“Quiero Mejor” es un trabajo –dentro de su proyecto Feng Shui Project– con colaboraciones de Natalia Lafourcade, Las Migas o Nito Mestre, que se desenvuelve a ritmo de rumba, pop, hip hop, aires country o bossanova y hasta chanson. Lo estará presentando en varias ciudades españolas en un show junto al ilustrador Liniers y su banda más habitual, The Nada. Me atiende desde su casa en Buenos Aires.
Es necesario ponerse en modo Feng Shui hoy en día, ¿no?
Ese término me divertía en plan íntimo, con amigos, cuando me decían “Vamos a tomar algo”, y yo les contestaba “Déjenme ver cómo viene el Feng Shui en casa” [risas]. Con mi pareja, con mis hijos… Ahí surgió la idea de buscar la armonía dentro del caos de uno mismo, que te ayude a armonizar la vida cotidiana. Llevándolo a un modo más macro, desde luego que también sucede, porque tratar de armonizar parece una afrenta hoy en día.
Llevabas cinco años sin publicar un disco de canciones propias. ¿Te resulta fácil tener esa paciencia en un presente que demanda novedades sin freno?
En mi caso, la máquina no descansa nunca. Cuando uno se dedica a alguna actividad creativa, como en mi caso es escribir canciones, uno siempre está maquinando un título, una frase, una línea melódica, un ritmo… con el móvil o con una grabación básica, hasta que se hace más seria. En realidad estos cinco años no me parecen tanto tiempo, teniendo en cuenta la pandemia y la post pandemia. Empecé a darme cuenta de que tenía un disco, aunque en un principio pensaba que sería como un EP, alrededor de diez temas que me darían para luego otro EP. Y ahí nació la idea de “Quiero Mejor”. La distancia que separa el momento en el que las ideas están boyando hasta que se plasman es una línea muy delgada. No tenía más exigencia que la cuestión cronológica, pero como en medio sacamos el disco de versiones “Tú ve” (22), y anduve girando con él, no parece tanto.
"A mí me gusta mucho viajar con las canciones, ser permeable a las influencias, pero sin querer parecerme a alguien"
Dices que las canciones se pueden hacer bien, mal o como Charly García.
Bueno, es una forma de usar un referente que está muy arriba. Podría decir lo mismo de Leonard Cohen, Caetano Veloso o tantos otros. Pero Charly, para los que somos de mi generación… A mis quince años me invitó un compañero del colegio a un concierto de su banda, Serú Girán, y es una de esas influencias ineludibles por su forma de componer. Sigo trabajando en esa tercera forma de componer, que es de un valor musical impresionante, algo casi imposible de alcanzar.
La primera canción del disco, el tema titular, brinda una referencia Oscar Wilde y la última, “Bien sur”, a Serge Gainsbourg.
Es cierto, no lo pensé conscientemente. En el último momento es cuando pensé en cerrar en disco con “Bien Sur”, porque bien podría haber sido el segundo o el tercer tema del disco. Lamentablemente, yo ya no escucho los discos en orden, rara vez lo hago. Son otras dos influencias ineludibles. Es como lo que decía en su autobiografía Miles Davis, cuando le preguntaban por sus influencias, que citaba a Frank Sinatra y Orson Welles. Por el timing. A veces las influencias son insondables.
¿Cómo surge la colaboración con Las Migas en la canción que da título al disco?
Las conocí porque una amiga aquí en Buenos Aires me dijo que era un grupo de flamenco o rumba que me quería conocer, ellas hacían una versión mía, de “Desde que te perdí”, fueron súper afables y ahí hubo como buena onda, y cuando tuve esta rumbita entre manos, que era perfecta para mujeres, no tuve ninguna duda de que sería para ellas. Pudimos grabarla in situ en Barcelona.
Solo hay una canción en el disco que no es tuya, “Amada amante”, de Roberto Carlos.
Iba a ser una versión bossanova, aunque quedó más a lo Barry White, más soul funk. Al grabarla con músicos brasileños, entiendo que posiblemente estuvieran hasta las orejas de la bossa nova. Estuvo bien porque la yuxtaposición de la guitarra original, que sí hace un poco de bossa, ellos hacen sobre ella algo más… como te digo, a lo Barry White. Y tenía su lógica porque el disco habla mucho del amor en sus infinitas formas. Es una temática muy presente. Y tuvimos la aprobación del maestro, de Roberto Carlos, a quien le gustó. También grabamos en Río de Janeiro “Seductor serial”, que menciona a Caetano Veloso y habla de esos seductores que pueden ser las personas que están sobre el escenario. Seduciendo indiscriminadamente [risas].
