No es fácil escribir canciones sencillas y redondas. Tampoco debe serlo componer pequeños himnos generacionales que enganchen a la primera, pero La Habitación Roja tienen la habilidad de sacar cuatro o cinco por disco y además son conscientes de que a veces no es posible. El apunte de humildad no parece fingido y tiene bastante importancia; a lo largo de los años es algo que no se han cansado de repetir. Lo que ves es lo que hay.
Desde la azotea de las oficinas de su discográfica en Madrid, Jorge Martí (voz y guitarra) se reafirma en algo tan básico sin que suene a debilidad. “Buscábamos un sonido que conectara con nuestros discos de cabecera de la adolescencia, y salían álbumes como ‘Automatic For The People’ de R.E.M, ‘The Queen Is Dead’ de The Smiths, ‘Ocean Rain’ de Echo & The Bunnymen… Las canciones que haces en un determinado momento son las que te llevan a un lugar o a otro. Muchas veces los sellos te dicen ‘Es que en tal disco tenías que haber grabado más hits’, y yo pienso ‘¿Tú los tenías? Pues yo tampoco’. Metes lo que tienes en ese momento. A todos nos encantan las canciones inmediatas y directas que se convierten en himnos, pero si lo intentas hacer de forma premeditada al menos a nosotros no nos sale”.
No se resisten a abandonar su parcela en ese limbo comercial entre el mainstream y el underground, pero es algo que no depende de ellos sino de las características de un mercado que está en continua evolución y sólo aspiran a ser honestos consigo mismos. Mientras tanto, han conseguido llegar a disfrutar de ser un grupo de (no tan) pequeñas y devotas multitudes. “Realmente no esperamos dar más saltos que los de alegría. Es cierto que hay una tierra de nadie y probablemente nosotros transitamos por allí. No es que sea un desierto, porque hay mucho trabajo que desarrollar y otros grupos que lo hacen igual de bien. Aspiramos a que nuestra música, como indica el nombre del disco, sea universal y que trascienda nuestros límites actuales. No por el hecho de la fama, la gloria y el dinero, sino porque es importante para un grupo tener nuevos retos, ambición, renovar público y llegar a otros sitios que no has llegado siempre que seas fiel a tus premisas y a lo que te gusta. Creo que hemos equilibrado la balanza entre la frescura y la madurez, entre la tristeza y el optimismo y editado un disco equilibrado; y es pop porque también nosotros somos un grupo de pop”.
Sin sentirse el centro del universo, tan sólo del sencillo mundo que les rodea, han dejado de lado el ampuloso y rotundo sonido de sus dos anteriores trabajos grabados en Chicago con Steve Albini para volver a lo básico y a lo que mejor saben hacer: canciones sin artificios, sin complicaciones pero con estribillos demoledores. Y su media sigue siendo bastante superior al resto. “Younger”, “Voy a hacerte recordar” o “Días de vino y rosas” son tres temas que sin duda arrasarán en directo. “La verdad es que queríamos y necesitábamos hacer algo diferente. Tras dos discos muy crudos grabados con Albini, con otro tipo de texturas y sonoridad, pensábamos que por ese camino no queríamos seguir. Hemos hecho también muchas cosas aparte de canciones en los últimos meses, pero no hemos dado demasiados conciertos. Sí ha habido mucho trabajo en casa con las guitarras acústicas y las voces y de alguna manera queríamos comenzar una nueva etapa. Empezar con algo mucho más pop y luminoso, en el que primara más la canción y el conjunto que las estructuras. Veíamos que se abrían nuevos campos por la línea que lleva el disco y nos apetecía seguir por ese camino”.
Eternos aspirantes a la primera división del indie nacional, como no podía ser menos en su universo de perdedores orgullosos de serlo y de levantar la cabeza frente al absurdo de la vida diaria y al sinsentido del desamor no deseado, la experiencia americana terminó de pulir un sonido que les acercó a la potencia de sus conciertos. De vuelta a la atmósfera más cristalina de sus cuatro primeros Lp’s pero con una calidad técnica a años luz de aquellos, se lo han tomado con calma y cocinado a fuego lento y con sus propias manos un disco que no da lugar a excusas. “Cuando sacamos ‘4’ y firmamos el siguiente disco con Mushroom Pillow, cambió la mentalidad sobre el escenario del grupo y empezamos a sonar más potentes y a especular menos en los conciertos haciendo un repertorio más directo. Ahora mismo nos apetecía hacer algo mucho más elaborado y ponernos retos para no caer en el aburrimiento. Hemos incorporado cuerdas y llevamos un músico extra que toca teclados para enriquecer una propuesta que era más básica y primitiva. En ese sentido era algo que necesitábamos y hemos conseguido encender la llama de la ilusión”.
No ha sido un espejismo, sino dieciséis años de trabajo duro a la búsqueda de la canción perfecta, y necesitaban recuperar el entusiasmo. Repetir las mismas canciones una y otra vez, por mucho que el público esté totalmente entregado, puede llegar a ser agotador. (Pau Roca, guitarra) “A mí hay alguna canción que me ha aburrido siempre y otras que me están empezando a cansar. Cuando preparamos una actuación notamos que hacen falta cosas más frescas. ‘Mi habitación’ es una canción que nunca queremos tocar, pero luego ves que te la piden porque a la gente le apetece escucharla y lo terminamos haciendo porque es fácil y el público disfruta mucho, pero es una de las que no ensayamos nunca”. (Jorge) “No es lo mismo pensarlo que hacerlo. Con el ambiente idóneo, cualquier canción te vuelve a provocar las mismas sensaciones. Es muy bonito, pero hace falta renovarse”.
“Universal” brilla desde el principio con el orgullo del que sabe que ha dado lo mejor de si mismo, y por una vez siento que no es un tópico de entrevista promocional. “Realmente el anterior disco sí que era el más oscuro y de alguna manera este es el reverso al anterior. Es un ejercicio de autoafirmación; de saber que lo que hacemos, lo hacemos bien. Técnicamente es el disco que mejor suena, la voz se oye mejor que nunca, hay arreglos mucho más logrados y ha sido un ejercicio de intentar ir un poco más allá. Somos un grupo con muchas posibilidades y puede que estuviéramos un poco acomodados. No sé si lo hemos conseguido al cien por cien, pero desde luego el porcentaje ha subido”.
Ha habido mucho trabajo previo, y un porcentaje muy elevado de las canciones podrían funcionar como single. En esta ocasión, tenían las cosas suficientemente claras como para meterse ellos solos en el estudio. “Hemos grabado con Marc Greenwood (nuestro bajista), con Jordi, que era nuestro técnico de directo y ahora es casi un miembro más del grupo. El estudio estaba en Gandía, ubicado en un antiguo cine. Lo mezclamos en Red Led en Madrid con Carlos Hernández, teniendo a Marcos de Mushroom Pillow como gurú. Teníamos alrededor de cuarenta canciones en dos tandas de maquetas con sus respectivas regrabaciones. Entre todos hemos intentado dar forma a un disco que creemos que es nuestro mejor trabajo y el álbum por el que se nos va a recordar. Es una especie de vuelta a casa, de mirar para adentro, volver a la gente que te quiere y de alguna manera hacer que la noche se vuelva a encender, como dice una de las canciones”.
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