¿Qué pasa cuando todo cambia? ¿Qué pasa cuando las prioridades se dan la vuelta, cuando nos enfrentamos a cosas con las que no contábamos, que por ciertos defectos generacionales tardamos en plantearnos? Hay que preguntárselo a Archy Marshall, que regresa a su alter ego King Krule, confiesa, desde lo alto de la colina. Contemplando el aire fresco que da cambiar completamente de coordenadas, de circunstancias, de contexto. Enfrentándose a la paternidad y a la amenaza de una vida estable. De raíces. Él y Charlotte Patmore están a punto de celebrar el primer año de Marina, la hija que tienen juntos y que llegó en plena finalización de “Man Alive!”, y obviamente es una circunstancia ineludible a la hora de entender esta nueva etapa para Marshall. De hecho el nuevo álbum de King Krule, “Man Alive!”, retrata esa teoría del cambio, ese interludio entre la condena de aislamiento que supone quedarse en Nunhead, al sur de Londres, y un nuevo enfoque en las planicies del Noroeste inglés, entre Merseyside y el Gran Mánchester. La necesidad de limpiarse de ciertos hábitos espoleados por la soledad, de enfrentarse a una nueva y desconocida responsabilidad. El crudo naturalismo de Krule es ahora una experiencia plenairista, impresionista. Recreada en el detalle y en su valor simbólico para el curso de nuestras vidas. Pero también mucho más consciente. De los pozos enfangados de “The OOZ” emerge un artista en calma con su monólogo interior, con una visión renovada y cada vez más seguro de la música que quiere y necesita hacer y de por qué quiere y necesita hacerla. Seguro de la belleza que esconde un mundo hostil y de que merece la pena no perder nunca la esperanza, como demuestra sorprendiéndome con un inesperado optimismo en una nutritiva charla telefónica. Archy Marshall ya no estará solo nunca más.
"La única manera que tenemos de sobrevivir es crecer e ir añadiendo mejores augurios, más historias, más personalidades a la colección que compone lo que eres".
¿Qué se siente cuando te dicen “vas a ser padre”, “vamos a tener un bebé”?
No sé… de alguna manera todo cambia, pero no cambia nada. Te sientes emocionado.
Es curioso como “Man Alive!” parece una continuación muy natural de “The OOZ” pero a la vez nos deja claro que lo ha compuesto un Archy bastante diferente. ¿Cómo has vivido tú esto?
Mmm… Estaba en un momento realmente inspirado cuando estaba haciendo “The OOZ”, y disfruté muchísimo tratando de capturar esa inspiración para el directo, para la gira. Llevar lo que decían las canciones a la energía de los conciertos. Durante ese espacio de tiempo, largo, mientras avanzaba el tour y yo iba creciendo, madurando, tuve la oportunidad de ir dándome cuenta de las cosas que me definen, de cuál es la dirección que quiero tomar con mi música. Encontré mucho tiempo para estar dentro de mi propia cabeza, y creo que pude sentirme mucho más centrado que en discos anteriores, más fuerte. Aprendí a ver las cosas con mayor claridad.
¿Cómo cambió la forma en la que enfrentaste este disco al principio, antes de saber que ibas a ser padre, cuando lo supiste? ¿Fue un cambio de dirección total?
No ha cambiado tanto. Fui muy excitante todo cuando supe lo de Marina. Cuando nació todo se revolucionó un poco para mí, pero no es que cambiara en nada la forma en la que estaba trabajando el disco. Quizá tuve que esquivar un poco ese primer impacto, pensar “el mundo no se va a mover, tómatelo con más calma”… Y musicalmente, realmente lo único que cambió fue que intenté centrarme en acabar el disco antes de que Marina naciera. Al final no lo conseguí del todo, pero en general sí que quedó una sensación de que la mayoría de lo que hay escrito en él es un discurso conmigo mismo sobre ese momento prenatal, justo antes de que ella naciera y cómo iba a enfrentarlo yo. Posiblemente sea de eso de lo que va este último disco para mí.
