Julieta no tiene nada que envidiar a las divas que dominan los escenarios, pero su presencia sigue siendo tan cercana como la de una amiga con las cosas claras. Charlamos con ella a propósito del lanzamiento de “Cari”, el primer adelanto del que será su próximo trabajo. Con ese magnetismo cándido que solo tienen las figuras destinadas al estrellato me empieza a hablar de su corta pero prolífica carrera: tres años, tres discos. Aunque para ella esto solo ha sido una especie de tanteo. “Durante la cuarentena empecé a producir mis primeros temas. En ese momento todo fue muy natural, porque nunca ha sido algo excesivamente premeditado. No te diría que siempre ha sido mi sueño ser cantante. Fue más 'saco esta canción porque me gusta’. Y luego otra, y otra porque disfruto haciendo música. Y me enganché. Hasta hace pocos meses iba a la uni y compaginarlo todo era una locura. Al centrarme solo en la música, he notado un gran cambio”. Ahora ya no se trata de hacer un disco de presentación, sino de hacer más grande y sólido el proyecto. “He querido darle mucho peso a la narrativa, a cómo la contamos, y a la dirección creativa. Por eso, hacer una especie de guion en tres partes se me hacía más cómodo. Se trata de tres capítulos, tres epés, que se articulan a partir del transcurso de la noche y son un todo”.
“Siempre se le da la responsabilidad al artista que hace música en catalán de ser la persona que tiene que salvar la lengua"
De momento en esta noche vemos club, disco, luces de neón, como si estuviésemos en el club de una Jessie Ware a la catalana, pero con letras que bien podría ser tu amiga contándote cosas. “Quería que fuera lo más literal posible, sin muchas metáforas. Algo terrenal, pero al mismo tiempo muy onírico, algo con lo que la gente pudiera empatizar. No me he inventado muchas cosas. Y voy bastante a fuego, porque es mi carta de presentación aunque sea mi historia”. Letras honestas y cercanas, con una literalidad propia de su generación y en las que te puedes encontrar para lo bueno y para lo malo. “A veces me raya que alguien se encuentre literalmente. Es como una montaña rusa, pero una cosa muy guay que me dijo mi madre es que el contexto en el que escuchas una canción cambiará, pasará, pero la canción en si será eterna, algo para siempre. Así que me puede agobiar ahora, pero de aquí a un tiempo habrá pasado. Quedará como un diario y, si lo piensas, es guay dejar plasmada tu vida en canciones”.
Al margen del relato personal que deviene universal, su sonoridad tiene un punto más experimental. Para lograrlo cuenta con Lowlight, conocidos por sus trabajos junto a Israel B y sus producciones para artistas como Yung Beef, C. Tangana o Bad Gyal, por poner algunos nombres. “Llevo muchos años siguiendo su trabajo. Me gusta mucho cómo enfocan y crean sus universos sonoros. Tenía claro que quería que mi sonoridad fuera pop con su punto experimental y tintes más urbanos, así que trabajar con ellos era un sueño. Todo fue muy fácil. Llegué al estudio con muchas de las maquetas hechas y ellos estaban muy animados con poder hacer algo diferente a lo que estaban acostumbrados. Conectamos enseguida. Trabajamos previamente en los referentes y en la estética musical, con lo que ellos también investigaron por su cuenta en los géneros que queríamos tocar. Fue la combinación perfecta: baterías y percusiones mucho más urbanas y duras combinadas con mis melodías mucho más pop y dulces”. Y aunque muchas veces se podría decir que se trata de fórmulas que ya hemos podido escuchar en artistas como Angèle, en nombres de dream pop y electrónica pop, en el caso de Julieta tiene un matiz absolutamente nuevo que recae en la textura de la lengua que utiliza, el catalán. “No tenía referentes explícitos. Nunca había escuchado a una chica cantando pop en catalán, pop hegemónico. Y en ese momento fue como ‘Si alguien tiene que hacerlo, tengo que ser yo’. Planteo mi proyecto con una sonoridad para llegar a las masas, pero utilizando el idioma que uso a diario. Es un sonido que existe en el extranjero, pero para mí hay el punto diferencial de hacerlo en esta lengua. Cuando empecé a dar conciertos me decían ‘Típico, una cantante, DJ y un par de bailarinas’. Sí, ya lo has visto, pero no lo has escuchado nunca en esta lengua, y eso es realmente especial”. ¿Y cómo no había sucedido antes? Pues quizás por estigmas, por el encorsetamiento de la lengua o la idea de reservar el catalán para otros estilos y no para la esfera más comercial. “Siempre se le da la responsabilidad al artista que hace música en catalán de ser la persona que tiene que salvar la lengua. ¿Pero por qué tenemos que ser los músicos los encargados de dar lecciones a la gente? La lengua es una cosa que está viva, que cambia y muta todo el rato. Por ejemplo, The Tyets usan muchos castellanismos y a mucha gente le molestó cuando sacaron su disco. Pero al final es la forma en la que nos expresamos. Hablamos así. Siempre parece que la utilización del catalán tenga que ser algo político, pero yo no hago canciones en catalán como algo reivindicativo. Lo hago porque me parece precioso como suena. Cuando escojo la lengua en la que canto lo hago basándome mucho en la sonoridad de la canción. Además, cada lengua tiene su manera de contar y de construir la narración de las historias y eso me interesa mucho. Por eso uso también castellano e inglés, y quién sabe si algún día chino. Seguir con ese discurso tan purista, tan encasillado, hace que la gente tenga miedo a probar a hacer cosas nuevas en catalán, cosas que no tengan que ser reivindicativas o perfectas. Yo me dejo llevar por mi intuición y de momento no me ha fallado”.
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