Corredores de fondo
EntrevistasLa Kinky Beat

Corredores de fondo

Don Disturbios — 18-03-2008
Fotografía — Archivo

No hay nada tan sabroso como la fruta madura y “Karate Beat” (Kasba Music), el tercer trabajo de estudio de La Kinky Beat, es el resultado más explosivo que podía realizar una banda que ha madurado al sol de las giras continuas, el trabajo bien hecho y la seguridad que te da el saber qué es lo que deseas y qué puedes realizar.

Como en el atletismo hay grupos que entregan un primer álbum excelente y luego se desfondan sin volver a recuperar la punta de velocidad que les hizo famosos. Otros, sin embargo, son corredores de fondo que van mejorando sus registros con el tiempo y siempre mantienen esas reservas vitales para el último esfuerzo. Los barceloneses La Kinky Beat son sin duda unos fondistas que han ido aprendiendo de aciertos y errores a lo largo de dos discos de estudio (más uno de remezclas), para llegar al tercero en plena forma. “Karate Beat” tiene todos los ingredientes que han hecho de esta banda una de las apuestas más seguras sobre un escenario.

"Soy cantante, somos músicos y yo no me dedico a la política. Por suerte"

Tiene desparpajo, vitalidad, excitación, baile y también canciones. Incluso me atrevería a decir que por primera vez hay una serie de fraseados y estribillos que se pegan como nunca antes lo habían hecho. Para hablar de todo ello nos citamos con Miriam (alias Matahary), cantante y principal compositora del disco, en las oficinas de nuestra revista y era obvio que nuestra charla debía iniciarse con lo que es sin duda el principal aliciente del disco: La Kinky Beat han quitado el freno de mano a su vertiente más rítmica, salpicando su trabajo de una batidora percusiva y de efectos que van del drum’n’bass al jungle pasando por el dub, dotando de sentido a esa base rock honesta y sincera que siempre ha caracterizado a sus composiciones.

"(Sobre Dive Diboso) Ahora mismo entre nosotros hay un matrimonio difícil de romper"

“Es un proceso que se ha ido forjando a lo largo de los cinco años que lleva La Kinky. Siempre nos ha gustado la música electrónica y además tenemos dos grandes percutas, con lo que el ritmo siempre ha estado muy presente en nuestra música y desde siempre hemos sentido esas ganas de probar, de innovar con lo electrónico. De modo que, cuando decidimos que este disco lo íbamos a grabar nosotros en el local de ensayo sin ningún productor externo, lo hicimos hacia donde la banda estaba encaminada. Es una búsqueda que llevamos desde hace mucho tiempo y ahora ha sido el momento de plasmarlo y desde luego ha quedado mucho más definido”. Tan definido que, como me cuenta la propia Miriam, una de las sorpresas que nos vamos a encontrar en la gira que inician a finales de marzo es que los dos percusionistas de la banda, Gerard y Manel, se ubicarán juntos en una tarima por encima de sus compañeros. Con ello se dará una mayor presencia escénica al ritmo contagioso de sus pulsaciones y programaciones. Pero que conste que no todo es ritmo en el álbum. Como ya apuntaba al inicio del artículo, hay canciones como ese precioso medio tiempo a La Kinky que es “Quiero sentirme iluminada” o también en “Tiros y tirones” y “Addicted” en las que existen fraseados muy potentes que quedan impresos en la memoria. No sé si escribir que este es sin duda su disco más pop o, para no llevar a nadie a malentendidos, que se trata de su trabajo con estribillos más contagiosos. “Hum... En el aspecto de que se te queden determinadas estrofas en el cerebro, sí estaría de acuerdo contigo porque a mí misma me ha pasado, se me han enganchado mis propios temas y es increíble porque no me había pasado antes, así que sí puede ser. Ha salido así, no ha sido premeditado. No hemos ido detrás de una melodía pegadiza para que se le quede a la gente, pero yo no lo catalogaría de pop. Aunque me alegro un montón de que me lo digas...”.

