No cuesta, en absoluto, imaginarse a PJ Harvey dentro de veinte años convertida en una de esa venerables damas con treinta años de carrera musical a sus espaldas. Una Marianne Faithfull, una Rickie Lee Jones, incluso una Patti Smith. De hecho, con “Let England Shake” la artista, nacida en Dorset en 1969, alcanza los diez álbumes de estudio y confiesa no imaginarse haciendo otra cosa.
Si bien fue en los noventa cuando Polly Jean Harvey se convirtió en el referente femenino de toda una generación, gracias a álbumes como “Dry” (Island, 92), “Rid Of Me” (Island, 93) y “To Bring You My Love” (Island, 95), Harvey se ha pasado la mayor parte de la pasada década reinventándose e intentando encontrar un equilibrio entre la madurez y la necesidad de explorar nuevas posibilidades. Sus álbumes se han ido atemperando a cada año que pasa, y puede que alguno eche de menos en ellos esa rabia centellante de los viejos tiempos, pero la realidad es que Harvey ha logrado dotar de una nueva dimensión a sus canciones. Según explica ella, se siente de cada día mejor escritora y precisamente por esa razón, asegura, se ha atrevido ahora con la escritura de un álbum combativo como el politizado “Let England Shake”.
“Siempre he concebido mis discos como poemarios”, explica una voz dulce al otro lado del teléfono. “Necesito tener una idea a la que agarrarme. Deben ir en alguna dirección, tener un significado. Tras ‘White Chalk’ (Island, 2007), no estaba muy segura de de qué manera debía afrontar el siguiente disco, pero estaba decidida a intentar algo nuevo. No fue una decisión fácil. Estuve debatiéndome durante algunos meses. Llevaba un tiempo pensando en la posibilidad de grabar un disco que apelara a la época en que vivimos, pero hasta ahora no me había sentido segura de poder hacerlo de la manera correcta”.
No cabe duda de que “Let England Shake” es un disco valiente. Por venir de quien viene y por apelar, justamente, a unos tiempos en que parece que el espíritu de lucha ha sido descartado: la mayoría de nosotros hemos aceptado que cualquier resistencia es en vano, que fuímos derrotados hace mucho. De otra manera, no se explica que podamos ver día tras día el noticiario sin que ardan las calles. Por todo ello, ¿es más necesaria que nunca la protesta? ¿Puede cambiar algo un disco? “Me gustaría pensar que sí. Me encantaría”, contesta. “Hubo un tiempo en que era posible, en que la música tenía el poder de cambiar las cosas, de modificar el paisaje, pero no estoy segura de que eso sea posible hoy en día. Vivimos una época extraña, una época de gran desasosiego y de cambios políticos. Es difícil saber qué va a salir de todo esto. Sólo nos queda la esperanza de que seamos capaces de extraer algo bueno de lo que está sucediendo en el mundo”.
En el momento de esta conversación Inglaterra vive inmersa en convulsas protestas estudiantiles en respuesta al encarecimiento de las tasas universitarias. En noviembre, un grupo de estudiantes entró por la fuerza en la seda del Partido Conservador, ocasionando todo tipo de destrozos. Semanas después algunos manifestantes lanzarían botes de pintura contra el coche en el que viajaban el Príncipe Carlos y Camila Parker Bowles. “Es excitante ver a la gente apasionarse, levantarse y expresar aquello en lo que cree”, comenta Harvey, aunque sin referirse en concreto a ninguno de estos acontecimientos, sino a las protestas en general.
“No ha habido una circunstancia concreta que me decidiera a componer estas canciones”, argumenta. “De hecho, siempre he tenido conciencia del mundo en el que vivo y es algo que me ha preocupado desde siempre, pero hasta ahora no me había sentido capaz de hablar de ello en mis canciones. Siempre había tenido un poco de miedo a ello, me parecía algo muy difícil. Pero ahora soy más vieja. He tenido tiempo para pensar en ello y creo que he encontrado la forma correcta de hacerlo”.
La inspiración proviene de la música tradicional, del folk obrero de los años treinta y cuarenta, de cantautores partisanos como Woodie Guthrie, creando un interesante juego de espejos entre las convulsiones de aquellos años y las de estos. “La música tradicional siempre me ha interesado, no sólo la del Reino Unido. En Irlanda, Escocia e Inglaterra ha habido una importante tradición de música obrera, pero también en otros países ha existido. En aquellos años, las canciones eran como el boletín informativo, era la forma en que se transmitían las noticias y como estas llegaban al pueblo. De alguna forma, es una forma de música que enlaza con una tradición ancestral. Por supuesto, es algo que tenía en mente cuando escribía estas canciones”. También cómo debía sonar “Let England Shake”, cuyas novedades no sólo proceden del apartado lírico. Las atmósferas cada vez más elaboradas de sus últimos trabajos desembocan en esta ocasión en toda una nueva batería de elementos (samples, la autoarpa) que contribuyen a hacer de este un artefacto peculiar dentro de su discografía. “Empecé a usar la autoarpa en algunos de los conciertos de presentación de ‘White Chalk’. Fue una experiencia muy interesante porque nunca había actuado en solitario. Decidí experimentar con diferentes instrumentos y me enamoré de la autoarpa. Me interesaba la idea de utilizarla como herramienta para componer música pop”. “Sabía muy bien qué tipo de sonido quería para el disco”, prosigue. “Quería un sonido atemporal, fuera del tiempo. Que sonara como si pudiera haber sido compuesto en el futuro o en el pasado, que fuera complicado relacionarlo con algo concreto. También quería crear una atmósfera que envolviera el tema del álbum, que de alguna manera combinara elementos como la confusión y el miedo con la unidad y la energía”.
Para ello, Polly Jean Harvey contó con los sospechosos habituales: John Parish, Mick Harvey y Flood. “Sí, para mí son como parte de mi familia. He trabajado con ellos a lo largo de veinte años, y así como siempre he ido cambiando de acompañantes en directo siempre vuelvo a ellos para grabar, una y otra vez. Y eso es porque tenemos una conexión poco común. Todos venimos del mismo lugar, musicalmente hablando, y eso hace que no sea necesario que dar demasiadas explicaciones cuando estamos grabando. Grabar puede ser una experiencia bastante frustrante y terrible para un compositor, pero con ‘Let England Shake’ todo el proceso fue realmente maravilloso y muestra de ello es que se grabara en cinco semanas, que es relativamente poco. Cada uno tiene sus ciclos en que está más o menos inspirado, pero en esta ocasión todos pasábamos por un momento de gran inspiración y creo que eso se nota en la energía del álbum”.
Con dos décadas de carrera a sus espaldas y diez álbumes de estudio, PJ Harvey afirma que se siente como “si sólo hubiera empezado, que me queda mucho todavía por recorrer. No creo que reinventarme sea una expresión correcta, porque eso supondría que me he convertido en otra persona o que he empezado de nuevo, y pienso que mis discos provienen todos del mismo sitio. Sigo trabajando duro para escribir mejores canciones, para ser mejor en mi trabajo cada día que pasa y no puedo imaginarme haciendo otra cosa”. Aunque en un futuro próximo, asegura, quiere publicar su primer libro de dibujos, “algo que llevo haciendo toda mi vida, pero quizás haya llegado el momento de enseñárselo al mundo”, y puede que también un tomo de poesía. Al fin y al cabo, resulta difícil disociar a la PJ Harvey poeta de la PJ Harvey músico. Nuestra dama de acero.
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