¿Cómo integraste lo que grabaste primero en Shrunken Heads con lo que grabaste después, de una forma mucho más íntima parece, en Stockport?
Pues no es algo que considerara en aquel momento, simplemente lo hice así… dejándome llevar por las circunstancias y a dónde me llevaban. Estaba cerca de Manchester para pasar tiempo con Charlotte y los Eve Studios fueron un poco el sitio más natural en el que grabar. Estuvo muy bien, los estudios están muy bien. Fue una experiencia muy agradable, porque además yo nunca había grabado nada así propiamente dicho fuera de Londres, fuera de los espacios a los que estoy acostumbrado, así que supuso salir de mi zona de confort.
¿Has notado un gran cambio en tu vida?
Hablo más de un cambio en mí mismo, no tanto de un cambio en mi vida. Obviamente también he experimentado un cambio en mi vida, pero al final es la consecuencia de un cambio mucho más interno. He aprendido a lidiar más con lo que me rodea, a no recrearme en el lado negativo de las cosas. Alejarme de mis lugares habituales ha sido fundamental en esto, yo creo. Hay mucho suicidio en Nunhead… Mucha gente joven que ha muerto durante estos años por culpa de los medicamentos, de la exclusión… Te hace ver la vida de una manera muy cruda. Es desolador. Pero según me voy haciendo más mayor y supongo que más y más consciente, según voy viendo el mundo de una forma más clara (y me siento con mayor claridad cada día que pasa), me doy cuenta de otras cosas más importantes, de detalles… puedo expresarme con mayor seguridad y reconciliarme con mi propia visión.
Siempre has hablado mucho de la nada, de lo poco que importan nuestras opiniones e incluso nuestras vidas… De hecho “The OOZ” iba un poco de la cantidad de basura que generamos en nuestros propios cuerpos solo por el hecho de existir. Eso entre otras cosas te ha vinculado siempre con un pensamiento nihilista que en el fondo encaja muy bien con un sentimiento generacional… ¿Qué piensas de esto?
(Risas) Me gusta la forma en la que lo has expresado… “The garbage” –ríe con un fuerte acento inglés–. Sí, al final es de lo que estás rodeado. Pero no lo sé… Siguiendo un poco con lo que te decía antes: siento que ahora, con los años, con las experiencias, he aprendido a apreciar otras cosas, a ponerlas también en la balanza. Veo belleza en cualquier cosa, he aprendido a valorar el día a día. He tenido más días que nunca, ¿sabes? Trescientos sesenta y cinco días, días y más días, noches y más noches. Más sueños, más personas que nunca rodeándome… y aprecio por todo tipo de cosas. Aprecio por la desesperación, incluso, por la tristeza, por los momentos más difíciles y en los que más bajo caes… Pero aprecio también por la belleza, por el amor, por las partes buenas y por los finales felices. Porque la única manera que tenemos de sobrevivir es crecer e ir añadiendo mejores augurios, más historias, más personalidades a la colección que compone lo que eres. He encontrado muchísimo amor en el mundo últimamente.
¿Ves algún tipo de esperanza ahora? Quizá no en el mundo, pero sí en las personas, en los individuos. De eso va “Alone, Owen 3”, ¿no?
Esa canción fue una de las primeras canciones que compuse para este disco y también una de las primeras que creo que encierran un mensaje como más directo para el oyente, intento dirigirme a él, hablarle. Como te decía antes, he reparado en las muchas cosas que pueden hacer de este mundo algo bello.
Ahora que eres padre, ¿no tienes ahora algo por lo que luchar, algo por lo que celebrar que estás vivo y que tienes, digamos, una misión?
