“Reaccionamos contra la velocidad de la vida actual”
EntrevistasLa Joya

“Reaccionamos contra la velocidad de la vida actual”

JC Peña — 29-01-2023
Fotografía — Archivo

Ricky Lavado y Manel Moreno dan rienda suelta a su química musical en un proyecto cocido a fuego lento tan inesperado como sugerente. Juntos acaban de publicar “Mojave EP” (XRECXRDS, 22), su primer trabajo bajo en nombre de La Joya.

Al batería y percusionista barcelonés le hemos visto en bandas como Standstill, Egon Soda y Nudozurdo. Toca con Manel, guitarrista, (Muerte y Destrucción, Cuzin) en The Secret Society, y en su local surgió sin premeditación alguna una complicidad íntima que fue creciendo sin tener ni siquiera nombre; hasta hace un año, cuando las cosas se aceleraron, dentro de su ritmo.

Acaban de publicar “Mojave EP”, donde dan a conocer su estética serena y minimalista a través de cinco cortes, cuatro instrumentales y uno cantado por el batería, grabados en Estudio Brazil y producidos y mezclados por Jorge Ramos, cuyo empuje ha sido clave, según reconocen ambos músicos. “Cogió con muchísimo cariño el proyecto, y lo hizo suyo”, asegura Manel. De hecho, es su sello el que ha publicado el EP. Mencionan la filosofía de Ian Mackaye para destacar que lo suyo “tiene más que ver con hacer música que con tener una banda” y con “disfrutar del momento del ensayo”.

¿“Mojave” se refiere al desierto?
(Manel) Hubo una asociación de ideas, porque hacíamos una versión de Mojave 3, y “Mojave” siempre estuvo en nuestra boca en el local en una lista. Y como el rollo de las canciones siempre lo hemos asociado un poco al desierto, de repente nos pareció que podía tener sentido. Nos gusta porque el nombre de La Joya lo cogimos de una playa de San Diego (La Jolla), aunque lo castellanizamos. Nos gustan las palabras a la americana pero que son en español. Mola porque no estás titulando el disco en inglés, pero se entrelaza con algo un poco yanqui.

“Tocamos con un montón de silencio, y contra todo pronóstico la gente se mete en los bolos”

Hay una letra en castellano, pero lo combináis con el inglés de los títulos de las canciones, ¿no?
(Manel) En realidad, salvo “Intermission”, los títulos de las canciones no están en inglés.
(Ricky) “Colette” es una cafetería [risas], que es donde vamos a almorzar. Tiene los mejores bizcochos de Madrid.
(Manel) “Amargosa” es un riachuelo y una zona del desierto del Mojave, que nos hizo gracia por eso, porque la letra es en español. “Old Fashioned” es por el cóctel, es internacional. “DC” es la ciudad, es internacional. “Intermission” es lo único: metimos el ruido de fondo de Fugazi, y tenía sentido que fuera en inglés. Nos hizo gracia llamarla así como en las películas antiguas, cuando la gente descansaba, porque iba en medio. La llamábamos “Pasaje instrumental”, de hecho no la tocamos en directo. Está ahí como conceptualmente. Es como una canción de paso. La primera parte del EP es más tranquila, acústica, y la segunda más agarrada.

Es verdad, va de más tranquilo a más oscuro. Pero no más rápido. ¿Os habéis puesto reglas o límites en este grupo, por ejemplo en cuanto a la velocidad?
(Ricky) No, el enfoque tranquilo sale de forma natural. Es algo casi filosófico, que va más allá de lo musical. Es una postura con mucha calma y mucho relax. Sin prisas ante la vida. Nos apetece bajar tempos y hacer cosas más amables y tranquilas que lo que hemos practicado antes en otras bandas. Claramente es una cuestión que tiene que ver con la edad y hacerse viejo.
(Manel) Y por ensayar los sábados a las once de la mañana. Uno no está agarrado [risas].

¿Pero surgió de forma espontánea o lo hablasteis?
(Ricky) No, surgió de forma natural. También luego en un concierto hemos llegado a hacer una versión de Circle Jerks. A veces la cabra tira al monte. No sé, supongo que estábamos los dos en el mismo momento de tocar cosas muy calmadas. Que nos retrotraen a bandas o sellos y escenas que ya tienen unos añitos. Todo es una reacción contra la velocidad de la vida actual y el posmodernismo. ¡Somos un grupo reaccionario y conservador! [risas]. Ahí tienes el titular.
(Manel) Tiene gracia porque la peña que nos escucha, según las estadísticas de Spotify, tiene entre cuarenta y cincuenta y cinco años [risas]. Y nos dicen que es increíble que alguien haga esto ahora. Parece que es imposible recuperar una música tranquila y con este tempo hoy en día. En los conciertos lo noto. Tocamos con un montón de silencios y contra todo pronóstico la peña se mete en el bolo en lugar de hablar. A mí ha pasado tocando mil veces que paras entre acorde y acorde tocando a toda hostia y oyes el vocerío de la gente hablando. Ahora, como hay tanto silencio, se cortan. Puede que haya demanda de algo un poco más tranquilo. Todo es muy atropellado, y cuando se escucha algo más relajado, resulta agradable.