Es otro disco con múltiples géneros e idiomas. ¿Te aburre centrarte en un estilo o es algo que te surge natural?
Yo creo que es súper natural. A mí me gusta mucho viajar con las canciones, ser permeable a las influencias, pero sin querer parecerme a alguien. Siempre digo que Leonard Cohen quiso ser Leonard Cohen, Spinetta quiso ser Spinetta… Los artistas cuando somos jóvenes a veces queremos ser como ellos, y ahí está el error. Hay que querer ser uno, con esas influencias ineludibles que están dando vueltas y nos permean, incluso de forma inconsciente. Si me late hacer una rumbita la voy a hacer, o algo más bossa nova o más de cumbia o de tango. Uno está siempre aprendiendo y aprehendiendo, pero siempre intentando ponerle tu impronta, tu propia esencia.
Cuéntame sobre el espectáculo que traes a España este verano con el dibujante Liniers y tu banda, The Nada. Hace más de quince años que empezasteis a actuar juntos, ¿no?
Sí, pero hacía seis años que no lo hacíamos, porque el chiste es que él, que es de Buenos Aires, vive en Vermont, cerca de Canadá, al noreste de Estados Unidos, y yo, que nací en Alaska, vivo en Buenos Aires. La verdad es que es una amistad arriba del escenario, es algo muy fácil. Es como trabajar con un amigo. Él va proyectando sus dibujos a través de una cámara cenital, yo con mis petates, con mi banda histórica, The Nada, que ya hace veintidós o veintitrés años que tocamos juntos, y lo cierto es que agradezco tocar con alguien que no sea músico, porque los músicos somos insoportables [risas]. Alivia nuestra neurosis. Liniers hace algo que no se escucha y yo hago algo que no se ve. En ese sentido, es absolutamente complementario, y lo pasamos muy bien.
Te quiero preguntar por la situación de la cultura en tu país. Hace poco vi la película “Puan” (María Alché y Benjamín Naishtat, 2023), con Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia, y me dio una idea quizá más fiel o más impactante de la que podemos ver en los informativos, por la fuerza que tiene el cine. No sé si la situación con el nuevo presidente es tan grave.
Sí, es grave y puede llegar a ser gravísimo. Yo quizás tengo el beneficio de viajar por diferentes países y lo veo todo desde un enfoque mas macro, y veo que en todos los países a los que viajo el cincuenta por ciento piensa una cosa y el otro cincuenta por ciento piensa diametralmente lo opuesto. Casi todos los países están en una especie de guerra civil solapada, mejor o peor disimulada. Estados Unidos han tenido a Trump, Brasil a Bolsonaro, personajes igual de nefastos. Y a su vez hay como una parte quizá muy inocente de uno, que dice “Ojalá tengan un ápice de humanidad como para darse cuenta”. Acá da la sensación de que todo el mundo dice “No, no es para tanto, no quiso decir eso, no es tan así”. Como que después, por debajo de la mesa, van a ir arreglando las cosas con las universidades, los presupuestos y eso. Pero la verdad es que hay algo en el discurso que sí es muy destructivo. Está en el tapete. Lo vi el otro día en los Premios Platino de cine. Lo notas en el apoyo por parte de artistas españoles o mexicanos a los artistas argentinos. La verdad es que es una incógnita cuán superficiales o profundas quiere ver estas transformaciones. Está todo el mundo un poquito en stand by. La marcha en las calles de trescientas mil personas el otro día, por la educación gratuita y pública, tanto en las escuelas públicas como en las universidades, que es algo en lo que ha destacado Argentina en Latinoamérica, de donde vienen de todos los países a estudiar libre y gratuitamente, fue increíble. La educación pública es muy buena aquí, tradicionalmente. Aunque haya ido en declive, por circunstancias. Está todo el mundo en guardia. Lo del YMCA, nuestro Instituto del cine, es muy triste: tenemos gente del mundo del cine que nos ha llamado llorando. Espero que no lo logre. No sabemos el deterioro que puede alcanzar esto en cuatro años. En fin, un bajón. La plaga somos nosotros: yo canté una canción con la gran Daniela Mercury en la que ese era el tema. Uno cuando viaja siente que la plaga es la humanidad.
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