“Quiero hacer de todo. Escucho música variada y haré música variada”
EntrevistasK1Za

“Quiero hacer de todo. Escucho música variada y haré música variada”

Daniel Caballero — 10-02-2025
Fotografía — Archivo

Con “Dosis” (DDB Music, 24), el álbum debut de K1ZA, la visceral rapera madrileña sube varios escalones aunando un crisol de sentimientos desgarradores y matices sonoros con colaboraciones de pedigrí. Por si no hubiera suficiente, la tendremos actuando en La Demoscópica de Mondo Sonoro en Madrid (20 marzo, Sala But; ciclo Bee Week).

Cuando el sentimiento es exprimido hasta la última gota lo que queda es la sinceridad y la credibilidad. Esta es la esencia de K1ZA, la rapera madrileña que empezó su carrera en 2020 y que sube un escalón en el género nacional con su nuevo proyecto y primer largo titulado “Dosis”. El título hace referencia a cada uno de los venenos y emociones que representan las trece canciones que componen el álbum y que va “tragando” en todo su desarrollo. Después de lanzar sus dos primeros EP’s (“Rap de Psiquiátrico” y “Agua y Tiza”) en 2020, admite que su enfoque es ahora mismo más profesional y abierto, permitiéndose trazas de electrónica y de flamenco. “Hay una diferencia brutal, sobre todo a nivel de producción, ‘Agua y Tiza’ son beats de Youtube, y no tiene nada que ver con este álbum que tiene instrumentos. Me he metido en la composición, he tocado la guitarra, he trabajado mano a mano con un productor y el mensaje es mucho más sólido. Quería plantear una temática que tenga un hilo conductor y no sea simplemente vomitar todas mis emociones”.

"Los peores momentos de mi vida han sido en esa etapa en la que estaba enganchada a todas esas pastillas"

La visceralidad de K1ZA es palmaria. A sus letras las recorre una pulsión oscura y desgarradora. En “Kandinsky” menciona el analgésico tramadol y en varias canciones habla sin tapujos de las pastillas y de la nube negra de los conflictos mentales. Unas adicciones que ya pasaron a mejor vida. “Este año cumplo cuatro años limpios. Los peores momentos de mi vida han sido en esa etapa en la que estaba enganchada a todas esas pastillas. Hoy en día veo que se hace mucha apología de la droga y, aunque en mis canciones hable de eso porque me he sentido así en algún momento, también me gusta decir que de esto he salido y tú también puedes. Ir al psicólogo me ha ayudado mucho y a día de hoy sé diferenciar quién ha trabajado sus problemas y quién no”. Para escribir, el dolor le es más útil que la alegría. “A mí me inspira más el dolor, te hace madurar más rápido. Cuando estoy contenta lo último que me apetece es estar escribiendo y me voy por ahí a disfrutar. Cuando estoy mal es cuando necesito escribir”. Al tratar estos temas escabrosos y delicados y preguntada por si siente algún tipo de responsabilidad social, se muestra muy clara: el arte debe ser libre. “Siento que es más responsabilidad de los padres. No le compres un móvil con acceso a todo el Internet del mundo. Si estoy cantando en una canción que me encanta el tramadol y que me voy a tirar de una ventana y a alguien eso le mal influencia, pues lo siento pero yo necesitaba expresarme. En el cine hay vía libre para expresar lo que se quiera y nadie se ofende, mientras que en la música no. ¿Por qué?”.

En “Dosis” hay, entre otras, dos colaboraciones de gran calibre por lo que representan en el rap patrio, Rapsusklei y Elio Toffana que dotan al álbum de envergadura y prestigio. “Rapsusklei desde el momento uno me ha demostrado muchísima humildad y cercanía. Lo valoro mucho en un artista, sobre todo de ese nivel. Es una de las personas que quería para mi disco, al igual que Elio, que me propuso hacer la canción”. Reconoce inspirarse en la sempiterna escuela madrileña de Charlie Hijos Bastardos o Crema, así como haber escuchado abundantemente de pequeña a Eminem y a 50 Cent. Además, se muestra impetuosamente en contra de la dicotomía que algunos hacen cuando intentan separar el rap masculino del femenino. “Es algo que me molesta mucho. El rap es rap. Deberíamos normalizar toda esta situación y no darle tanto bombo cuando una mujer hace rap. También me fastidia cuando se pretende que, por el hecho de ser mujer, tenga que dar un mensaje contra el machismo. Estoy obviamente en contra del machismo y soy feminista pero mi música es música, igual que la de un hombre hablando de lo que a él le dé la gana”. Al mismo tiempo, huye de las etiquetas y de la música panfletaria. “No hago música reivindicativa ni voy abanderando ninguna lucha. Hablo de mis cosas y claro que en todo hay política. Al hablar en una canción sobre mi novia, ya estoy normalizando a la gente LGTB. Lo único que quiero es expresarme”. En base a que muchas de sus letras tratan sobre el amor y sus vicisitudes, le pregunto qué es lo que más ha aprendido durante todo este tiempo sobre ese sentimiento escurridizo, pero que nos iguala a todos los seres humanos. “El amor es no tener dudas y estar en paz, hasta que no lo encuentras no lo sabes. Cuando sabes que es ahí lo sabes y punto. Todo lo demás no es para ti”.

La autoconfianza es uno de sus atributos más destacados, eso sí, con permiso de los hilos de la industria, que a veces son indescifrables y caprichosos. “Confío mucho en mi talento y en mi trabajo, pero no tanto en cómo funciona la industria. Hay muchas cosas por detrás que se mueven únicamente por dinero y eso es algo que me chirría bastante”. En cuanto al futuro, su horizonte está copado por la variedad musical. “No me voy a quedar aquí, tengo ganas de hacer un tema de punk, otro de reggaeton... Quiero hacer de todo. Escucho música variada y haré música variada”.

 

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