Pero en éste último álbum, amigo, hay pura magia. Sin lugar a dudas, estamos en uno de nuestros mejores momentos y lo digo con total sinceridad». La química de antaño parece haber vuelto. «Creo que en cierto modo hemos recuperado el sonido que teníamos antes con John y eso se debe a que hemos recuperado esa química que existió entre él y el resto del grupo. Y creo que es algo muy bonito, ¿sabes? Sentir esa magia y esa química fluyendo mientras tocas... de nuevo».
La deducción es evidente: John Frusciante es una de las ruedecillas básicas dentro del engranaje que pone en funcionamiento el sonido característico de RHCP. Sus guitarras lisérgicas y sus riffs oníricos han llenado de color la mejor época del cuarteto californiano y han inundado los walkmans de medio mundo. Si él falta sólo nos quedan unos RHCP travestidos. Flea asiente con reservas. «Si en lugar de John hubiese otra persona, estoy seguro de que habríamos llegado a un sonido totalmente distinto. Cuando John se pone a trabajar se convierte en una fuerza creativa muy grande y eso se nota en el resultado final. En resumidas cuentas, ha quedado muy claro que sin él, el sonido de RHCP es totalmente distinto. Con eso no quiero decir que «One Hot Minute» no fuera un disco de RHCP, simplemente digo que con John Frusciante hemos recuperado cierta magia y, como te he dicho antes, hemos formado una banda totalmente distinta de la anterior». Y lo cierto es que el nuevo asalto de los angelinos es una interesante regresión a la edad de oro de la banda, aquella en que el funk se corrompía de rock y hip-hop para dar vida a un universo malévolo y a la par ensoñador. «Para mí el funk es extremadamente importante. Es un sonido muy sincopado, muy rítmico y eso es en lo que yo me fijo más. Mientras yo esté en la banda el espíritu del funk seguirá vivo. Sin la música negra probablemente no habríamos existido...». Frusciante depierta e interrumpe a su colega. «Como músicos siempre nos queda en el subconsciente toda esa música que hemos escuchado a lo largo de nuestra vida.Para mí, cuando estoy en esta banda está claro que estoy influenciado por el punk-rock aunque cuando entré en RHCP no sabía mucho acerca de ese estilo. Y creo que eso se nota en el sonido de «Californication». El punk rock ha sido mi inspiración en este disco, mientras que para «Blood Sugar» me fije más en Hendrix, Joy Division... ».
Es difícil seguir las palabras de Frusciante: deja frases muertas, balbucea y apenas toma el hilo de su propia conversación. En cierto modo despierta compasión y hasta lástima. «Tomamos tantas influencias de tantos lugares... Adoramos el funk y otros muchos estilos. Hasta nos gustan todos los distintos tipos de funk que existen: desde el funk con más influencia de la música disco hasta el más electrónico, pasando por el más guitarrero. Pero, al final, lo transformamos en algo totalmente nuevo, en un sonido que puede volver loco a alguien que nunca ha escuchado o que odia los primeros discos de Funkadelic». Resulta conmovedor y no deja de sorprender que RHCP sigan fieles a sus desgarradores slaps bajísticos, a los raps entrecortados de Kiedis y toda una parafernalia que podía haberse adornado con la electrónica y otros trucos que, supuestamente, aportan contemporaneidad. Flea se explica. «Sí hemos hecho algunas cosillas con la electrónica, pero debo confesarte que teníamos pensado explotar más todo el rollo de los samples y las cajas de ritmos. Al final no fue así, porque cuando nos metimos en el garaje a ensayar nos dimos cuenta de que lo que salía de los cuatro ya era suficiente. Allí había magia de verdad y no creímos necesario utilizar nada más. El diálogo musical que se estableció entre nosotros fue excepcional, maravilloso, ¿para qué hablar más? De todos modos, estamos abiertos a cualquier posibilidad; no nos imponemos ciertas reglas que otras bandas, buenas bandas por cierto, sí tienen. No tenemos restricciones en este sentido». Frusciante interviene: «Yo pensaba que era importante meterse en la electrónica, pero cuando tocamos me di cuenta de que cada sección tenía una textura distinta como pasa en la música electrónica que, por ejemplo, hacen Depeche Mode. Y eso se nota en el disco, cada instrumento tiene su propia textura y no forma parte del sonido global del disco, lo cual creo que es muy positivo y enriquecedor para el oyente. Para mí la música que estamos haciendo suena tan moderna como la música electrónica que se está grabando ahora, con la sa
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