Theo Hutchcraft y Adam Anderson aparecen tal y como podía esperarse de ellos, fieles a la imagen que han ido dejando en sus vídeos. Elegante sobriedad, pelo engominado, camisa blanca por un lado, chaleco negro por otro, absoluta corrección y también una juventud que va de la mano con su aspecto de dandies neorrománticos. Ambos forman Hurts, aspirantes a grupo revelación y protagonistas de “Happiness”, el debut más publicitado de los últimos meses. (Theo) “Somos así, tal como nos ves; no es una pose. Siempre nos ha gustado vestir bien, incluso cuando estábamos en el paro, antes de que pasara todo esto. Nos ayudaba a mantener la dignidad, a no bajar la cabeza y seguir hacia delante; forma parte de nosotros”. “Wonderful life” fue lo primero que supimos de ellos, recuperando los años ochenta no sólo por estética (deudora claramente de Anton Corbijn) y sonido, sino por el propio hecho de que fue un vídeo, como pasaba hace tres décadas, lo que les sirvió para mostrarse al mundo. (Theo) “La imagen es algo que consideramos fundamental, no tanto por lo que enseña directamente, sino por lo que sugiere; quien lo ve también tiene que poner de su parte para completar la historia. Es más divertido así”. (Adam) “Eso es lo que buscamos, porque muchas veces escribimos los temas con un punto de vista casi cinematográfico. Además, creo que en parte también nos explicábamos un poco a nosotros mismos. Es un complemento perfecto para las canciones”. Poco a poco fueron revelándose más datos para completar una exigua biografía: veintitrés y veintiséis años, procedentes de Manchester y antes en Daggers, banda que facturaba un synth-pop muy en la línea de los propios Hurts, aunque menos depurado. (Theo) “Fue una buena escuela, crecimos como músicos y sobre todo pudimos tocar en directo, lo que nos ha servido mucho para este nuevo proyecto”.
Convertidos en la gran apuesta de la multinacional Sony, el paso de los meses fue repartiendo nuevas noticias de Hurts: “Better Than love”, “Blood, Tears And Gold” (otra vez dos cuidadísimos vídeos), apariciones escogidas (entre ellas un ‘secret show’ de Myspace en Madrid a finales de junio), rumores de todo tipo, la confirmación (tras más de un desmentido) de que la ubicua Kylie Minogue colabora en “Devotion” y un creciente run-run ante la posibilidad de que, tras el lanzamiento de su primer álbum, se convirtieran en un auténtico fenómeno de fans, conjugando el respeto del circuito independiente con la puesta en escena de una banda de corte mainstream. (Adam) “Todo este proceso ha sido muy rápido, en realidad mucho más de lo que podíamos imaginar, pero no nos sentimos especialmente presionados. De hecho, la presión más fuerte es la que nos hemos puesto nosotros mismos a la hora de trabajar en este disco, sobre todo porque siempre hemos tenido claro lo que queríamos hacer. Intentamos no pensar en lo que podía pasar fuera, sino centrarnos únicamente en las canciones”. Tras el alegato promocional de rigor, Theo Hutchcraft amaga con salirse del tópico. “Puede que la gente vea esto como una sucesión de trucos”. Y de inmediato, el cantante mancuniano vuelve a la senda conocida. “Pero no lo es. De alguna forma hemos estado escondidos de forma premeditada hasta tener todo listo. Ha sido un año de nuestras vidas en el que hemos dado lo mejor que teníamos. Lo que pueda pasar ahora es una incógnita. En todo caso, estamos preparados para lo que se pueda decir”. Entre otras cosas, lo que se dirá es que su primer álbum contiene, al margen de los temas que ya conocíamos, unas cuantas baladas en las que la épica y la melancolía (aunque ellos digan que hablan más bien de esperanza) constituyen los principales pilares, con un sonido para el que no es difícil buscar comparaciones: Talk Talk, Ultravox, Tears For Fears, los primeros Pet Shop Boys, The Human League o Depeche Mode. (Theo) “Es evidente que nos gusta la música de los ochenta y también de los noventa. Todas esas bandas han sido y son muy importantes para nosotros, sería estúpido negarlo, pero no queremos quedarnos como algo retro, sino sonar actuales. También hay que ser cuidadoso con esto. Sin ir más lejos, hay quien asegura que somos los nuevos Depeche Mode; es algo que nos halaga, pero que también puede decepcionar a quien lo haya escuchado y luego vea que no somos exactamente eso, además de que es obvio que nos queda mucho camino por recorrer”. Ahora, después de meses de incógnitas y expectativas, llega el momento de poner las cartas boca arriba. Es, por fin, la hora de la verdad.
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