Hay quienes todavía denominan Mallorca como s’illa de sa calma (la isla de la calma) y más allá de lo romántico e idílico de su etiqueta, da a entender que hace tiempo que no se han pasado por aquí; ni han quedado atrapados en alguno de sus múltiples atascos detrás de cientos de coches de alquiler o esquivado hordas de despedidas de soltero y luces de neón. Pero en esa misma Mallorca, hay secretos que todavía no salen en TikTok. Una isla a la que cantarle y ser cantada, con tonades y canciones viejas como el mar. Es justo en ese espacio, entre la modernidad y la tradición, donde Júlia Colom se ubica. La cantante mallorquina presenta un primer disco, "Miramar" (La Castanya,23), en el cual encontramos múltiples personalidades y estilos: folk, pop e incluso electrónica y la canción tradicional.
“El proceso de grabación de este disco ha sido romántico; porque he tenido el privilegio de dedicarle el tiempo que he necesitado. Y hemos hecho todas las pruebas, descartado canciones… Ha sido algo artesanal de principio a fin”, afirma Júlia Colom, sentada en un céntrico bar de Palma, con trompetas de jazz sonando de fondo por encima de sus posibilidades. Un año y medio de grabación dan para mucho, incluso para desorientarse en una amalgama de sonoridades y posibilidades. “Me he perdido y me he encontrado en este disco; tanto a nivel de estilo, como de producción o de letras”, asegura. Y es que en Miramar se dan la cara tres Júlies: una folk, con canciones como “Olivera” o “Camí amunt”; una mucho más electrónica y popera (“Estrófica”, “Enveja”) y finalmente una, amante de la tradición, con “Tonada de segar” o “Tonada de collir figues”.
“Quería que fuera una descripción muy clara de quién soy yo, qué hago y quién he sido”
¿Cuál de esas voces era la que empujaba más para salir? En realidad, ninguna de ellas. Así lo afirma la cantante, quien asegura que el disco le ha servido “para hacer el disco”. Una visión menos idealizada de lo que estamos acostumbrados a la hora de hablar de la creación de nueva música. “Yo desde muy joven no he parado de dar conciertos y es lo que me interesa, hacer música. Pero llega un punto en el que si no tienes algo grabado, no te llaman de festivales o para conciertos. ‘Nos gusta tu música, sí, pero ¿qué estarás presentando?’”, argumenta Colom. “Yo no conozco a mucha gente, nadie en realidad, que no tenga nada grabado y la gente siga yendo a verle, que paguen una entrada sabiendo que no te pueden escuchar en ninguna parte. Así que pienso que el público o bien tiene curiosidad o bien se lo han pasado de boca a oreja”. Así que para avanzar, parecía que solo había un camino a seguir: “de la manera en la que están organizadas las cosas, no tener un disco me cerraba muchas puertas”, sentencia con su habitual voz reposada.
Descartes decía aquello de “pienso, luego existo”. Y Júlia Colom se pregunta si ella existe o no, dado que hasta ahora no tenía nada grabado y la imperante necesidad de ser o estar también en el mundo digital. “No me siento invisibilizada porque he podido hacer todos los proyectos que he querido, pero también entiendo que necesitas tener un disco para que la gente pueda escucharlo y de ahí que lo hiciera”. A pesar de no ser capaz de proyectar cómo sonaría este primer esfuerzo, reconoce que fue algo muy “meditado” y la importancia del “peso simbólico de las primeras veces”. “Quería que fuera una descripción muy clara de quién soy yo, qué hago y quién he sido” asegura Colom y añade: “yo canto porque ya desde muy pequeña mi abuelo me enseñó el Cant de la Sibil·la [un canto litúrgico que escenifica el nacimiento de Jesús y que hoy en día forma parte del Patrimonio Inmaterial de la Unesco y se sigue representando el 24 de diciembre en ciertas iglesias de Mallorca] y en ese momento me conecté con una parte espiritual de mí que solo tengo cuando canto, porque en general no lo soy”, recuerda. Pronto se dio cuenta de que esa conexión espiritual con el canto le hacía sentir bien incluso a nivel físico y eso le abrió los ojos para dedicarse a cantar.
Sin embargo, entre eso y grabar un disco de manera profesional, hay cierta distancia. “Yo no me veía capaz de hacer muchas cosas y me he ido callando la boca a mi misma durante este tiempo porque las he ido haciendo sin darme cuenta. Cómo escribir letras, que para mí ya era un arte por sí, como lo es cantar o producir. Son mundos muy complejos y al principio creía que necesitaría delegar muchísimo… Es algo que ya nos pasa de por sí a las mujeres. Así que grabar el disco ha sido una vivencia personal muy positiva, porque ahora veo que sí o sí, tenía que hacerlo yo”, explica Júlia Colom. Con el impulso cogido, la cantante ya tiene nuevas canciones, sin embargo, cree que es momento de cuidar y “disfrutar” de su relación con "Miramar", dándole un “espacio y un valor” en su vida. Ahora, con su primer disco publicado, la cantante disfruta de mayor “confianza en sí misma”, auspiciada no solo por las críticas y recibimiento del mismo, sino por ver el trabajo conseguido. Diez canciones que muestran quién es Júlia Colom; una personalidad poliédrica, amante del fado y de Bad Bunny; de la calma y el incesante pico-pala, a camino entre las orillas del mar Mediterráneo.
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