Sí. Definitivamente ha cambiado mi forma de tomarme por ejemplo la salud, tanto mental como física. Siento que me ha puesto en la tierra un poco más, que me ha ayudado a centrarme y a entender que hay personas, otros seres humanos que dependen de mí en diferentes sentidos.
"No creo que haya una manera real de evitar el mundo, o de esquivarlo. Al final todos nos pasamos el día en sociedad, por mucho que queramos aislarnos o crearnos la ilusión de aislamiento".
Dices sentir cada vez más aversión a los temas políticos, pero aún así en la primera parte del disco vemos comentarios (aunque menos explícitos) sobre dos temas que imagino son tremendamente preocupantes para alguien que ha vivido siempre en Londres: la gentrificación (en tu caso del barrio de Peckham) y el clima que ha generado el Brexit. Lo último es la aplastante y sorprendente victoria de Boris Johnson, que nos lleva a pensar inevitablemente en Trump y en general en la deriva del mundo en que vivimos. ¿Por qué crees que está ocurriendo esto?
Si algo he aprendido a lo largo de estos años es que es algo que no puedes controlar, la civilización es así por defecto, ¿sabes? Ha pasado siempre y seguirá pasando, pero ahora tiene más peso o más repercusión por la propia forma del mundo en que vivimos. Estamos rodeados de dispositivos, miramos la vida a través de una pantalla que está siempre con nosotros. Hace que sea mucho más fácil amplificar los mensajes de esa deriva conservadora, pero igualmente hace que se amplifiquen las voces en contra, y se genera un ambiente que es lo que puede hacer que veamos esta época como un momento como más climático. Para mí es una cuestión de amplificación… La que dan las herramientas. La gente está absolutamente expuesta de forma inconsciente, y es más fácil de controlar a través de ahí. E incluso cuando está ya demostrado que esto se usa así, toda esta nueva forma de propaganda “personalizada”, hay mucha gente que no encuentra una razón a la que agarrarse, en la que creer. Para muchas personas, la rebelión termina siendo elegir el mal. Es la única manera que tienen de sentirse con el control de sus propias vidas y de su lugar en el mundo.
“Fuck This World”, cantas en “The Drama”. ¿Hay alguna posibilidad de evitarlo de esquivarlo? Vivir en él, pero al margen de él.
No creo que haya una manera real de evitar el mundo, o de esquivarlo. Al final todos nos pasamos el día en sociedad, por mucho que queramos aislarnos o crearnos la ilusión de aislamiento. El hecho es que yo no hablo de una manera muy concisa, o muy específica… me refiero más a los funcionamientos del mundo, a las decisiones políticas, a las cosas que me apasionan o no y a todas esas cosas, procesos, actitudes que no entiendo. Hablo de todo ello de una forma muy natural porque hablo de todo con honestidad y desde un lugar concreto de la sociedad con el que mucha gente puede identificarse. Pero no creo que tenga que ser necesariamente el “director” de los pensamientos o comportamientos de toda esa gente, ni que sea yo el que les diga qué tienen o no tienen que hacer, o que pensar, o si está bien o mal lo que hacen o lo que sea.
¿Te da miedo el mundo en el que vivirá Marina?¿Te lo has planteado ya?
Miedo no… Mucha gente, de hecho la mayoría de la gente, pasa por mucho más de lo que a priori podemos pasar nosotros en nuestras vidas. Tengo claro que es muy afortunada de tenernos a mí y a mi pareja como padres en cuanto al amor que recibirá, y tengo claro que nosotros somos muy afortunados de tenerla porque es uno de esos cambios enormes pero preciosos. Pero hay una cosa que siempre prevalece… y es que lo que quiera que sean los momentos buenos o los momentos malos, al final solo son lo que tú haces de ellos. Es cómo tú te tomes la vida, en definitiva. Y Marina va a poder hacer lo que sea que quiera hacer… al vivir con Charlotte y conmigo sabrá entender lo que es el arte, lo que es el amor, la unidad.