No sólo relajado, sino que hay muy pocos elementos. Son dos instrumentos (salvo la voz puntual) y ya está.
(Manel) Sí, es poco agresivo. Va un poco con nuestra personalidad. Somos tranquilos. Es poco de empujar. Hay espacio para todo, se oye todo perfectamente, nadie intenta ganar terreno porque son dos instrumentos muy diferentes. Cada uno tiene su área: yo no tengo que mirar armonías y él puede hacer lo que quiera, entra y sale...

Y no se echa de menos un bajo. Aunque las guitarras a veces hacen bajos.
(Manel) Hago líneas, sí. También es verdad que, dentro de la simplicidad, Ricky hace baterías relativamente complejas, que cubren bastante espectro de graves.

Hablando de cómo empezó vuestra relación musical: ¿os conocisteis tocando en The Secret Society o antes?
(Ricky) Yo creo que nos rondábamos desde hace muchos años. Pero de alguna manera, Secret ha marcado el acercamiento personal. Es cuando yo me vine a vivir a Madrid.
(Manel) Teníamos el local de ensayo, y yo tenía el equipo allí. Me parecía sencillo organizarnos para tocar, porque ahora somos medio vecinos. Yo creo que la cosa empezó durante la pandemia, porque había pocos planes de ensayar con el resto de grupos. Era una época de estar todo el mundo parado, y a mí me encanta meterme en un local, y a él también. Ricky va muchas veces solo y hace sus cosas. Hay gente a la que no le gusta, a mí me encanta. Yo tenía esa necesidad de tocar sin pretensiones. De hecho, las primeras veces que fuimos hacíamos versiones de Jets To Brazil y lo que saliera. Cosas sencillas. Fue bastante natural. Sería en septiembre de 2020.
(Ricky) Nada de lo que tiene que ver con esta banda responde a ningún plan premeditado ni estrategia, ni expectativas, más allá del gusto personal y los desayunos. Los desayunos son importantes en esta banda.
(Manel) También nos conocíamos muy bien de Secret. Hemos girado un montón, yo sé cómo toca él, él sabe cómo toco yo… Ahí no ha habido sorpresas. Al final, un día dije: “Coño, si esto es audible. Lo puede escuchar alguien y le puede gustar”. Hasta ese momento, era algo que tocábamos para nosotros, para pasar el rato: “me molan esas baterías, yo me hago este riff”, y a casa tan contentos. Sin pensar nunca en montar una banda. Pero vimos que repetíamos algunas cosas. A diferencia de cuando montas un grupo, que buscas hacer canciones, esto fue en plan: “Hemos tocado esto cuatro veces, lo hemos grabado con el móvil, lo oigo desde fuera y me suena bien. Yo podría escucharlo”. Lo mantuvimos así. De hecho, tuvimos la duda de si metíamos a alguien a cantar o a tocar el bajo.

En cuanto a la voz, ¿cómo te animaste a cantar “Amargosa”?
(Ricky) También salió de un modo natural. Por algún motivo, cuando la tocábamos en el local me venía una melodía a la cabeza y la tarareaba. Es algo bastante extraño. No he cantado nunca, es la primera vez que canto una canción y que me enfrento a escribir una letra, que es un trabajo terrible, titánico y desagradable, que valoro muchísimo en los demás. Es una cosa endemoniada. De la letra estoy muy contento y orgulloso, he de decir. Está escrita de forma que la puedes entender hoy en 2022, o alguien del siglo XVIII o de la Edad Media, en el sentido de que no aparece ninguna referencia contemporánea. Todo son cosas o bien antiguas, o atemporales. “Luciérnagas”, “piedras”, “fuegos”, “imperios”… Me parece una broma interesante. Me hace mucha gracia que no haya rastro de modernidad en esa letra.

¿Las canciones se construyen básicamente mediante improvisaciones en el local?
(Ricky) Sí. En verdad, parten de ideas básicas que trae Manel. Cosas muy simples, como una progresión de acordes o un par de notas. A partir de ahí se construye en el local.
(Manel) Yo funciono así, necesito que haya un patrón rítmico para que mi cabeza coloque la movida. Si no, lo que toco no me suena a nada. Y está guay, porque Ricky hace ritmos muy diversos. Mis riffs son tan sencillos que enganchan en todo lo que hace él. Incluso en la última que hemos hecho, que tiene un ritmo como jazz. Yo nunca habría pensado poder tocar encima de un ritmo jazz, pero al final lo metes.
(Ricky) La hemos llamado “Jazz Madrid”. Jazz entre amigos [risas].
(Manel) Hay una cosa guay de este grupo, y es que al hacerse fresco, improvisado y de buen rollo, los resultados están siendo mucho más satisfactorios. Como no había expectativas, todo es de puta madre. Creo que están viniendo más cosas que cuando uno trabaja fuerte en un grupo. Es curioso.
(Ricky) Vamos, que hay pasta [risas].
(Manel) Yo ya estoy viendo cuándo dejar el curro [risas].

 

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