LA FUERZA DE CREER
EntrevistasBad Religion

LA FUERZA DE CREER

Redacción — 23-01-2002
Fotografía — Archivo

Bad Religion no serían los mismos sin el carismático Brett Gurewitz. El virtuosismo de Brian Baker (ex Minor Threat, ex Dag Nasty) no podía competir con el vacío provocado por Brett. Alegrémonos porque el guitarrista de las gafas de pasta está de nuevo en el camino después de un lapsus de ¿seis años? “Tuve que dejar Bad Religion porque mi vida era una locura. He regresado porque necesitaba hacer música y tenía un vacío en mi vida. Afortunadamente el grupo estaba prepararado para el reencuentro. Ahora mi vida personal está en orden y tengo la habilidad para estar en una banda de nuevo”. Problemas de drogas zanjados. Dedicación exclusiva a las grabaciones relegada a un segundo plano, o al menos compatibilizada fifty-fifty. Lo que importa ahora es estar en la brecha como antaño. Y además con bríos renovados tras el fichaje de Brooks Wackerman a los palos. “Es muy conocido en la escena punk. Ha tocado con los Suicidal Tendencies y con The Vandals. Además es un músico de sesión buenísimo. Es muy amigo de Pennywise y de Josh Freese (The Vandals) y es un gran fan de Bad Religion.

“No tienes por qué creer lo que te digan… Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia energía para creer”

Como teníamos la vacante de Bobby, -aquejado de una lesión en la espalda- fue el sustituto perfecto. Creo que es el mejor batería con el que he tocado en mi vida. Tiene formación clásica y también le da al jazz. Su hermano mayor tocaba con Frank Zappa y su padre es un profesor de música. Lo bueno de Brooks es que tiene un espíritu punk y añade mucha excitación a la banda”. La marcha definitiva de Bobby Schayer ha sido “traumática”, según Greg Graffin, el cerebro pensante y vocalista de los de L.A. “Los grandes cambios en la vida son así”. Lo cierto es que Brooks ha supuesto un soplo de aire fresco para el ahora sexteto. “Es divertido porque en los ochenta entró Greg Hetson para sustituirme. Luego regresé y cuando me marché otra vez en los noventa llegó Brian Baker. Ahora somos tres guitarras y sólo falta que entre el cuarto –bromea Brett -. Si viviera otra vez cambiaría el nombre del grupo por el de The Bad Religion Orchestra”. Parece de coña, Bad Religion convertidos en los Travelling Willburys del punk. El resultado de esta vuelta es “The Process Of Belief”, un elixir sónico de la eterna juventud. Recoge todos los archiconocidos tics de los angelinos, pero incorpora detalles novedosos como los arreglos percusivos en clave dub al comienzo de “Sorrow”. “El título del disco refleja todo: las creencias como parte del ser humano. No tienes porque creer en lo que te digan a través de una religión, las instituciones o lo que venga del exterior de la persona. Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia energía interna para creer” –apostilla Greg. “The Process Of Belief” tiene que ver con la gestación de este disco. En creer en los otros como amigos y como banda. Al hacer este disco había una fuerza interior especial que se refleja en el resultado” –añade Gurewitz. “Este disco representa muy bien el espíritu de Bad Religion, aunque para mí hay una canción que escribimos hace años que nos define perfectamente: “No Direction”. Podría parecer que con semejante nombre Bad Religion se las haya tenido que ver con las iras de asociaciones cristianas o movimientos como el PMCR, pero no es así. “En un concierto en Los Angeles apareció uno de los gangs violentos que existen en la ciudad y se armó una buena pelea. Pensaron que teníamos que ver con algo religioso debido al logo de la banda. En otra ocasión en un show en Nueva York, Bobby lanzó las baquetas al público con tan mala suerte de que una de ellas se le clavó en el ojo a una persona que tenía su otro ojo enfermo. El padre nos puso una demanda de once millones de dólares, pero tuvimos suerte porque no prosperó. Creo que al final el chico terminó viendo mejor por el ojo en el que se le clavó la baqueta después de la operación a la que fue sometido”. Pocos sabrán que Brett es un fanático de la ajedrez o que Greg Graffin dedica cuatro días a la semana a jugar al hockey sobre hielo. “De España conocemos su política centralizada y el conflicto interno de ETA. No es muy diferente a otros países americanos. España tiene una tradición intelectual importante y en eso me siento afín” – indica Greg. “Me gusta la paella – el que habla ahora es Brett - pero cuando la he comido en restaurantes hispanos de Los Angeles era una mierda”.

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