¿Este es el disco que hace una persona que está emergiendo de alguna manera hacia la luz?
Mmmm… Quién sabe, tío. Veinticuatro horas pueden cambiarlo todo.
¿Significa por ejemplo el vídeo de “(Don’t Let The Dragon) Drag On” que estás quemando al viejo Archy Marshall?
(Risas) No sé, tío, significa lo que quieras que signifique. Si significa eso para ti, mola (ríe).
Has hablado de este nuevo disco como algo más conciso, que tiene más sentido si se escucha al completo. ¿Por qué has querido esta vez hacer algo así, más conciso?
Realmente no sé si es más conciso. Supongo que sí porque el último disco, “The OOZ”, fue fruto de un proceso mucho más subconsciente, y este ha venido de un momento de mayor consciencia. Supongo que simplemente es el reflejo de eso.
Yo, por ejemplo, le veo tres partes claramente diferenciadas. Una primera que te sirve para vomitar tu ira y que es en la que vemos una versión más continuista con “The OOZ”. Una segunda que además es la parte central y que representa más bien un viaje intimista y reflexivo. Y una tercera que tú mismo has descrito como más confortable, mucho más romántica quizá. ¿Están todas las versiones, digamos, de King Krule, pero quizá expuestas de una manera mucho más homogénea?
Pues puede ser pero la verdad es que no me lo he planteado, tío, no lo sé.
¿Es la paz que encuentras en Stockport lo que inspira el vídeo de “Hey, World!”?
Pasé bastante tiempo por esa zona. También por Merseyside y otras zonas del Gran Mánchester. Recuerdo pasar un día entero paseando por los acueductos de Stockport, recorriendo los canales… Y creo, no sé, que desde que estuve allí algo ha cambiado en mi forma de interpretar el mundo que veo. Desde joven, incluso aún habiendo estado de gira por todo el mundo, siempre he tratado de evitar obtener inspiración del paisaje, ¿sabes? Pero los paisajes son realmente diferentes allí, en el Noroeste. Muy diferentes a los que yo estoy acostumbrado en Londres, o incluso girando. Así que para mí ha sido un soplo de aire fresco.
Claro, el encontrar un reducto de quietud, perder la noción del tiempo…
Sí, pero también contemplar los monolitos del paisaje abierto, esas estructuras hechas por el hombre, los colosos industriales, las fábricas…
¿Fue tan agotador el tour de “The OOZ” como cuentas? ¿Por qué?
Más que agotador fue inspirador, o así lo veo con el tiempo.
¿En qué sentido?
Encontré muchísima inspiración en la música que me rodeaba todo el tiempo, en el arte en sí mismo. Haciendo música y escuchando música en los viajes. En los lugares que visitaba, la gente que conocía…
¿Cómo conociste a Charlotte? ¿Ya erais pareja cuando empezasteis a colaborar en “The OOZ”?
No. Nos conocimos hace siete años y empezamos a hacernos más íntimos a partir de “The OOZ”.
Tienes una relación muy estrecha con el castellano… tu saxofonista es argentino, te enamoraste de una chica de Barcelona, ahora has llamado a tu hija con Charlotte Marina… ¿Te genera algún tipo de fascinación o curiosidad?
Estoy más cerca del español que nunca, es verdad. Me encanta el idioma… y el fútbol (risas).
Has contado con Nilüfer Yanya para escribir algunos pasajes del disco, ¿no? ¿De dónde viene esta colaboración?
Más que escribir sería más correcto decir que la he sampleado. Me gusta mucho su voz. Le pregunté si podía mandarme algo a capella para hacer algún remix o para darle alguna vuelta a alguna idea que ya tenía y al final la usé para terminar el disco.
Para terminar, me gustaría preguntarte de dónde viene tu obsesión con la luna como imagen y con el espacio en general, esos gigantes azules…
Reflejo… rutina… sí. Algo que me persigue.
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