Lo cierto es que no le faltan motivos para estar contenta, pues tal y como me explica Miriam éste puede considerarse su trabajo más personal. El disco en el que ha aportado más de si misma, tanto en la música como en unas letras que recogen sentimientos, vivencias, sensaciones que la han marcado y luego ella expresa en su música. Y por lo que parece, el resto de miembros de la banda le han cedido gustosos el protagonismo (de hecho, Willy Fuego apenas canta en el álbum y se ha concentrado en mejorar día a día como guitarra), un protagonismo que no ha dado lugar a esos celos provocados por los egos que suelen moverse en (casi) todos los grupos. “Es importante que quede claro que este proceso ha sido voluntario. Willy ha cantado bastante en los otros dos discos y en éste no hay ni una sola voz suya. Tan sólo hay un corito por ahí, pero realmente ha sido una decisión suya porque evidentemente nadie le ha dicho ‘tú no cantas más’. No ha sido así. En un momento de La Kinky cogió los mandos de la guitarra y realmente ha mejorado mucho como instrumentista. Ha sido él quien ha decidido que no iba a cantar, que quería ser el guitarrista de La Kinky Beat, aunque hay que decir que también tiene una parte muy importante en la producción de este disco. Vaya, que con el tiempo todo se ha ido recolocando un poco por si sólo sin que nadie haya dicho ‘estos son mis temas y si no nos estos no son de ninguno’. Todo ha venido por algo y el grupo ha estado contento con las decisiones que se iban tomando. No creo que haya habido casos de celos. Espero”.

Ya que Miriam lo menciona, vayamos al tema de la producción. Si en el pasado habían contado con la ayuda de Tomas Arroyo (Color Humano, Fufü-Ai) para dar forma a sus discos, esta vez han sido ellos mismos los que han decidido trabajar con sus canciones. El hecho de tener muy claro el rumbo que éstas debían coger ayudaba, pero también querían sentirse ajenos a la presión que alguien externo al grupo podía ejercer. En lo único que han hecho concesiones ha sido en las mezclas en un estudio analógico. El mago encargado de dar a los temas ese importante lustre final ha sido Dive Diboso, el que fuera Dj y productor de 7 Notas 7 Colores y ahora en León Drámaz. “Conocíamos a Dive por su trabajo en el disco en solitario de Gerard nuestro percuta (Chalart 58) y, viendo el resultado de ese disco y el feeling que hubo entre ellos, se le propuso que currara con nosotros. Y el encuentro con él, pues bueno, sólo tengo buenas palabras para este hombre. Es un tío que hace magia con las manos. Un tío mega sensible y que musicalmente sabe mucho. Ahora mismo entre nosotros hay un matrimonio difícil de romper. Estamos pensando en hacer más proyectos con él y trabajar en el futuro en otras historias porque la experiencia ha sido increíble”. De hecho, el contacto con Diboso ha provocado un curioso experimento llamado “Fire” que cierra el compacto y que cuenta con la colaboración de los MC’s Eddy La Sombra, Payo Malo y Brujo. Se ha establecido un contacto con el mundo del hip hop que ha colmado de expectativas a la banda y que puede abrir un camino de futuro en el sonido de La Kinky... “Es curioso lo que ha sucedido con “Fire”, porque no hay en la península proyectos de fusión de drum’n’bass con hiphoperos y la mezcla es buenísima. Creo que representa un poco lo que ha pasado entre nosotros y que demuestra que nos podemos unir, que estamos cómodos por las dos partes haciendo esto así que vamos a trabajar más por ahí en el futuro”. Un futuro que se presenta esperanzador con obras como ésta. Al menos yo lo tengo muy claro. “Karate Beat” es el mejor disco de La Kinky y el primero que ha despertado mi sincera atención sobre lo que hacía la banda. No sólo por la acertada fusión de ritmos jungle con el clásico riff de guitarra rockera como en “Tiros y tirones”, por el dub vacilón de “Everything”, el drum’n’bass trepidante de “Citizens” o los acertados aires reggae de “No Pain No Gain”. No sólo por eso, sino también por el gran calado emocional de unas letras que, en ocasiones, muestran una conmovedora sensibilidad por problemas como la opresión que siente el individuo en la gran ciudad desarrollada y

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